La buena noticia es que la mayoría de las averías costosas se pueden prevenir... si sigues estos consejos.
Motor1.com Por: Motor1.com 12 nov a las 12:53 CompartePara los que amamos los coches, el taller es un lugar que preferimos visitar solo para mejoras, no para reparaciones inesperadas. Sin embargo, en el día a día, adoptamos pequeños hábitos que, sin darnos cuenta, se convierten en una sentencia a largo plazo para la mecánica y la estética de nuestro vehículo.
La buena noticia es que la mayoría de las averías costosas se pueden prevenir. Aquí te contamos cinco errores comunes que estás a tiempo de corregir.
1. Posponer el lavado: "Mi coche no está tan sucio"
El error: Pensar que el lavado es una cuestión puramente estética y que un poco de polvo no hace daño a nadie.
- La consecuencia (y el coste): La suciedad es mucho más que polvo. Los excrementos de pájaro, la resina de los árboles, el salitre en zonas de costa o la sal de las carreteras en invierno son agentes altamente corrosivos. Actúan como un ácido que, literalmente, devora el barniz y la pintura si no se eliminan a tiempo, provocando daños que solo se reparan con un costoso trabajo de chapa y pintura.
- La solución: Un lavado de coche regular no es un capricho, es mantenimiento preventivo. No hace falta que sea a diario, pero sí con la frecuencia suficiente para eliminar estos agentes dañinos. Hoy en día, muchas gasolineras modernas ofrecen sistemas de lavado avanzados, tanto de rodillos suaves como de alta presión, que son seguros para la carrocería y te permiten proteger tu inversión en menos de diez minutos.
2. Conducir en reserva: El síndrome de la "luz encendida"
El error: Apurar el depósito hasta el último kilómetro, convirtiendo la luz de reserva en una compañera habitual de viaje.
- La consecuencia (y el coste): Este es uno de los errores más caros. La bomba de combustible, que se encuentra dentro del depósito, utiliza la propia gasolina para refrigerarse. Cuando el nivel es muy bajo, la bomba trabaja en vacío, se sobrecalienta y su vida útil se reduce drásticamente. Además, al apurar, succiona los sedimentos y las impurezas que se acumulan en el fondo del tanque, pudiendo obstruir el filtro de combustible o, peor aún, los inyectores. Cambiar una bomba o limpiar el sistema de inyección es una factura de varios cientos de euros.
- La solución: Acostúmbrate a repostar cuando el indicador llegue al cuarto de depósito. Además, elige combustibles de calidad. Una gasolina 95 o un diésel premium con buenos aditivos, disponible en gasolineras de confianza, ayuda a mantener el sistema más limpio y a proteger el motor.
3. Ignorar la presión de los neumáticos: "Ya lo miraré mañana"
El error: No revisar la presión de las ruedas durante meses, asumiendo que "si no se ven deshinchadas, están bien".
- La consecuencia (y el coste): Unos neumáticos con presión incorrecta son un triple problema: aumentan el consumo de combustible, provocan un desgaste irregular y prematuro (obligándote a cambiarlos antes de tiempo) y, lo más importante, reducen drásticamente la seguridad, afectando a la frenada y al agarre en curva.
- La solución: Revísala al menos una vez al mes y siempre antes de un viaje largo. Es una operación gratuita que puedes hacer en la mayoría de gasolineras y que te ahorrará mucho dinero en combustible y en juegos de neumáticos nuevos.
4. Olvidar el aceite: El error más silencioso y letal
El error: Alargar los cambios de aceite más allá de lo que recomienda el fabricante, pensando que "por unos pocos miles de kilómetros no pasa nada".
- La consecuencia (y el coste): El aceite es la sangre del motor. Con el tiempo, pierde sus propiedades lubricantes y de refrigeración. Un aceite degradado provoca una fricción mayor entre las piezas metálicas, un desgaste acelerado y, en el peor de los casos, un sobrecalentamiento que puede llevar a gripar el motor. Esa es, sin duda, la reparación más cara de todas.
- La solución: Sé riguroso con el libro de mantenimiento. Un cambio de aceite a tiempo es la inversión más rentable que puedes hacer en la vida de tu coche.
5. Conducir "a tirones": El enemigo de los frenos y la transmisión
El error: Practicar una conducción agresiva en el día a día, con acelerones innecesarios para llegar al siguiente semáforo en rojo y frenazos bruscos de último momento.
- La consecuencia (y el coste): Este estilo de conducción somete a un estrés enorme a los frenos (pastillas y discos) y a la transmisión (embrague o caja de cambios automática). El resultado es un desgaste prematuro que te obligará a visitar el taller mucho antes de lo previsto para sustituir componentes que, con una conducción suave, durarían miles de kilómetros más.
- La solución: Anticipación. Levanta el pie del acelerador cuando veas un obstáculo o un semáforo a lo lejos. Utiliza el freno motor y realiza una conducción fluida. No solo ahorrarás en averías, sino también en combustible.
Tu coche te lo agradecerá en la carretera y, sobre todo, lejos del taller.
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