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¿A quién no deberías contar nunca un secreto?

¿A quién no deberías contar nunca un secreto?
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Hay tipos de personalidad que resultan menos fiables

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¿A quién no deberías contar nunca un secreto?

Hay tipos de personalidad que resultan menos fiables

Jesús J. Hernández

Martes, 16 de diciembre 2025, 00:22

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4 min.

Dice el saber popular que la única manera de que un secreto lo siga siendo es no contarlo. Ni a muchos, ni a pocos, a ... nadie. Pero a veces hace falta confiar y compartir vivencias y, puestos a ello, no hay nada más importante que elegir bien. ¿A quién no deberías contar nunca un secreto? ¿Hay personalidades menos fiables que otras? Pues parece que así es.

Hay otro elemento en juego y todos tenemos cerca alguien que encarna este peligro. Silvia Álava lo llama «control de la inhibición» pero en tu grupo de amigos se conocerá seguramente como «el bocachancla». Esas «personas que se les escapa todo siempre, aunque no quieran». Sólo hay que decirles algo para que esté en boca de todos en breve. Estos, de saque, descartados.

«Las personas extrovertidas suelen tender más a contar los secretos. Y eso se agrava si no son emocionalmente muy estables. Pueden usar desvelar secretos para hacer más amigos o para 'enganchar' por ahí con esa información», describe. En definitiva, el perfil más peligroso para guardar un secreto serían gentes «muy extrovertidas y con un perfil muy poco responsable».

¿A quién recurrimos entonces? «Quienes puntúan alto en responsabilidad, que son prudentes y que tienen un concepto alto de la ética. Son los más fiables. También aquellos que son amables, que se preocupan de forma genuina por el bienestar del otro». Y también «quienes sienten que deben cuidar ese vínculo y, por tanto, si les han dicho que no lo cuenten, no lo harán». En esto, curiosamente, las personalidades más rígidas tienen una fiabilidad mayor. Se mantendrán en el mismo lugar.

Puestos a liarla desvelando entretelas, conviene mirar las razones que nos llevan a ello. «En aquellos casos de gente muy extrovertida, que intenta llamar la atención contando muchas cosas puede no existir una mala fe sino falta de contención», explica Álava. «

Los valores

Hay secretos que pesan más y otros que son muy ligeros. «No me he comido la merienda» puede ser un asunto importantísimo para un niño pero hay otros que pueden destrozar una relación para siempre. «La ansiedad que provocan también dependerá de qué tipo de secreto sea y cómo afecte a la vida de los nuestros», reconoce la psicóloga. Si lo que los expertos llaman «el neuroticismo» previo -la inestabilidad emocional- es alto, empeorará. «Si hay un conflicto moral, la carga es mucho mayor», zanja.

La ética, los valores, esas palabras de las que casi nadie parece hablar ya juegan un papel fundamental en esta historia. «Lo que más hay que mirar son los valores que tiene la persona. Eso tiene mucha más importancia que su tipo de personalidad realmente», advierte la experta. «Quienes tienen un valor muy alto en lealtad, lo harán bien. Son esas personas que, si te han dicho que guardarán un secreto, lo harán, aunque supusiera una ventaja para ellos decirlo», argumenta Silvia Álava. Esa ventaja puede ser de muchos tipos, «escalar dentro del grupo social puede ser el beneficio que se busca al contarlo, en especial en grupos de adolescentes».

Otros valores de la persona influyen también. «La integridad, la responsabilidad y el respeto a los demás», ejemplifica. Al final, quien en la vida actúa normalmente siguiendo esos parámetros, no los perderá por un secreto, sea más o menos grande.

Ojo al cruce de gente, que también complica el asunto. ¿Esto que me contaste quién lo sabe ya? ¿Las parejas se lo habrán comunicado entre ellas o no? «Al final, hay veces en que la información llega porque no está muy claro quién lo sabe realmente y hasta dónde y se mete la pata», opina Silvia Álava. Ahí están todos esos adultos que en la mesa de Navidad preguntarán a otro familiar por regalos de Reyes sin percatarse de la corta edad de algunos comensales. Ese es uno de los secretos más bonitos de estas fechas. Y, como sucede con los demás secretos, conviene saber guardarlo.

¿Cuántas confidencias podemos guardar? Tenemos un tope: 13

Un estudio de la universidad norteamericana de Tuffs advertía recientemente que guardar demasiados secretos puede dañar la salud mental. El motivo principal es la ansiedad que generan. Reunieron a un millar de voluntarios y concoluyeron que había incluso un límite en nustra capacidad para guardar secretos a lo largo de la vida. Trece. «Al final guardarlo supone un coste alto, a nivel cognitivo y a nivel emocional», defiende la psicóloga Silvia Álava. Y nuestras energías son limitadas. Como guardarlo eleva nuestro cortisol, soltarlo puede sentirse como algo liberador pero ahí entran en juego las consecuencias que pueda acarrear saber la verdad.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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