El Dr. Enrique Ibáñez ha fallecido, q. e. p. d.
Un montaje con imágenes del Dr. Enrique Ibáñez.- PEDRO GUILLÉN GARCÍA
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En la Nochebuena que acaba de pasar ha muerto el Dr. Enrique Ibáñez, eminente médico del deporte y forense.
Nada más acabada la carrera de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) con excelentes notas y a base de becas en la década de los 60 del siglo pasado cruzó dos continentes y un ancho océano y se plantó en la clínica Mayo, Minnesota, EEUU, el mejor centro médico entonces para aprender Cirugía Ortopédica y Medicina del Deporte por cuatro años.
Fue un claro ejemplo de acción de la sociedad civil, sin ayuda alguna de la administración.
Aquel viaje de formación lo realizó con la sola ayuda de su madre -el padre había muerto- y se le completó lavando coches en su tiempo libre.
El Dr. Ibáñez tenía hambre de lograr una sólida formación en Traumatología y Medicina del Deporte que aquí no existía.
Uno de los impulsores de la asociación de médicos para el deporte y doctor del Atlético de Madrid, se explica en su despacho, antes de ser nombrado presidente de la primera junta de la Asociación.FOTO CABALLERO/ARCHIVO MARCAInvirtió gran esfuerzo, tiempo y pasión como solo hacen los que tienen una meta, un objetivo claro.
Vuelve a los cuatro años a España y encontró una gran pobreza en el campo de la Medicina Deportiva y se movió con ilusión y mucho esfuerzo y creció muy rápido.
El Dr. Ibañez en sus historias médicas dedicaba un gran espacio a la anamnesis con especial incidencia al mecanismo lesional. También realizaba una larga exploración. Destacaba, pese a conocer todo el aparato locomotor, en la rodilla y lesiones musculares en cuya exploración acababa encontrando el punto doloroso y los atletas comentaban que el doctor tenía los “dedos duros”.
En el Atlético de Madrid, por veinticinco años, dirigió los servicios médicos con excelentes resultados y además su consulta se vio frecuentada por todo tipo de atletas de élite, de fútbol, balonmano, atletismo, boxeo, esgrima, danza y cualquier paciente del aparato locomotor.
Tenía en su ADN de medicina del deporte que hay que curar pronto, rápido y bien y con un paciente con fractura de tibia que tardaba en consolidar y para el que yo pedía más tiempo, me miró y me dijo: "¿Tú crees que la paciencia cura las fracturas?".
También dirigió los servicios médicos de Interviú Movistar en los últimos veinte.
Lo que con tanto ahínco aprendió en EEUU lo aplicó en el deportista roto aquí y enriqueció los resultados, volvió a enseñar lo aprendido.
Todos los deportistas sabían de su ojo clínico y en él era fruto de su gran preparación teórica y práctica.
El Dr. Ibáñez conocía y admiraba la alta competición y esta aceleró el proceso médico y sentó las bases de la cirugía mínimamente invasiva con la artroscopia. Admiró la cirugía artroscópica y la indicó porque acortaba el tiempo de curación y el deportista sufría menos.
El Atlético de Madrid por mediación de su presidente, D. Vicente Calderón, admiró sus conocimientos en Medicina Deportiva y lo contrató como jefe de los Servicios Médicos y allí mostró sus conocimientos y grandeza como profesional. Asistía a los entrenamientos del equipo y viajó con él en los desplazamientos.
Me comentaba en los grandes ratos que vivimos juntos, -desde el año 1970 del siglo XX hasta el 2025 del siglo XXI, como vemos toda una vida- que el deportista entra en la consulta con miedo, pero tras la entrevista y exploración siente esperanza y confianza y nosotros tenemos la obligación de aliviar el dolor y recuperar las capacidades que la lesión le tiene secuestradas.
ZARCO/ARCHIVO MARCAEl médico del deporte precisa para curar al deportista “roto” fuerza, precisión e ingenio y estas condiciones y más las disfrutaba nuestro querido Dr. Ibáñez y cuando con estas armas lograba su recuperación comentaba: "Hemos enderezado una vida deportiva".
Desde su vuelta a España tras cuatro años en EEUU formándose en cirugía ortopédica traumatológica y medicina deportiva siempre hemos trabajado juntos. Primero en consulta, luego en el hospital de Fremap de Majadahonda, después en Santa Elena y finalmente montamos juntos la clínica CEMTRO.
Tenía un gran rigor, disciplina, vehemencia, severidad y tesón ante cualquier problema. Recuerdo una lesión por hongos en la rodilla de un jugador del Atlético que ante la falta de solución aquí se fue a Brasil un tiempo y cuando volvió resolvió el problema. ¡Que grandeza de profesional!
La sociedad médica ha perdido a un excelente profesional, el deportista a un maestro de sus lesiones y yo a un excelente amigo con el que hemos compartido una vida profesional.
¡El deportista llora tu falta!
Dr. Pedro Guillén García
Clínica CEMTRO
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