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Lleva ya siete años en Japón, donde tiene la residencia permanente y en el que está completamente asentado F. P. Antonio López: de Navalcarnero a la cúpula de NissanJosé Ramón Alonso Trigueros
Domingo, 21 de diciembre 2025, 07:46
... cúpula directiva de uno de los gigantes del automóvil mundial.De niño, Antonio estaba más cerca de los animales que de los motores. «Me encantaba 'El hombre y la tierra', de Félix Rodríguez de la Fuente», recuerda. Aquella pasión lo llevó incluso a iniciarse en la cetrería y a forjar grandes amistades en ese mundo. Pero cuando llegó el momento de elegir estudios, su vida dio un giro: se matriculó en Ingeniería en Diseño Industrial en la Universidad Alfonso X el Sabio. «Entré casi por casualidad, pero descubrí que podía construir cosas reales, útiles». Se graduó en 2004.
Ampliar Antonio López dice que son como la familia Benetton. En la foto posa junto a sus hijos, Kento y Kei, y su esposa Ai F. P.Mientras estudiaba, trabajaba junto a su madre, Maira del Carmen González, en la boutique Queen Mary y en la tienda de ropa masculina que también gestionaba. Allí aprendió algo que aún aplica en la industria del automóvil: «Los clientes no compran solo un producto, compran la experiencia».
Ampliar De niño era un apasionado de los programas de Félix Rodríguez de la Fuente y junto a su hermano se adentró en el mundo de la cetrería F. P.Su hermano Ángel –18 meses mayor– también forma parte esencial de su historia. «Le quiero con locura; siempre lo hemos hecho todo juntos», dice. Ángel es hoy responsable de frenos y sistemas de combustible en el Centro Técnico de Nissan en Cranfield, Reino Unido. «Él siempre era el de sobresaliente, y los profesores me decían: espero que lo hagas tan bien como tu hermano. Yo pensaba: ya verás…». Con el tiempo, Antonio también se convirtió en un estudiante brillante.
Ampliar La relación con el CEO de Nissan, el mejicano Iván Espinosa, es muy cercana desde que el alto ejecutivo llegó al cargo F. P.El vínculo con Nissan viene de aún más lejos: de su padre, José Luis López Ortiz, ingeniero de motores en la compañía durante 43 años y hoy miembro activo de ASEPA. «Fue mi primer jefe. Muy estricto pero muy justo… un auténtico sargento. Él es mi estrella polar».
Ampliar Su padre, José Luis López Ortiz, ingeniero de motores en Nissan durante 43 años, fue su primer jefe cuando terminó la carrera F. P.Recién graduado, entró en el área de Powertrain del Centro Técnico de Madrid. Pero en 2006 –dos años antes del cierre definitivo del centro– decidió aceptar un traslado a Reino Unido. «Desde que me fui a Inglaterra ya no volví a vivir en Navalcarnero ni en Madrid», señala. El movimiento abriría una puerta que cambiaría su vida.
Destino inesperado
En Cranfield, uno de sus jefes le pidió que viajara a Japón. «Yo no quería ir. Me negué varias veces», confiesa. Pero la insistencia en Nissan es, muchas veces, una señal de confianza. En 2008 aceptó, convencido de que sería un periodo breve. Aquellos seis meses se convirtieron en tres años.
Allí participó en un proyecto histórico: introducir un motor diésel en el Nissan Cube, que terminaría dando forma al Nissan Juke. Pero Japón le tenía reservada otra sorpresa: el amor. «Conocí a Ai en 2009 a través de una página web para practicar idiomas. Mi profesora de japonés me la recomendó. Y un día, al verla cruzar el paso de cebra de Shibuya, supe que me cambiaría mi vida». Se casaron un año después en el santuario Meiji Jingu, la Almudena de Tokio.
Ampliar En Japón Antonio López ha recobrado su pasión por el surf y por el esquí, deportes con gran tradición en el país nipón F. P.Aquel periodo consolidó también otra afición que hoy sigue cultivando: el surf. «De pequeño hacía 'bodyboard' con mis padres y mi hermano en sitios como Tapia de Casariego, Sopelana, Mundaka o Fuerteventura. En Japón descubrí el surf porque aquí hay una afición enorme». Y lo mismo ocurrió con el esquí, un deporte que practica desde niño en Valdesquí, Cotos, Sierra Nevada o Baqueira. «Japón es un paraíso para el esquí».
Regreso … y vuelta
Tras su primera etapa japonesa, vivió nueve años en Barcelona junto a Ai, que aprendió español durante esa época. Allí nació su primer hijo, Kei, cuyo nombre significa «persona muy honesta y elegante». En 2018 Nissan volvió a llamar a su puerta, y Antonio se trasladó de nuevo a Japón, esta vez con su hijo de ocho meses. Poco después nació Kento, «persona saludable y vigorosa».
«Me hice residente permanente y no veo un regreso a España a corto plazo. Mi posición dentro de Nissan no existe allí y, además, me encanta vivir en Japón: la seguridad, el respeto, la disciplina laboral… mi vida está aquí», sentencia.
El idioma japonés, confiesa, continúa siendo un desafío: «Puedo mantener conversaciones, pero dominarlo es muy difícil. Aprendí de forma autodidacta porque necesitaba comunicarme para ir a esquiar o surfear, y mis compañeros no hablaban casi inglés». Ahora la casa funciona como una torre de Babel: él habla en inglés con su mujer, en español con sus hijos, y los niños entre ellos en japonés. «Somos como un anuncio de Benetton».
Ascenso en Nissan
Los últimos años han sido vertiginosos. Antonio ha ascendido prácticamente un nivel por año hasta entrar en el aparato ejecutivo de Nissan Japón. Su papel como director global de Producto y Marketing le obliga a viajar constantemente por todo el mundo para detectar tendencias, escuchar al cliente y traducir esas necesidades en decisiones estratégicas.
«En Japón el trabajo se vive desde la responsabilidad absoluta. La gente busca su 'ikigai', aquello que da sentido a su vida. Yo lo he encontrado en esa mezcla de ingeniería y planificación de producto».
Uno de sus hitos recientes fue reintroducir el Nissan Patrol en Japón después de 18 años sin venderse en su propio país. «Siempre le decía a Iván -Espinosa–, nuestro CEO: ¿cómo puede ser que fabriquemos un coche para el resto del mundo y no circule aquí?». De ese reto ha nacido el comoromiso que devolvera en 2027 el Patrol volverá a las carreteras niponas.
Entre dos mundos
A pesar de la distancia, Antonio mantiene un contacto constante con su familia: «Hago videollamada con mis padres dos o tres veces por semana, y con mi hermano también. La tecnología ha acercado mucho las emociones; no siento que viva a 10.000 kilómetros».
Lo que más echa de menos es simple: «El jamón ibérico y una caña en un bar con servilletas por el suelo. Y un vermú con mis amigos del colegio en mi pueblo».
Estas Navidades volverá a Navalcarnero y Madrid para reencontrarse con su gente, cerrar un círculo y abrir otros.
La historia de Antonio López demuestra que, a veces, el destino se empeña en llevarnos al lugar que nunca habíamos elegido… pero que termina siendo, sin duda, tu lugar en el mundo.
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