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Hace un cuarto de siglo las zapatillas se calzaban para hacer deporte y el chándal también; si eras hombre y llevabas bolso, tenías más pluma que un palomo cojo; si vestías faldas 'midi' eras de pueblo y entonces no se llevaba ser de pueblo, ... había que vivir en la ciudad; las gorras las lucían los raperos y estos cantantes no eran directores creativos de moda.
Antes eran las firmas de lujo las que decían qué estaba de moda y lo hacían desde la pasarela a la vez que miraban por encima del hombro a la calle. Ahora es el asfalto y el campo los que inspiran a las marcas para iniciar un viaje nostálgico o una escapada de ida y vuelta con efecto boomerang. En 25 año hemos visto nacer un estilo híbrido y alucinante que se mueve entre lo sofisticado y lo barriobajero asistido por los siguientes sucesos estilísticos.
Son en la actualidad agentes esenciales y provocadores del cambio en las tendencias de moda. Ambos estilos surgen en las comunidades marginadas de Nueva York y hoy son una fuerza dominante que influye hasta en la Alta Costura. Las raíces las encontramos en el skate, el surf y el hip hop de los años 70 y 80 cuando la vestimenta se convierte en una forma de expresión y protesta no verbal y para tener visibilidad social.
Sale a la calle tras la pandemia. La influencia callejera provoca que camisones y pijamas salgan de la cama para ir a fiestas de tiros largos. La tendencia ha evolucionado en este cuarto de siglo de tal manera que podemos ver vestidos lenceros en una alfombra roja y un set de dos piezas de seda elevado a la categoría de traje de chaqueta. Los desfiles de Dolce & Gabbana y Bottega Veneta de primavera-verano 2026 así lo demuestran.
Se reivindica como el set milagro para generar poder en los hombres, pero también en las mujeres.
Los bolsos vuelven a ser sinónimos de estatus o pertenencia a una tribu social. Regresan los diseños míticos
Es la prenda fetiche de los últimos 25 años, vale para todo y su éxito se cuantifica en tándem (pantalón y sudadera) y por separado.
Su auge se debe a la nostalgia que tanto gusta consumir a los de generación Z.
Triunfa en faldas, vestidos, tacones… Es un término medio que evoca las siluetas vintage (colección de Dior de 1947) y que enamora a la generación millennial y atrapa al resto.
Engancha como sinónimo de una silueta relajada, un outfit prestado, una forma de esconder y enseñar que han puesto en práctica los influencers y al que hemos seguido el resto de los mortales.
Los bolsos vuelven a ser sinónimos de estatus o pertenencia a una tribu social. Regresan los diseños míticos: el 'City' de Balenciaga (2000), el 'Paddington' de Chloé (2005) y el'Baguette' de Fendi (1997) que pusiera de moda en 1998 Carrie Bradshaw en un capítulo de 'Sexo en Nueva York', cuando al robarle el bolso, ella le grita al ladrón: «No es un bolso, ¡es una baguette!».
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El denim sigue siendo el rey de los tejidos y se diversifica de tal manera que va más allá de un jean o vaquero a juego con una chaqueta, ahora se viste como si fuera un traje de chaqueta hecho por un sastre.
Es el material definitivo para hombres y mujeres y la chaqueta, la forma estrella. De la biker a la americana y el abrigo.
El rojo es el color que simboliza el poder, principalmente en clave femenina. La Reina Letizia viste a menudo el tono en set de americana y pantalón.
Los tonos tierra triunfan en las prendas porque hay una mayor conciencia ecológica.
Creativos multidisciplinares como Nigo o Pharrel Williams desbancan a los antiguos diseñadores estrella
Están de moda el trench, el Barbour y otras prendas que evocan de forma idealizada lo campestre, sinónimo de un estilo de vida relajado.
Gorras, gorros, pañuelos… volvemos a vestir la cabeza por influencia del estilo campestre, sport y del hip hop.
Las zapatillas son un objeto de lujo y de culto. Quienes calzan modelos de lujo, siempre construyen sus outfits a partir de los pies para mostrar un look moderno y cotizado.
Las bermudas, con o sin bolsillos cargo, son la nueva falda para chicos, que se viste con americana y camisa.
Los 'ugly shoes' o el chancleteo sofisticado indican que el concepto de lo que es elegante se está redefiniendo unido al de comodidad.
Las colaboraciones entre arte y moda como solución milagro del lujo fashion (Louis Vuitton con Murakami o con Yayoi Kusama).
Los influencers, el arma letal del marketing que ha cambiado las reglas del juego.
El auge y explosión de creativos multidisciplinares como Nigo, a cargo de Kenzo, o Pharrel Williams que tomó el testigo en la dirección creativa de Louis Vuitton Hombre tras la muerte de Virgil Abloh, desbancan a los antiguos diseñadores estrella como John Galliano.
El triunfo del minimalismo y el lujo discreto está liderado por marcas como Victoria Beckham, cuyo salto a la moda se puede conocer al detalle gracias a la docuserie que lleva su nombre (Netflix) o 'The Row', fundada por las gemelas Olsen, quienes protagonizaron de niñas películas Disney como 'Tú a Londres y yo a California'.
Las joyas de última generación son callejeras, tipo piercings, pero con piedras preciosas. Naomi Watts es sólo una de las muchas celebrities que huyen de las formas clásicas para abrazar modelos de joyería más radicales y en tendencia.
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Los hombres redefinen su estilo, ahora la imagen es más dulce, sensible y sin prejuicios; llevan bolsos por la calle, se visten de rosa en la alfombra roja, mientras poco a poco muere por anacrónica la estética del típico machote.
El nudismo o exhibicionismo como una necesidad de mostrar que vivimos de forma saludable. La exhibición de un cuerpo más o menos perfecto, pero siempre cuidado es la máxima de quienes practican la desnudez 2.0.
El impulso espiritual, más allá de lo que se ve a primera vista, llega a través de Rosalía con su disco 'Lux' para agitar conciencias y armarios. La moda en este contexto es una forma de expresión más profunda o es un arma para hablar de otras inquietudes que no son puramente estéticas.
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