Niños ucranianos se hacen fotos con San Nicolás el pasado 6 de diciembre, en Kiev, durante una actividad en tren para celebrar esta tradición. María Senovilla
Europa Celebrar la Navidad, arma de resistencia de Ucrania frente a Rusia: hasta los soldados colocan luces en las trincherasLa invasión ha empujado a muchos ucranianos a volver a sus raíces europeas, donde la Navidad se celebra el 25 de diciembre, 13 días antes que en Rusia.
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María Senovilla Ivankiv Publicada 24 diciembre 2025 21:20hLas claves nuevo Generado con IA
Celebrar la Navidad el 25 de diciembre en Ucrania se ha convertido en un acto de resistencia cultural frente a Rusia y al Patriarcado de Moscú.
La ruptura entre la Iglesia Ortodoxa de Ucrania y el Patriarcado de Moscú se intensificó tras la invasión rusa de 2022, con rechazo social hacia las tradiciones impuestas desde Rusia.
A pesar de la guerra, incluso en las trincheras y refugios, los ucranianos colocan árboles y luces navideñas, reafirmando su identidad y esperanza.
El asesinato de un sacerdote por tropas rusas en Ivankiv simboliza el conflicto religioso y social que acompaña a la invasión, aumentando el distanciamiento de la población respecto al Patriarcado de Moscú.
Celebrar la Navidad en Ucrania el día 25 de diciembre se ha convertido en un arma de resistencia contra Rusia, y contra las tradiciones impuestas por la iglesia del Patriarcado de Moscú, para quienes la Nochebuena ortodoxa se conmemora el 6 de enero –con ayuno estricto– y el nacimiento de Cristo el día 7.
Sin embargo, los ucranianos se aferran a las raíces y tradiciones europeas. Hasta en el frente de combate los soldados de Zelenski colocan árboles y luces de colores dentro de las trincheras.
Ucrania tiene la tercera población ortodoxa más grande del mundo, pero no todos los países ortodoxos emplean el mismo calendario litúrgico para sus celebraciones. Mientras que la mayor parte de países europeos que profesan esta religión se rigen por el calendario gregoriano, en Rusia utilizan el antiguo calendario juliano –que retrasa 13 días la Navidad, y otras fechas señaladas como San Nicolás o la Pascua–.
Sor Lucía Caram, en Kiev: "Es raro ver a una monja que pida armas, pero en Ucrania hablamos de legítima defensa"Aunque los ucranianos ponen más acento en festejar el Año Nuevo –momento en el que la mayor parte de la población intercambia los regalos–, tradicionalmente Ucrania también celebraba la Navidad el día 25. El cambio al calendario juliano se consolidó entre 1918 y 1923, cuando la Unión Soviética entró como una apisonadora en el país.
Durante los años en los que Ucrania formó parte de la antigua URSS, el 25 de diciembre no desapareció del todo. En muchos hogares se mantuvo la tradición, aunque de una manera más íntima y discreta, para evitar señalamientos y posibles consecuencias políticas. Por eso, tras la independencia del país se entremezclaban las celebraciones de ambos calendarios litúrgicos con normalidad.
Portal de Belén instalado en el centro de la ciudad de Chernigiv, en el norte de Ucrania. María Senovilla
Pero cuando comenzó la guerra en el Dombás en 2014, las tensiones entre las iglesias subordinadas al Patriarcado de Moscú y el resto de parroquias empezaron a hacerse palpables. Finalmente, en diciembre de 2018 ambas ramas se separaron y se constituyó la Iglesia Ortodoxa de Ucrania –que volvió al calendario gregoriano–.
La gran ruptura a nivel social se produjo tras la invasión a gran escala de 2022, cuando el patriarca de Moscú Kirill –muy cercano a Putin– se negó a condenar las acciones bélicas y bendijo a las tropas rusas que estaban perpetrando la invasión, provocando otra guerra paralela en el plano religioso.
Fusilar a un cura
El asunto saltó a la prensa internacional cuando los sacerdotes del Patriarcado de Moscú se atrincheraron en el Monasterio de las Cuevas de Kiev, ante el mandato del Gobierno que los instaba a abandonar el lugar. Sin embargo, aunque trascendió menos, ese rechazo hacia el Patriarcado de Moscú se produjo de forma paralela en muchas otras ciudades de Ucrania, donde la población civil empezó a distanciarse de esta iglesia.
Es el caso de Ivankiv, una localidad situada 80 kilómetros al norte de Kiev, que estuvo ocupada por las tropas rusas al comienzo de la invasión. “Yo fui designado a esta parroquia en mayo de 2022, hasta ese momento la iglesia pertenecía al Patriarcado de Moscú”, explica el actual párroco, el padre Iván.
El padre Iván, sacerdote al frente de la iglesia ortodoxa de la ciudad de Ivankiv desde mayo de 2022. María Senovilla
“Aunque la decisión de la comunidad de cambiar de jurisdicción se había producido mucho antes: aquí había un gran malestar con el Patriarcado de Moscú desde que se negaron a celebrar el funeral del primer soldado de la ciudad caído en combate, en el Dombás, en 2014”.
Aquel sepelio tuvo que realizarse en la Casa de la Cultura de Ivankiv. “Para la gente, aquello fue un punto de no retorno”, añade el padre Iván. A pesar de lo cual el Patriarcado de Moscú continuó gestionando el templo hasta que comenzó la invasión, y con ella un acontecimiento que estremeció a sus habitantes.
El 26 de febrero de 2022, cuando los tanques de Putin estaban entrando en Ivankiv, un cura llamado Maksym se arrodilló delante de ellos en el cruce de carreteras por el que pretendían pasar. Ante la negativa de moverse, los soldados del Kremlin lo fusilaron ahí mismo. La población civil se encerró en sus casas y estuvo días sin salir.
Después de aquello, las tropas rusas ocuparon la ciudad y apostaron francotiradores en los tejados, incluido uno en el campanario de la iglesia. “Los curas del Patriarcado de Moscú los ayudaron, permitieron entrar al francotirador y hasta le llevaban comida, según contaron varios testigos”, desvela el padre Iván.
Retrato del padre Maksym, fusilado por las tropas rusas cuando se puso de rodillas para impedir que sus tanques entraran a la ciudad de Ivankiv. María Senovilla
No fue un caso aislado. En los territorios ucranianos que fueron liberados durante 2022 se recogieron testimonios similares. “Después de la desocupación, se supo que muchos sacerdotes del Patriarcado de Moscú ayudaron a los soldados rusos, entregaron posiciones ucranianas y delataron a los ciudadanos que apoyaban al país”, asegura el cura de Ivankiv. “Y la reacción de los feligreses ante aquello fue masiva”.
“No hemos cambiado nuestra fe, hemos cambiado la subordinación al Patriarcado de Moscú”, explica el padre Iván. “La guerra a gran escala abrió definitivamente los ojos de muchos fieles sobre la verdadera naturaleza del Patriarcado de Moscú”.
Árbol de Navidad bajo tierra
El hecho de que Rusia haya bombardeado multitud de iglesias –junto con escuelas, hospitales y otras instalaciones que deberían ser un refugio en medio del conflicto– también ha contribuido a esta desafección hacia el Patriarcado de Moscú y sus tradiciones. Un sentimiento silencioso que está sacudiendo Ucrania, y que se agranda con cada ataque aéreo, y con cada funeral en el que despiden a hileras de ataúdes envueltos con la bandera amarilla y azul.
Y cuando llega la Navidad –y las sirenas antiaéreas suenan con más frecuencia que los villancicos– el sentimiento se hace más profundo. Todo ese simbolismo que en el resto de Europa nos evoca alegría, regalos y reuniones familiares entorno a la mesa, en Ucrania se tiñe irremediablemente de dolor.
Porque en los refugios subterráneos donde a día de hoy se ven obligados a dormir cientos de miles de ucranianos no hay luces, ni árboles con bolas. Y el hecho de que millones de familias estén separadas, bien porque las mujeres y los niños viven refugiados en otros países, o bien porque los padres están en una trinchera del frente de combate –donde muchos han muerto o salido mutilados– duele más estos días.
A pesar de todo, los ucranianos se resisten a dejar de vivir. Y colocar el árbol de Navidad se ha convertido en un ejercicio de resistencia también. Lo vimos en diciembre 2022, cuando la mayoría de los ayuntamientos colocó la decoración navideña –aunque en versión reducida– a pesar de que el Gobierno pidió que no se hiciera, para evitar aglomeraciones de gente que pudieran ser objetivo de los misiles rusos.
El padre Iván, en el interior de la iglesia ortodoxa de la ciudad de Ivankiv, perteneciente al Patriarcado de Ucrania. María Senovilla
En 2025 ya nadie prohíbe a los ucranianos que celebren la Navidad. El pasado 6 de diciembre la compañía estatal de ferrocarril fletó el tren de San Nicolás para los niños –siguiendo una tradición que también está muy extendida en los países del norte de Europa– por cuarto año consecutivo. En el centro de Chernigiv un enorme belén preside la avenida central. Y hay árboles engalanados incluso en Sloviansk, la única ciudad del Dombás donde se han atrevido a instalar la decoración navideña.
También las redes sociales se han llenado de estas imágenes, que llegan incluso desde el frente de combate, donde los soldados ucranianos colocan árboles y luces de colores dentro de las trincheras, a pesar de que allí la guerra no se ha detenido por ser 25 de diciembre.
Celebrar la Navidad este día no es un detalle sin importancia, es diplomacia geopolítica. También es un elemento más para consolidar la identidad cultural del pueblo ucraniano, que antes de que irrumpiera la Unión Soviética en sus vidas celebraba estas fechas a la vez que el resto de Europa.
La foto de sacerdote al que fusilaron las tropas rusas en Ivankiv, y que pertenecía a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, está hoy expuesta en el Callejón de los Héroes. Y dentro de la iglesia hay cuatro enormes árboles de Navidad entre los cuales el padre Iván ha celebrado la Misa del Gallo en la noche del 24 de diciembre a petición de los propios feligreses de la ciudad. “Esta guerra está haciendo más conversos que la propia Iglesia”, apostilla el sacerdote de Ivankiv.