Tienen abusiva presencia sujetos que desprecian a la ciudadanía, a la que le cargan su envilecimiento
Martes, 16 de diciembre 2025, 01:00
... motivo Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca han coeditado una antología de su poesía a cargo del profesor Javier Burguillo, que es una guía inmejorable para viajar a los asuntos y las inquietudes del que es uno de nuestros más inspirados y cumplidos poetas. Se titula Verano eterno, y en él están todos los argumentos que han sostenido a lo largo de las décadas su obra poética: el amor, la literatura culta y popular, el decoro civil, el sentimiento trágico y trascendente de la vida, no reñido con un vitalismo y un humor de la mejor estirpe.Hay por el contrario en la poesía de Luis Alberto de Cuenca un empeño constante por mantener la fe, por hacer lo que se debe, por defender la alegría y la vida, de uno y del prójimo. Por eso, sin ignorar que su país es un «lugar pobre que ha perdido su alma», un «puñado de tierra desunido y estéril», se declara dispuesto a dar por él su sangre «hasta la última gota». Por eso, el «helenista podrido de saberes pretéritos», como se autodefine, se asomó «a la calle rebosante de monstruos» en los días de la Movida y les dio un hogar en canciones que nos hicieron felices entonces y que no han perecido. Porque en las canciones, ya lo dice el poema que da título a este libro, «es verano siempre» y, mientras las cantamos, ni termina de alcanzarnos el invierno ni el dolor ni la pérdida de abatirnos. Luis Alberto lo sabe y lo lleva a sus versos, como lo hacía Robe Iniesta, al que nos cuesta creer muerto, porque nos resucita cada vez que lo oímos cantar.
«Desde el júbilo, el drama, la alabanza y el sentido»: según propia confesión, así escribe el poeta. Y qué falta nos hace.
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