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Imagen de Javier Alonso. Lucía Gutiérrez Denuncian a un vecino de León por convivir con una venada que «no se separa de mí»La historia de Pepa y Javi, un vínculo inesperado en La Vecilla de Curueño que la ley obliga ahora a romper
Lucía Gutiérrez
Viernes, 19 de diciembre 2025, 11:45
... motivo de orgullo vecinal.Todo comenzó en noviembre de 2024. Javier acudía a diario a una finca cercana para alimentar a sus cuatro ovejas cuando, en uno de los primeros días del invierno, observó algo diferente entre ellas: un animal sin lana blanca, de pelaje marrón y hocico fino. Aquella «oveja distinta» era en realidad una venada joven que había decidido entrar en la finca por voluntad propia.
Imágenes de Pepa al lado de Javier Alonso. Lucía GutiérrezPepa llegó sola, sin ser llamada ni retenida. Entraba y salía con total naturalidad, convivía con las ovejas y, poco a poco, se acostumbró a ese entorno. «Durante meses entraba y salía como si fuera una más», recuerda Javier. El vínculo creció sin forzarse: los vecinos, sus hijos y todo el pueblo se acostumbraron a verlos juntos. Quienes los observaban hablaban de una conexión especial, difícil de explicar.
Una denuncia que lo cambió todo
Pero en marzo de 2025 la situación dio un giro inesperado. La Guardia Civil acudió al domicilio de Javier tras tener constancia de la presencia de la venada y procedió a denunciarle en aplicación de la Ley 42/2007, que prohíbe la tenencia de animales silvestres como animales de compañía sin autorización administrativa.
Javier se vio obligado a cerrar las puertas de la finca a Pepa. Sin embargo, la separación no fue sencilla. La venada, expulsada del lugar donde había aprendido a vivir, decidió quedarse fuera, esperando. «Cada día la veo en la puerta, esperando a que salga», relata con tristeza. Incluso ha tenido que empezar a coger el coche para ir al bar, situado a pocos metros, para evitar que el animal le siga. «Va detrás de mí a todas partes y tengo miedo de que le pase algo», confiesa.
La denuncia llegó formalmente en septiembre de 2025. Desde entonces, Javier sabe que agentes medioambientales podrían acudir en cualquier momento para retirar al animal. «Es un momento en el que no quiero ni pensar», admite. Asegura que nunca ha impedido que Pepa se marche: «Yo no la he retenido, ella es libre, pero no quiere irse».
Fue Pepa quien eligió a Javier
A día de hoy, la imagen de Pepa esperando pacientemente a las puertas del bar mientras Javier atiende a los clientes se ha convertido en parte del paisaje cotidiano del pueblo. Siempre atenta a cada movimiento suyo, como si no entendiera por qué ya no puede estar a su lado.
Javier comprende que Pepa es un animal silvestre y que la ley es clara, pero no puede evitar el temor por su seguridad. «No quiero pensar en el día en que se la lleven, pero tampoco quiero que un coche acabe con su vida o que le pase algo peor», dice.
No fue Javier quien eligió a Pepa, fue Pepa quien eligió a Javier. Una situación compleja y dolorosa que enfrenta la letra de la ley con una realidad que, para quienes los conocen, resulta evidente.
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