Kyrgios y Sabalenka, sonrientes antes del partido. REUTERS
Tenis El lenguaraz Kyrgios, 671 del mundo, arrolla a Sabalenka, la metódica número uno, en la nueva Batalla de los SexosEl australiano no le dio opción alguna a la bielorrusa, la mejor tenista del momento, en un duelo modificado y preparado para eliminar las desigualdades.
Más información:Kyrgios cumple su promesa y no tiene piedad de Sabalenka en la Batalla de los Sexos
Alberto Marcos Publicada 29 diciembre 2025 01:57h"¿De verdad crees que tengo que esforzarme al 100%?", preguntó Nick Kyrgios en plena conversación durante la grabación de un podcast cuando le plantearon la duda de si ganaría a Aryna Sabalenka, la número 1 del mundo. Sucedió durante el US Open de 2024.
Podía tratarse de cualquier soflama fanfarrona de las habituales del tenista australiano, una más al fin y al cabo, pero esta no se perdió en su océano de salidas de tono. Las declaraciones llegaron a la interpelada que, ni corta ni perezosa, aceptó el reto.
En ello tuvo mucho que ver que ambos tenistas pertenecen a la misma agencia, Evolve, una compañía que vio un filón en este enfrentamiento y rápidamente quiso sacar tacada de él.
ICONIC walkout for the tigress 🐯🎶
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Aryna Sabalenka takes the court against Nick Kyrgios for the Battle of the Sexes! pic.twitter.com/LysNCidESU
El duelo tenía un regusto añejo. Ese que recordaba al enfrentamiento entre Billie Jean King y Bobby Briggs en 1973, aquel que ganó la estadounidense para empezar a cambiar las cosas en el tenis femenino.
Esta vez el desenlace fue muy diferente. Sin el trasfondo social y con más show que reivindicación, Kyrgios, que vaga por el número 671 del ranking, avasalló a Sabalenka, la mejor tenista del momento.
Un duelo modificado y preparado
El Coca-Cola Arena de Dubái fue el escenario elegido para este enfrentamiento que generó una expectación casi artificial. Allí, en los Emiratos, donde las mujeres todavía tienen tanto que reivindicar, quería una fémina plantar su bandera ante el teórico predominio físico de un hombre.
Completamente vestida de lentejuelas y brillante como nunca, Sabalenka se deslizó desde lo alto de la grada hacia la pista mientras saludaba a los aficionados. Glamour y brillo, mucho brillo, revestían la cita.
Esperaba ya sobre la cancha Kyrgios con ese aire habitual entre la desidia y las ganas de relanzar su imagen, aunque fuera de aquella forma.
Kyrgios, en un momento del partido ante Sabalenka. REUTERS
La pista no era la habitual. No porque no hubiera pasillos de dobles, sino porque el lado de la cancha que defendía Aryna Sabalenka era más pequeño, concretamente un 9% menor que el habitual y el que iba a defender su rival.
75 centímetros menos de ancho para la bielorrusa, una medida para paliar esa supuesta inferioridad física sobre su contrincante. Y una apariencia a la vista extraña y hasta hipnótica, todo sea dicho.
La exhibición contaba con otra gran novedad. Se habían eliminado los segundos servicios, así que cada tenista tan sólo podía servir en una ocasión. Si fallaba, el punto iba directamente para el rival. Otro hándicap que, en teoría, jugaba a favor de Sabalenka.
Kyrgios, colección de defectos
Con ilustres en la grada que no quisieron perderse esta farándula como Ronaldo Nazário, la cita dio comienzo. No se puede decir que aquellos que pagaron hasta 1.000 euros en algunos casos para presenciar el show encontraran mucha rentabilidad en su inversión, porque apenas una hora y cuarto el duelo había muerto.
Nick Kyrgios, ese personaje del tenis convertido casi en un bufón por sus episodios tanto dentro como fuera de la pista, no le dio la más mínima oportunidad a la número 1 del mundo. 6-3 y 6-3 en 75 minutos y a casa. Dos sets, y la sensación de que Sabalenka ni siquiera llegó a ser una amenaza seria para el australiano.
Había quien esperaba un duelo más igualado, que quizás la número 1 del ranking WTA pudiera incluso ganar a un Kyrgios que está a años luz de Sinner o Alcaraz, pero el resultado de este experimento fue casi insultante.
Sabalenka SMOKES the winner past Kyrgios 😮💨 pic.twitter.com/sDvpo3qucj
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Kyrgios navega a duras penas por el número 671 del ranking. Otrora, en 2016, llegó a ocupar el puesto 13, pero aquello fue cuando todavía se tomaba el tenis en serio.
Hace tiempo que el australiano, también lastrado por las lesiones, decidió que la vida estricta de un tenista profesional no iba con él. De hecho, lleva tiempo siendo más noticia por sus dudosas actitudes tanto fuera como dentro de la pista que por sus resultados.
Sabalenka y Kyrgios, frente a frente en la Batalla de los Sexos. EFE
El hombre que decidió dejar de restar en pleno partido, que escupió a su staff, que vaciló a Rafa Nadal con sus saques, que hizo comentarios sexuales sobre la novia de Wawrinka, que tachó a la ATP de corrupta o que ya piensa en la retirada para jugar a videojuegos, barrió a Sabalenka.
El mismo que apenas ha disputado a lo largo de todo 2025 la ridícula cifra de cuatro partidos oficiales.
Sabalenka, la gran derrotada
Todo lo contrario estaba representado en el otro lado de la cancha. Frente al caos, la disciplina de Sabalenka. Frente al 671 del ranking, la número 1 del mundo. Frente a la arrogancia de Kyrgios, la personalidad centrada de la bielorrusa.
Ella no dudó en aceptar el reto y pensaba que tenía opciones de plantar cara. Incluso de ganar, por qué no. Hubiera sido una gran reivindicación, y viendo el estado de forma de uno y otro no hubiera sido nada descabellado.
Sin embargo, la pista dictó sentencia. Sabalenka, que a sus 27 años todavía tiene mucho tenis por delante y es la mejor del momento, tuvo que sucumbir ante un rival al que se le sigue comiendo el personaje.
And that's all she wrote!
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Nick Kyrgios defeats Aryna Sabalenka to win the Battle of the Sexes 👏 pic.twitter.com/9Yysdt6F5V
Ella, que acumula ya 21 títulos en su carrera deportiva. Ella, que este 2025 ha ganado cuatro títulos, incluido el US Open, y ha llegado a otras dos finales más de Grand Slam como Roland Garros y Australia.
Ni con todo eso pudo 'rascarle' apenas un set a Kyrgios, ni provocar un marcador más ajustado. El alocado y lenguaraz Kyrgios impuso su ley.