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Vigilia nocturna en Nueva York en recuerdo al cineasta y activista Rob Reiner, asesinado el pasado fin de semana. ReutersSábado, 20 de diciembre 2025, 00:21
... sus creaciones pensamientos tuyos que ni siquiera tenían forma. Como dijo Woody, la sensación es la de ese niño al que echaron del colegio por mirar dentro de la psique del compañero en su examen de filosofía.Aún así me costó hilar su apellido al de Rob, ese tipo del que supe por primera vez al salir de una de las películas que más me ha influido en mi vida: 'Cuando Harry encontró a Sally', una de esas películas que, de nuevo, parecen hechas para ti, tiene tu música, tus reflexiones sobre el amor (mucho más depuradas que las tuyas) tu humor y el poder de tocarte en el sitio donde se rompe la bolsa del llanto.
Poco tardé en descubrir que el tal Rob había dirigido otra de esas mías: 'Cuenta Conmigo'. Mi drama judicial favorito: 'Uno de los nuestros' y una película que, más allá de ser mía, es probablemente de las experiencias más bonitas que he tenido en una sala de cine: 'La Princesa Prometida'.
No sería poco si no fuera porque tiene dos de esas joyas escondidas de mis películas cofre, de esas que guardas por si a nadie más le gustan: 'This is Spinal Tap' y 'El Presidente y Miss Wade'.
Y, ya ves que no paro, por si fuera poco, fue la persona que hizo posible que la serie de mi vida, la que más directamente me ha hablado, fuera posible: 'Seinfeld'.
Igual con eso les basta para saber lo importante, desde la lejanía, que Rob y Carl, Carl y Rob, han sido, seguro que sin pretenderlo, en la persona que soy ahora mismo, decidan ustedes si para bien o para mal, yo me caigo suficientemente bien los más de los días. Por eso, quizá, he seguido su vida desde el seto de su merecido jardín y me he comprometido con cada uno de sus productos, con el agradecimiento a borbotones. De hecho, hasta ese día de antes de navidad, toda mi expectativa estaba puesta en esa continuación que Rob rodaba 'This Is Spinal Tap'.
Y entonces llegó ese día, y, de repente, el hijo de Rob, el nieto de Carl, de alguna manera, también acuchilló mi fe en el ser humano, en que, al menos en determinados rincones, quizá casas, optimistamente, familias, el bien, la manera limpia de ver el mundo, se iba transmitiendo. Lo siento, no es este un cuento de Dickens, es la más triste pesadilla Antes de Navidad.
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