Todo lo tenía a favor María Guardiola cuando convocó las elecciones: la inercia alcista del PP, el desplome demoscópico del PSOE, la oportunidad de desbloquear unos Presupuestos que bloqueaba Vox, el mensaje de estabilidad como eje central, la escasa pujanza del resto de candidatos... y, sobre todo, el procesamiento del líder del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo, por enchufar presuntamente al hermano del presidente del Gobierno desde su cargo de presidente de la Diputación de Badajoz.
Todo, incluso la campaña, jugaba a favor de la candidata del PP. En los primeros compases de la recta final hacia las urnas, Guardiola logró que el foco se pusiera en el «desbloqueo» de la gobernabilidad. Mientras, el PSOE se enfangaba en sus casos de presunto acoso sexual y en Vox estallaba la crisis de la organización juvenil Revuelta. Las encuestas, primero, y los trackings, después, marcaban una tendencia alcista del PP que les hacía soñar en secreto con la carambola de la mayoría absoluta. Que era y es muy difícil, pero no imposible. Pero una última semana de campaña algo errática ha desdibujado esos sueños. «Teníamos la mayoría absoluta en los deditos y la hemos perdido por errores absurdos», asegura un miembro de la campaña que no entiende que Guardiola rechazase ir al debate televisivo de RTVE del jueves, ni que la candidata popular se pasase de frenada diciendo, tras el robo de una caja fuerte que contenía 14.000 euros y 124 votos en una oficina de Correos, que «nos están robando la democracia».
La sensación entre los populares extremeños consultados es que el resultado de Guardiola será «muy bueno», pero, al tiempo, se quedan con la duda de si habrían logrado algo más «si ella hubiera sido ella misma» en la recta final de la campaña. Les pesa la idea de seguir dependiendo de Vox -si se cumplen los sondeos-, pero reconocen que siempre fue ése el escenario principal: depender de Vox, sí, pero consolidando el giro a la derecha en una comunidad tradicional del PSOE, ganando las elecciones (en 2023 Guardiola quedó segunda, empatada a diputados con los socialistas) y sumando más escaños que toda la izquierda. De manera que sólo fuera necesaria la abstención de la formación de Santiago Abascal para garantizar la gobernabilidad.
Alberto Núñez Feijóo, en conversación informal con la prensa durante la copa de Navidad del PP, aseguró ayer que la clave es que su partido va a pasar de estar empatado con el PSOE a distanciarse notablemente: «Le vamos a sacar 10 puntos al PSOE, y todos van a subir menos el PSOE», resumió. A su juicio, que el PP pueda superar el 40% de voto «en una tierra tan de izquierdas como Extremadura» es algo «inaudito».
¿Y no le habría gustado a Feijóo que Guardiola hubiera pisado el acelerador en la recta final de la campaña, yendo al debate televisivo nacional y haciendo más actos? «El candidato sabe cuál es su estrategia y su objetivo», y a él le parece que las entrevistas de Guardiola en dos periódicos extremeños han «aplacado» el impacto regional de ese debate.
Feijóo le resta importancia al órdago de Vox: cree que Abascal no se atreverá a pedir la cabeza de Guardiola si esta gana y la formación de ultraderecha queda en tercer lugar. También cree que Vox deberá permitir la gobernabilidad si los populares sacan más diputados que toda la izquierda junta. Y opina que el PP extremeño no tendrá que ceder tanto como cedió el PP valenciano, porque su situación es muy distinta y precisamente lo que busca es desbloquear una legislatura que había encallado.