El grupo musical Fito & Fitipaldis durante su concierto en el Movistar Arena, a 29 de diciembre de 2025, en Madrid (España). Ricardo Rubio / Europa Press
Música Fito & Fitipaldis reivindican lo reconocible y consolidan su fórmula en MadridEl grupo ofrece dos horas largas de pop-rock sin pirotecnia y con un sólido repertorio en su primer concierto en el Movistar Arena de la gira ‘Aullidos’.
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Alberto G. Palomo Madrid Publicada 30 diciembre 2025 01:47hTiene Fito Cabrales oficio de sobra para congregar a gente de todo tipo y llenar grandes espacios. El bilbaíno, de 59 años, cuenta con una heterodoxa legión que -bien por sus años al frente de Platero y Tú, por sus colaboraciones con Robe Iniesta o por sus discos junto a los Fitipaldis- sigue su pista desde hace décadas. Y aunque algunos prefirieran su versión más roquera, muchos han seguido apoyando el viraje hacia el pop. Un deslizamiento orgánico del que dio señales, algo camufladas, en su primer disco, de 1998. Y que continuó sin ambages ni caras de asombro en ‘Los sueños locos’ (2001) o ‘Lo más lejos a tu lado’ (2004), pistoletazo decisivo para sonar en las radiofórmulas.
Ha pasado tiempo desde entonces. Llegaron más álbumes, más ‘singles’ de karaoke y la misma naturalidad con la que el cantante afianzó un estilo propio. Es con este sello con el que se planta ante la multitud. Su simpatía, una banda sólida y un repertorio plagado de letras dispuestas para corearse con un balanceo suave o con un movimiento más atrevido de cadera son suficientes. Lo demostró la noche del lunes en el Movistar Arena de Madrid, durante la primera parada en la capital de su gira ‘Aullidos’. Fito & Fitipaldis llenaron el recinto y ofrecieron dos horas largas de ese pop-rock intergeneracional y sin artificios. No hubo sorpresas. Tampoco se les pidió.
Salieron al escenario con el telón echado y un foco que adivinaba las sombras. Boina de cuero negro y vaqueros, Cabrales arrancó de esta forma algo teatral A contraluz. Este tema del último álbum marcó el tono. Sin preámbulos, el grupo encadenó Un buen castigo y Por la boca vive el pez, dejando claro que el concierto avanzaría en línea recta, sin desvíos. El público respondió de inmediato, cantando con la familiaridad de quien sabe lo que viene y lo espera. No había ansiedad por lo inesperado, sino una especie de tranquilidad compartida: la de asistir a algo conocido, casi doméstico.
El grupo musical Fito & Fitipaldis durante su concierto en el Movistar Arena, a 29 de diciembre de 2025, en Madrid (España). Ricardo Rubio / Europa Press
Fito Cabrales y su formación aparecieron sobrios, contenidos, lejos de cualquier pose excesiva. Convencidos de su propio cancionero. Tras esos minutos de introducción, el músico saludó a los asistentes y confesó que tener su apoyo era “una puta bendición”. Pasó a Me equivocaría otra vez y susurró un “me acordé de Robe” al terminar, tras recitar ese estribillo de “no sé restar tu mitad a mi corazón”, golpeándose el pecho. No hubo más alusiones al artista, recientemente fallecido. Los cuervos se lo pasan bien y Entre la espada y la pared entraron precisas, bien ajustadas, sin alteraciones notables en el directo: no se trataba de reinventar las canciones, sino de tocarlas como deben sonar.
La primera mitad avanzó con ese pulso constante. A quemarropa y El monte de los aullidos reforzaron ese equilibrio entre intensidad contenida y melodía reconocible, mientras que Volverá el espanto aportó un matiz más áspero dentro de un conjunto que nunca se desborda. Todo estaba medido, controlado, incluso en los momentos que podrían invitar a un mayor desgarro, con imágenes en blanco y negro de fondo. Fito cantaba sin impostar, pero con la emoción de ser todavía un creador querido. Ya atravesado el bloque central, con Cada vez cadáver iniciando el clímax, sacudió a la muchedumbre con Whisky barato. “Vamos a bailar un poco”, arengó el artista, sin fuegos artificiales ni silencios para la ovación.
El grupo musical Fito & Fitipaldis durante su concierto en el Movistar Arena, a 29 de diciembre de 2025, en Madrid (España). Ricardo Rubio / Europa Press
A partir de entonces, el espectáculo se encaminó hacia su tramo más reconocible. Como un ataúd y Acabo de llegar suponían el eje de transición hacia una recta final interrumpida por un saludo multitudinario y la presentación del resto de miembros. La casa por el tejado y Soldadito marinero fueron recibidas como viejos conocidos, con esa mezcla de nostalgia y actualidad que define buena parte de su éxito. Los bises lo atestiguaron: La noche más perfecta prolongaba la lógica celebratoria antes del guiño a Platero y Tú con Entre dos mares, uno de los momentos más cargados de memoria colectiva.
Y no era solo un homenaje al pasado de Fito, sino también una manera de subrayar la continuidad de una trayectoria que ha sabido mantener su voluntad. Antes de que cuente diez puso el broche a una velada que no buscaba dejar huella por su audacia, sino por su consistencia. Fito & Fitipaldis no arriesgó ni pretendía abrir un punto de inflexión o una nueva etapa. Al contrario: reafirmaba una fórmula conocida, casi inalterable, que sigue funcionando gracias a su firmeza compartida. No hay riesgo, pero tampoco engaño. Lo que hicieron era exactamente lo que se prometía: dos horas de pop-rock bien tocado, sin adornos ni pirotecnia. Puede parecer previsible o incluso conservador, pero es honesto. Se sabe y se acepta. Y eso, después de tanto tiempo, resulta más que suficiente.