El realme GT 7 Pro fue el primer móvil de la marca en ubicarse en el rango de precio de los 1.000 euros, entrada en la que demostró su nivel. Su sucesor, el realme GT 8 Pro, con rendimiento insignia, batería de gran autonomía, fotografía con personalidad en alianza con RICOH GR, una pantalla notable y el curioso extra del módulo de cámaras desmontable e intercambiable, ahonda en ese camino y corrobora que la gama alta también es su espacio.

El GT 8 Pro mantiene precios respecto a la evolución previa: 999 euros en la configuración de 12 GB + 256 GB y 1.099 euros en la de 16 GB + 512 GB (antes de 12 GB). También aparece en una versión especial destinada a los amantes de la escudería Aston Martin y de Fernando Alonso, el realme GT 8 Pro Dream Edition, por 1.199 euros (aquí puedes leer su review).

Especificaciones técnicas principales del realme GT 8 Pro

• Pantalla: AMOLED de 6,79 pulgadas (2K, 144 Hz, 7.000 nits)
• Procesador: Qualcomm Snapdragon 8 Elite Gen 5
• Configuración: 12 GB + 256 GB / 16 GB + 512 GB
• Cámaras traseras: principal de 50 MP + teleobjetivo de 200 MP + ultra gran angular de 50 MP
• Cámara frontal: 32 MP
• Batería: 7.000 mAh con carga de 120W, inalámbrica de 50W e inversa
• Conectividad: 5G
• Sistema operativo: realme UI 7.0 (Android 16)
• Otros elementos: dual nano SIM, NFC, sistema de cámara RICOH GR, NEXT AI, altavoces estéreo, módulo intercambiable, IP69, IP68
• Peso y grosor: 218 gramos y 8,20 mm (versión color blanco) / 214 gramos y 8,30 mm (azul)
• Precio (momento lanzamiento): 999 euros / 1.099 euros

Más protagonismo para el módulo

Llega en colores Diary White, el blanco en el que lo he probado, y en Urban Blue, azul con una textura similar a la del papel, lo que activa el recuerdo del singular acabado del realme GT 2 Pro. Dos tonalidades que lucen limpias y desprenden sugerencia a la vez que van a encaminadas a conceder todavía más protagonismo del habitual al módulo de las cámaras debido a su condición intercambiable. Este rasgo, en su rol complementario, tiene su gracia y ejerce curiosidad.

El llamativo concepto del cambio de elementos para la personalización lo introdujo CMF, con el Phone 1, cuya trasera podía sustituirse por otras de distinto color y contemplaba el añadido de accesorios. Después, el Phone 2 Pro evolucionó el diseño modular, dejándolo más como un sello estilístico, si bien mantenía la opción de retirar la trasera y colocar una funda específica para usar accesorios.

realme lleva la juguetona idea a la gama ilustre, y únicamente atañe a la pieza metálica de las cámaras. Al igual que en el caso del otro fabricante, la sustitución se realiza quitando pequeños tornillos, en este caso dos, uno a cada lado. En la caja viene el mini destornillador para efectuar la fácil y rápida sesión de Meccano, no así la pieza alternativa, que se compra aparte. De fábrica luce un módulo circular, diseño que he podido combinar con uno cuadrado también metálico.

La colocación de una pieza distinta no supone cambiar de tipo de sensores (uno de los accesorios del CMF Phone 2 Pro era una lente ojo de pez y macro), sino que busca ser una expresión de los gustos estilísticos del usuario según el momento.

En blanco, el acabado resulta suave y delicado al tacto. Los marcos metálicos, que casan con la pieza de las cámaras, evocan reminiscencias iPhone. De agarre sólido y cómodo, supera los 8 mm de grosor, si bien es más fino que el anterior, 8,20 mm en blanco y 8,30 mm en azul frente a los 8,55 mm del GT 7 Pro. Pesa 218 gramos (214 gramos en azul).

Brillo por definición

Las pantallas de realme suelen dar en la diana y encerrar atractivo. La del GT 7 Pro seducía en virtud de su brillo, rasgo que potencia la del GT 8 Pro, escenificando un brillo máximo local de 7.000 nits (antes de 6.500 nits). El factor del casi cegador (en el buen sentido) brillo extra, cuya pestaña amplía bastante el rango, simboliza que la marca, una vez más, va con todo en pantalla.

El panel AMOLED, de 6,79 pulgadas, tamaño grande similar al de su predecesor (6,78 pulgadas), sube la resolución, pasando de la 1,5K a la 2K (3136 x 1440, con la de 2352 x 1080 como la alternativa estándar) y la frecuencia de actualización, de hasta 144 Hz frente a los 120 Hz canónicos. Un valor pensado para los juegos y materializado y perceptible en dicho terreno.

En contraste, pierde su condición LTPO. También desaparecen los rasgos curvos, siempre sugerentes cuando se hallan pero que no se echan de menos de por sí. Habilita tres modos de color (natural, el recomendado; pro y vívido), ajustes de temperatura de color, el tono adaptativo y un completo apartado dedicado al confort visual.

Contempla el modo hora de dormir (tonos más cálidos después del atardecer) y el confort visual mediante IA (el sistema detecta la fatiga visual y ajusta la temperatura de color) o según prefiera el usuario activando la pestaña correspondiente y ajustando las barras de temperatura de color y de textura de papel. Esta vía pone a disposición tres efectos de visualización (color real, color y blanco y negro).

En lo concerniente al acompañamiento sonoro, el dispositivo incorpora unos bastante atinados altavoces estéreo, con un sonido depurado.

Fotos con RICOH GR

El GT 7 Pro ofrecía una fotografía notable. Sin embargo, para competir en la disciplina, necesitaba dar otro paso, ir con un compañero estratégico de viaje y establecer un vínculo como el de vivo con ZEISS, el de Xiaomi con Leica o el de OPPO (antes también OnePlus) con Hasselblad. Justo lo que ha hecho, reforzando la relación ya existente, con RICOH GR. Un movimiento que tiene como objetivo la diferenciación y el nombre con la mirada puesta en la fotografía callejera.

La potenciación de la sinergia alumbra el modo RICOH GR, con distancias focales de 28 mm y 40 mm, el modo Snap para fijar y precisar más la distancia de enfoque (detalle para los más pro) y cinco tonalidades bien diferentes entre sí: estándar, película positiva, película negativa, monotono (que no monótono como aparece por error traducido por el sistema) y B&N alto contraste.

Cada una de ellas puede ajustarse al gusto subiendo el contraste, la nitidez o la claridad y están pensadas para distintos escenarios e intenciones creativas. Las que más he empleado son la original y la de blanco y negro. La selección y el factor RICOH GR llevan aparejados que la fotografía del dispositivo transmita personalidad.

Esta se conjuga con la calidad de las imágenes tomadas fuera del cauce. La composición de cámaras representa otra acción significativa, la de realme incorporándose a la tendencia de las marcas que lucen poderío de la mano de los teleobjetivos de 200 MP. El de la generación anterior era de 50 MP. El telefoto, con el sensor Samsung HP5 de fondo, implica un zoom óptico 3x (72 mm) y zoom de 6x (144 mm) y 12x (289 mm) sin pérdidas.

Lidera el sistema una cámara principal de 50 MP con el sensor Sony IMX906 y con estabilización OIS y EIS como el teleobjetivo. Atrás tiene su hueco la ultra gran angular (16 mm), esta vez también de 50 MP, en clara mejoría respecto a los 8 MP precedentes. La cámara de selfis, no compatible con el modo RICOH GR, sube de 16 a 32 MP.

La aplicación tiene presentes las fotos en movimiento, el modo de foto con IA (para el movimiento), la grabación con HDR (hasta 4K con 120 fps) y en 8K (30 fps), el modo retrato (disparos de 1x, 2x, 3x y 6x) y el modo paisaje de IA, con su reclamo aunque dependiendo de la iluminación ambiental más recargado de lo debido.

La alta resolución (50 MP y 200 MP, esta última con disparo de 3x), el modo noche y el modo pro lideran la vía de extras, amplia lista que como es costumbre puede editarse para sumar las que más se usen al menú de opciones preferentes. Aparecen el modo comida, el vídeo pro, el vídeo de vista dual o clásicos realme como el modo de estrellas y el efecto diorama. En el repertorio no falta el modo subacuático estrenado con el GT 7 Pro.

Vanguardia Snapdragon

El GT 7 Pro llevaba el Qualcomm Snapdragon 8 Elite, el procesador indicativo del máximo nivel entre los móviles insignia de la anterior hornada. En correspondencia, el realme GT 8 Pro basa su rendimiento en el poderoso Snapdragon 8 Elite Gen 5, el que va a definir el segmento en 2026, de momento presente en el OnePlus 15 y el POCO F8 Ultra. También fabricado en proceso de 3 nm, depara un uso excelente.

La marca entra en la etapa Android 16 con realme UI 7.0, software que consiguió recuperar el interés de sus inicios y que en su actualización sigue profundizando en la personalización y las funciones de IA. En su repertorio de NEXT AI aparecen el Resumen de notificaciones de IA y el Planificador de IA introducido en la generación precedente. Y tampoco pasa desapercibida la presencia, como en OPPO y OnePlus, de Mind Space, la memoria concebida como organizador de recuerdos.

7.000 mAh para una gran autonomía

El modelo previo marcaba la diferencia en virtud de la autonomía promovida por su batería de 6.500 mAh, valor por el que realme se convirtió en una de las compañías pioneras en las capacidades enormes que entonces empezaban a aparecer. El nuevo entra en los 7.000 mAh, terreno cultivado antes por el realme GT 7 y el realme GT 7T, que llegaron después, estándar con el que realme refrenda su posición a la cabeza.

Sus 7.000 mAh superan los dos días de uso sin grandes problemas, y con un uso normal, con momentos intensos y de bucle y otros de desconexión, no es raro alcanzar los dos días y medio o, mejor todavía, los tres días sin recurrir al cargador.

Las cargas rápidas imponentes forman parte del ADN de realme, y en el GT 8 Pro revalida la de 120W, la que destina a sus dispositivos estrella hasta que materialice otras todavía mayores en las que trabaja. Estando el teléfono al 4%, con su cargador SUPERVOOC vuelve a la casilla de salida energética en unos 40 minutos. Admite asimismo carga rápida inalámbrica de 50W e inversa (tanto por cable como inalámbrica).