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Javier Quintero, psiquiatra que asegura tener algunas claves para alcanzar la felicidad. SUR Javier Quintero: «La soledad no deseada se hace más palpable en días como Nochebuena»Este psiquiatra describe la nostalgia como «una forma distinta de tristeza» y recomienda ignorar las «preguntas clásicas» que se formulan en la cena familiar
Miércoles, 24 de diciembre 2025, 00:22
... todos saben lo que toca: la Navidad está a la vuelta de la esquina. Pero en lugar de ojos brillantes y corazones llenos, algunos albergan un resentimiento a esta época del año. Javier Quintero (Madrid, 1972) es médico psiquiatra en el Hospital Universitario Infanta Leonor y uno de los profesionales más reconocidos a nivel nacional. Pasa por Antequera para impartir una conferencia, ocasión ideal para colocar una entrevista y conocer cómo esquivar la depresión navideña. Además, Quintero ahonda en el concepto de la felicidad y cómo llegar a un estado deseado por muchos, pero que guarda tantas acepciones como momentos tiene la vida.–¿En lo que no se ponían muy de acuerdo los griegos es en definir qué es la felicidad. ¿Nos puede ayudar usted?
–Seguiríamos sin ponernos de acuerdo. Hay muchas corrientes filosóficas y es muy difícil definir lo que es la felicidad. La forma en la que yo traduzco la felicidad es que la vida tenga sentido. Cuando tiene sentido, significa que lo que dices, lo que haces y lo que sientes está alineado.
–¿Tener un buen levantar cuando suena el despertador es un indicador de felicidad?
–De entrada, un buen levantar por la mañana implica que has descansado bien, que has tenido un sueño reparador, que te levantas motivado e ilusionado porque lo que tienes que hacer ese día está alineado, también, con tu propósito. Aún así, levantarte peor no debería ser determinante para tener un mal día. Es importante diferenciar eso. Luego, sí que es que cierto que hay hábitos que son horribles y que deberíamos evitar, como mirar el móvil como lo primero que hacemos.
–¿Hay diferentes formas de felicidad?
–Probablemente, cada uno va a tener su propia felicidad. Por eso remarcaba antes lo importante que es alinear lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.
«El estado de la felicidad es cuando eres capaz de alinear lo que piensas con lo que haces y lo que sientes»
–¿Cuál cree usted que es el espíritu de la época actual y cómo se refleja en esa búsqueda de la felicidad?
–Vivimos en una época en la que todo tiene que ser para ayer y todo tiene que ser inmediato. Pero la inmediatez no se alinea mucho con el concepto de felicidad, pues la felicidad está mucho más integrado en la pausa, en la calma. La vida va demasiado deprisa. El ser humano se puede adaptar, pero hemos pasado de una época a cierta velocidad a otra en la que todo va muy rápido. Nuestro cerebro está sobrecargado de información y no lo puede procesar todo. Eso genera estrés y ya sabemos que estrés no implica la felicidad sino todo lo contrario.
–Para estar bien con los demás, tengo que estar primero bien conmigo mismo. ¿Es así o no deja de ser una frase manida?
–Tiene mucho de realidad, sí. Lo vemos mucho en las personas que cuidan a alguien. Al final, se olvidan de cuidarse a sí mismos. Siempre intento poner mucha importancia en la autoconciencia emocional. Cada uno debemos conocer nuestras emociones porque todas tienen un sentido y un propósito.
–¿Qué diferencia a la felicidad instantánea de un bienestar individual más prolongado?
–Yo distinguiría entre placer y felicidad. El placer es momentáneo, tiene mucho que ver con el cuerpo y deja un vacío después. Después de una descarga de dopamina, la mañana siguiente deja un vacío. La felicidad tiene que ver con lo espiritual, con el sentido, no tanto con el físico. Es más mantenida en el tiempo y deja calma. Por poner un ejemplo, una noche de sexo no tiene nada que ver con hacer el amor.
–¿Cómo se regula la felicidad a nivel cerebral?
–El placer tiene que ver con el circuito de recompensa y entra en juego, sobre todo, con dopamina. Pulsos de dopamina instantáneos que nos motivan para la acción y nos refuerzan en seguir buscando esa acción que nos hace sentirnos bien, aunque sabemos que solo es momentáneamente. La felicidad sostenida tiene mucho más que ver con la serotonina y con la oxitocina.
–¿Tenemos poder de influir en la búsqueda de la satisfacción o al final estamos marcado demasiado por nuestras circunstancias?
–Nuestras circunstancias pesan menos del 10% en nuestra felicidad. Muchísimo tiene que ver con lo que hacemos. Esto de responsabilizar a todo el mundo de nuestra felicidad es mentira. El único responsable de tus emociones eres tú mismo. En tu entorno claro que hay mucha gente que te va a influir. Pero, insisto, tus emociones son tuyas. Es decir, tienes que identificarlas e interpretarlas. Si tienes una relación tóxica, por ejemplo, y tu pareja te genera emociones negativas de manera recurrente, está en cambiar tu forma de relacionarte con ella o poner fin.
–¿Dónde va a pasar usted la Nochebuena?
–La paso en casa con mi familia.
–¿Esta pregunta, que parece inocua, puede generar malestar en muchas personas?
–Lo que tenemos que procurar es aprender a reunirnos en familia y ser capaces de hablar de todo, respetando que la gente piensa de manera diferente, pero que siempre debemos mantener el punto de respeto. No debería ser imposible.
–Parece que en estas fechas hay que estar feliz sí o sí.
–La soledad no deseada sí se hace más palpable en Navidad. Hay días en el calendario en los que uno va a añorar más el poder compartir con alguien. Nochebuena, Nochevieja, cumpleaños… El efecto de la silla vacía es así. Pero que nos falte alguien no implica, necesariamente, que tengamos que negar o rechazar esa sensación. Hay que darle un significado distinto. Por ejemplo, yo significo a mi padre, que ya no está, poniéndome su reloj cuando llegan estas fechas. Cada uno debe buscar como consigue ese significado.
«Vivimos en una época en la que todo tiene que ser para ayer; pero la inmediatez no se alinea con la felicidad»
–¿Cómo nos afecta la nostalgia?
–La nostalgia es una forma distinta de tristeza. Es el punto de extrañeza, el recuerdo de la cicatriz. La herida que cicatriza, con el tiempo, no duele pero sigue existiendo la cicatriz. Eso te produce una sensación diferente. La nostalgia tiene ese matiz de la añoranza. Es el recuerdo de unas emociones y no hay emociones buenas y malas. Todas tienen un sentido, absolutamente todas.
–¿Cómo te va en el trabajo? ¿Tienes ya novio o novia? ¿Cuándo te vas a casar? Estas son algunas de las preguntas que se formularán durante estas comidas navideñas.
–Bueno, son las preguntas clásicas… Pueden generar exigencia e inseguridad, sí. Poner sobre la mesa una exigencia que, a lo mejor, es incorrecta e inadecuada. ¿Para cuándo un novio? ¿Para cuándo un niño? Pues hay que contestar cuando me dé la gana. Muchas veces, nos proyectan un estereotipo de una vida ideal. Pero vuelvo a lo de antes. Lo importante es tener alineados tus entornos clave, que son el familiar, el entorno personal y el laboral.
–¿Qué recomendaciones puede dar a las personas que saben que estos días lo van a pasar mal?
–Hay que tener claro el juego entre las expectativas y la realidad. A partir de ahí, lo que tenemos que hacer es poner en orden esas expectativas. Entonces, uno puede no disfrutar, pero no pasarlo mal. Es una gran diferencia. ¿No te gustan las Navidades? Estupendo. Ahora, si decides que lo vas a pasar, eso ya es una decisión tuyo.
–Volviendo a la felicidad, ¿cree que es un estado que se puede planear?
–Sí, la felicidad se puede trabajar. Teniendo constancia, trabajando para alinear tu propósito, entendiendo cuál es tu mapa de circunstancias, desarrollando una mejor autoconciencia emocional… Si trabajas todo eso de manera sostenida en el tiempo, vas creando un hábito que te acerca o que te lleva por el camino de la felicidad.
–Por favor, complete la siguiente frase para acabar. Quien quiera permanecer feliz de manera permanente, debería de…
–Es que la felicidad permanente no existe, es imposible.
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