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La investigación sobre la muerte de Unamuno aprecia «indicios elevados» de criminalidad

La investigación sobre la muerte de Unamuno aprecia «indicios elevados» de criminalidad
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Los descendientes del escritor sopesan pedir la exhumación de sus restos tras los avances del grupo de trabajo de la Universidad de Salamanca

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Miguel de Unamuno, rodeado de falangistas, el día en que se enfrentó a Millán Astray en la Universidad de Salamanca. E. C. La investigación sobre la muerte de Unamuno aprecia «indicios elevados» de criminalidad

Los descendientes del escritor sopesan pedir la exhumación de sus restos tras los avances del grupo de trabajo de la Universidad de Salamanca

Miguel Aizpuru

Viernes, 26 de diciembre 2025, 09:32

... en su casa, donde se encontraba bajo arresto, que oficialmente se debió a una hemorragia bulbar –pese a que no hubo autopsia– y que en los últimos años ha sido puesto en duda en diversas investigaciones que aprecian elementos sospechosos e incluso apuntan directamente al crimen.

Uno de los investigadores salmantinos, Francisco Javier de Santiago, director del Máster en Análisis de la Conducta Criminal de la USAL, relata a EL CORREO que «hay indicios elevados de criminalidad» en torno a la muerte del escritor, aunque de momento no se traducen en evidencias que apunten a un asesinato. Lo que sí se sabe con certeza es que Unamuno estaba prisionero en su casa, que se le intervenía el correo y que temía que lo mataran, como llegó a confesar en una misiva que escribió al dramaturgo Henry Miller y que nunca llegó a enviar, descubierta por el escritor Carlos Sá Mayoral.

«En cualquier caso, aunque en nuestra investigación se puedan probar ciertas cosas, no vamos a incriminar a nadie como asesino», subraya el profesor universitario, que promete avances significativos en la cuestión a lo largo del próximo año. Pero, ¿hasta qué punto se pueden encontrar certezas sobre un hecho acontecido hace casi nueve décadas? Según De Santiago, es difícil, pero no imposible. Para ello, se está trabajando en campos como la psicolingüística forense para analizar los últimos escritos del intelectual, la psicología del testimonio para abordar las versiones e informaciones que se publicaron entonces, o la grafología, que podría arrojar pistas sobre el estado de salud de Unamuno.

Incluso está sobre la mesa la exhumación del cadáver -en la investigación participa un equipo de medicina legal de Aranzadi-, opción que los herederos sopesan en estos momentos, ya que se necesita autorización de algún descendiente. Les preocupa, eso sí, la politización y el revuelo mediático que pueda generar el desenterramiento de los restos para su análisis forense. «El grupo es totalmente neutral, independientemente de que cada uno tenga su ideología», deja claro el criminólogo sobre las cuestiones políticas que podría acarrear este asunto.

Diferentes teorías

En el terreno técnico, una exhumación podría descartar o confirmar algunas de las hipótesis sobre el fallecimiento del que era rector de la Universidad de Salamanca hasta octubre del 36. «Si no se encontrara nada sospechoso, quedaría claro que no hubo criminalidad y nadie volvería hablar en esos términos de la muerte de Unamuno. Pero también podría pasar lo contrario y que haya que cambiar los finales de determinados libros oficiales», conjetura De Santiago. En esa segunda opción entrarían las diferentes teorías del supuesto asesinato, como la del envenenamiento que se rumoreó en los días posteriores a su muerte -«se podría saber siempre que se encontrara pelo en el nicho»-, la de algún tipo de inyección letal o cualquier otra hipótesis de una muerte violenta.

Sería una autopsia con 90 años de retraso, ya que en el momento del fallecimiento no se realizó. Y es aquí donde entra otro de los elementos sospechosos de la historia: que el médico Adolfo Núñez atribuyera la muerte a una lesión bulbar. «Podía haber puesto que había muerto de un ataque al corazón, que se hubiera entendido en una persona mayor con problemas de la edad, que le diera un patatús; o incluso que se había asfixiado con el brasero. Pero poner la etiqueta de 'lesión bulbar' cuando eso solo se puede determinar con una autopsia (que no se hizo) podría ser un guiño, una manera de decir 'aquí hay problemas, es sospechoso'», expone el investigador, que añade que el entierro fue precipitado, a todo correr: «Fue todo muy rápido, la Falange secuestró el cuerpo y se le dio sepultura inmediatamente, en un entierro propagandístico. No hay ni una foto de la familia en torno al féretro».

Pase lo que pase en los avances de la investigación, lo que parece imposible es, de confirmarse que hubo criminalidad, determinar la autoría. A este respecto, hay posturas que divergen entre quienes sospechan de un asesinato. Carlos Sá Mayoral se inclina por pensar que una tercera persona, al servicio de la inteligencia franquista, estuvo presente en la escena. Por contra, el profesor universitario Luis García Jambrina y el cineasta Manuel Menchón, que han abordado el tema en libros y documentales, apuntan al falangista Aragón como responsable del supuesto crimen.

Aragón, el testigo clave

El grupo investigador de la USAL, en el que participan precisamente Jambrina y Menchón, no toma oficialmente partido por ninguna de las teorías pero sí investiga a fondo la figura clave de Bartolomé Aragón, único testigo de los hechos según la versión oficial, para tratar de comprender si su personalidad cuadra con la autoría de un crimen de estas características. Explica Francisco Javier de Santiago que, para ello, «hemos pasado el PCL-R, un test de psicopatía internacionalmente reconocido, y concluye que Aragón no era un psicópata de libro, pero podía ser un buen sicario bajo presión de mando. No podemos descartar que su presencia fuera, como mínimo, sospechosa».

Han repasado también amplia documentación y hemeroteca hasta concluir también que Bartolomé Aragón ofreció a lo largo de los años «cinco o seis versiones de los hechos, y todas diferentes; en unas amplía, en otras disminuye, en otras da más importancia a una cosa, otras son más propagandísticas…». También resulta extraña para los investigadores la visita de Aragón a un Unamuno que apenas conocía, aunque creen haber descubierto el nexo en común: Alfredo Malo Zarco, alumno de Unamuno y cuñado de Aragón.

Muchas incógnitas, muchas zonas oscuras y certezas difíciles de obtener a 89 años vista, pero que no van a frenar a este grupo de investigadores, a los que se han sumado nombres de la universidad vasca como el catedrático de Literatura Jon Kortazar, el de Derecho Penal Jon Mirena Landa o responsables de Aranzadi como la antropóloga forense Lourdes Herrasti. El grupo de académicos confía en que el próximo año sea clave para la investigación. «Tiene que haber avances en 2026, presumimos que los habrá en el año en el que se van a cumplir 90 años de su muerte», cierra un optimista De Santiago, conjurado para esclarecer de una vez por todas el capítulo final del universal filósofo bilbaíno.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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