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L.A. Crónica negra La muerte civil de la dermatóloga de la 'jet set'Doce años después de la brutal campaña de acoso que sufrió la doctora Pinto, los tribunales juzgan a principios de año al poderoso empresario López Madrid y a Villarejo por la contratación del excomisario y el hostigamiento a la denunciante
Madrid
Domingo, 21 de diciembre 2025, 00:16
Compartir«Seguimos en la puerta de tu casa, ¿por qué no bajas a hacernos compañía?»; «Tienes un hijo escayolado. Deberías cuidarlo bien. A esta edad sufren accidentes inesperados»; «Eres una puta loca (…). Tenemos tiempo y dinero para acabar contigo»; «Otro viernes que nos saliste a cenar con tus amigos. Seguirte es aburrido porque has dejado de tener vida. Tarde o temprano te cansarás y bajarás la guardia»; «Seguro que ayer no pudiste mantener tu bocaza cerrada. Ya te la cerraremos, puta»; «Sabes que el final de esto será que te matemos en su momento».
Estos son solo seis de los más de 70 mensajes anónimos amenazantes que a lo largo de 2014 recibió en su teléfono la doctora madrileña Elisa Pinto. La dermatóloga de la alta nobleza y la 'jet set' llevaba padeciendo una campaña de acoso y derribo personal y familiar desde meses atrás, cuyo punto de no retorno se produjo el 13 de enero de ese mismo año. Ese día un individuo que le seguía se introdujo en su vehículo y con un cuchillo le pinchó en su hombro izquierdo. El aviso era serio. Era su integridad o su silencio.
El origen de esta historia de obsesión, violencia y cloacas policiales, que visibiliza los tentáculos oscuros del poder para destruir a una profesional de éxito, se sitúa un poco antes, en marzo de 2012. Fue durante una visita a la consulta hospitalaria de un distinguido paciente. Otro de tantos, predijo Pinto. Pero no. Ni mucho menos. Era el empresario Javier López Madrid, entonces consejero de la constructora OHL, primer delegado de su matriz y yerno de su fundador, el marqués Juan Miguel Villar-Mir, ministro de Hacienda en el primer gobierno democrático. El abogado y economista tenía en ese momento 47 años; la doctora, 43. Ambos estaban en la cúspide profesional, económica y social.
Ampliar La dermatóloga Elisa Pinto Romero R.C.A partir de esta cita la vinculación médico-paciente fue mucho más allá. Se estableció una «relación de cercanía» entre ambos, pero con visos de alta toxicidad. Los asiduos encuentros se extendieron algunos meses más. Regalos, mensajes subidos de tono, llamadas telefónicas constantes...hasta que Elisa, inmersa en una montaña rusa emocional, decidió consultar con una psicóloga para distanciarse de López Madrid. Temía las consecuencias por el comportamiento demandante de él, y estaba en lo cierto. Pero no intuía ni por asomo lo que estaba por venir.
La vida de esta hija de un judío sefardí nacido en Tetúan y nacionalizado español en 1968, y de una mujer de origen soriano, cambió para siempre. Y las secuelas aún hoy, doce años después, son bien apreciables en su rostro. La campaña de acoso, cuentan desde su entorno, comenzó porque López Madrid no aceptó que ya no hubieran más encuentros. Y lo que vino luego fue la demostración explícita de su «enorme poder». De esa impunidad que creía poseer por su red de influencias entre la alta sociedad madrileña y las instituciones del Estado.
La primera decisión que tomó el ejecutivo -consejero en la actualidad del Grupo Villar-Mir, dueño de empresas como Ferroglobe o Fertiberia- fue contratar los servicios privados de un policía en activo. El actor protagonista de las cloacas: José Manuel Villarejo. Corría el mes de septiembre de 2013 y el objetivo, según recoge el sumario, era callar a la doctora, evitar que denunciara o que, en caso de hacerlo, impedir que su acción penal prosperase.
Ampliar El empresario Javier López Madrid. EFELas agendas intervenidas al comisario jubilado tras su detención en noviembre de 2017, en el marco de la 'operación Tándem', recogen las visitas que le hizo López Madrid a su oficina del Paseo de la Castellana de Madrid. En este embrollo también acabaron metidos otros dos comisarios ya jubilados: Enrique García Castaño, alias 'el Gordo', entonces responsable de los sistemas operativos policiales, y José Luis Conde, de la Policía Judicial.
La campaña de hostigamiento dio entonces sus primeros pasos. El 10 de diciembre de 2013, el empresario y un abogado socio de Villarejo acudieron a la consulta de Pinto para hacerle una encerrona. Pero no tuvo éxito. Solo diez días después llegó la primera denuncia de la doctora en la comisaría de Chamartín, preludio de un 2014 de acoso total. No solo fueron los mensajes antes mencionados, los seguimientos o la primera agresión física. Villarejo activó su circuito mediático para iniciar una campaña pública de desprestigio personal contra Pinto. Pasó de víctima a convertirse en una enloquecida acosadora con ganas de fama. Fue el comienzo de su muerte civil, comentan desde su entorno.
En paralelo, el 10 de abril de 2014 se produjo una segunda agresión física. Un individuo la apuñaló en su vehículo delante de su hijo de entonces diez años. Sufrió una herida en su abdomen. «Él quiere que cierres la boca», le espetó el agresor. Esta persona fue identificada en dos ocasiones por Pinto como José Manuel Villarejo en una rueda de reconocimiento fotográfico. Por aquel entonces el gran público no le ponía cara al comisario más oscuro. El mismo que presentó pruebas falsas para tratar de desvincularse de este episodio. Pero no pudo escaquearse.
La denuncia de Pinto llegó al comisario jefe Jaime Barrado, hoy jubilado, pero que en mayo de 2015 autorizó a celebrar la rueda de identificación que apuntó a su compañero. Este paso adelante de Barrado le costó un enfrentamiento con la órbita de Villarejo en la cúpula policial, del que era un protegido, y recibió recientemente un intento de soborno para comprar su silencio. Un asunto que ha denunciado ante la Guardia Civil, según adelantó esta semana El Diario.es.
Ampliar El excomisario José Manuel Villarejo. EPEl caso pasó entonces al inspector Alberto Carba -conocido años después por la detención del productor musical Nacho Cano-, quien según el entorno de la doctora hizo un informe plagado de incorrecciones para librar a Villarejo, incriminar a la víctima por denuncia falsa y desacreditar el testimonio del hijo de la dermatóloga, testigo presencial de la agresión.
En enero de 2016, con el caso ya mediatizado por periodistas afines a Villarejo, López Madrid denunció a Pinto ante la Fiscalía de Menores por abandono de su hijo de 12 años. Asuntos Sociales llega a abrir un expediente y los técnicos se personan en su domicilio. Un mes después, y a instancia del fiscal, el Juzgado de Instrucción número 39 de Madrid decretó el sobreseimiento provisional de la causa abierta por la denuncia de la doctora. Tres años después del comienzo de la operación de intimidación parecía que el empresario se había salido con la suya. Incluso la Fiscalía pidió encausar a Pinto por denuncia falsa. El mundo al revés.
Pero el archivo fue revocado meses después, en abril de 2017, cuando se determinó que el informe policial resultante de la investigación de la denuncia no era veraz. La abogada de Pinto, Ana Blanco, con el respaldo de la Asociación Clara Campoamor, le dio la vuelta al caso. Poco después, en noviembre siguiente, fue detenido Villarejo en la 'operación Tándem' y sus agendas incautadas dejaron al descubierto los servicios supuestamente prestados a su distinguido cliente. El mismo que compartió pupitre con el rey Felipe VI en el colegio Santa María de los Rosales, en Aravaca; o la persona a quien la reina Letizia llamaba cariñosamente «compi yogui» por su coincidencia en clases de yoga, según los mensajes aparecidos en el sumario.
Todos estos hechos tendrán próximamente una respuesta de la Justicia en forma de sentencia. Será por partida doble, porque primero la Audiencia Nacional tiene previsto juzgar entre el 12 y el 20 de enero próximo a Villarejo y a López Madrid por presunto cohecho en la contratación del policía en activo. Un procedimiento en el que la Fiscalía no acusa, solo la defensa de la denunciante, que reclama entre dos y seis años de cárcel. Y en febrero, en un juzgado de lo penal, tendrá lugar la vista por las presuntas amenazas, coacciones y lesiones a Elisa Pinto, en la que el Ministerio Público reclama 13 años de prisión a cada uno de los acusados. Una petición que se conoció poco después de archivarse definitivamente la denuncia de López Madrid, que ya fue condenado por las tarjetas black de Cajamadrid, contra Pinto.
Precisamente, uno de los mensajes que recibió la doctora en 2014 le amenazaba de forma explícita por no guardar silencio. «Qué pérdida de tiempo, puta imbécil. Tanto esfuerzo para acabar muerta», rezaba. Pues bien, doce años después llega el tiempo de la Justicia y la dermatóloga de la jet set madrileña busca dejar atrás definitivamente su muerte civil.
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