El PNV ha necesitado 6.414 días para asumir que nunca fue viable la ocurrencia envuelta en genialidad de utilizar el tirón del museo Guggenheim para relanzar la economía en una reserva de Urdaibai en Vizcaya. El Patronato integrado por las instituciones vascas y la Fundación Salomon Guggenheim enterró ayer un proyecto que el partido de Aitor Esteban ha tenido que sepultar antes de que la fractura política y social se incrementara en Vizcaya, el único Territorio Histórico en el que aún mantiene su sólido liderazgo electoral. EH Bildu se apunta como un trofeo propio esta renuncia que exigían miles de vecinos, colectivos ecologistas y representantes culturales del País Vasco. «La realidad ha pasado por encima del PNV», se congratuló el portavoz parlamentario de EH Bildu Pello Otxandiano.
El órgano rector del Guggenheim anunció ayer oficialmente que entierra la idea que surgió una calurosa mañana del 25 de junio de 2008; desdoblar en la ría de Urdaibai junto a Guernica el museo bilbaíno para atraer a 145.000 visitantes al año con una supuesta una propuesta cultural que nunca terminó de concretarse pero que requería de más de 130 millones de inversión pública.
La vicelehendakari Ibone Bengoetxea, la diputada general de Vizcaya Elixabete Etxanobe y la nueva directora del museo Guggenheim Bilbao Miren Arzalluz fueron las encargadas por el PNV de dar la cara para edulcorar la marcha atrás al proyecto que durante 17 años y medio se convirtió en santo y seña de los nacionalistas para aunar medio ambiente, cultura y turismo de calidad. El lehendakari Pradales -impulsor del proyecto durante su etapa como diputado foral y president e del patronato del Guggenheim- no ha comparecido ante los medios. El argumento utilizado para finiquitar el proyecto son los diez años que tardarán en resolverse los recursos judiciales interpuestos contra la decisión del Gobierno de Sánchez de reducir la zona de franja costera protegida y los cambios en las normativas urbanísticas para facilitar la construcción del desdoblamiento del Guggenheim en Guernica.
Pese a la puesta en escena protagonizada por las representantes de las instituciones y de la pinacoteca, la decisión sobre el Guggenheim de Urdaibai es el reconocimiento de un error mayúsculo sostenido demasiado tiempo por la cúpula del PNV. La réplica del museo Guggenheim en un entorno natural situado a 36 kilómetros de Bilbao surgió como deslumbró a la sociedad vasca aquel lejano verano de 2008. El entonces diputado general vizcaíno José Luis Bilbao sorprendió a propios y a extraños al anunciar en un acto del foro Tribuna Euskadi Forum Nueva Economía en Bilbao que estaba dispuesto a invertir 100 millones de euros para repetir el éxito del museo Guggenheim que se había inaugurado en octubre de 1997.
La propuesta de José Luis Bilbao se convirtió en el ariete que el PNV necesitaba para arremeter contra el Gobierno de Patxi López cuando el líder de los socialistas vascos llegó hasta el palacio de Ajuria Enea con el respaldo del PP vasco. Poco importaba que la idea 'original' del diputado general vizcaíno no fuera más allá de la exhibición de músculo financiero -como sucedió a mediados de los 90 con la pinacoteca bilbaína- y que se aludiera al compromiso de la Fundación Salomon Guggenheim a apoyar el proyecto siempre y cuando se contara con una edificio singular como sucedió con el finalmente encargado a Frank Ghery para Bilbao.
El proyecto inicial situaba este edificio emblemático -del que nunca se llegó a aportar ni siquiera un mero dibujo- en la localidad de Sukarrieta, el pequeño pueblo donde se encuentra la tumba de Sabino Arana, el fundador del PNV en 1895. Pero la protección de la desembocadura del río Oka hasta el Cantábrico calificada de Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1984 se convirtió en el primer obstáculo.
Organizaciones sociales como Guggenheim Urdaibai Stop apoyadas por colectivos ecologistas y partidos como EH Bildu y Podemos se posicionaron en contra del proyecto cada vez que el PNV pretendía desde la Diputación vizcaína o desde el Gobierno vasco dar pasos en su compromiso por replicar el éxito del museo bilbaíno. Año tras año, el museo Guggenheim en Bilbao mejoraba sus cifras hasta llegar en 2024 a los 1,3 millones de visitantes y, lo que aún es más importante para las instituciones vascas, la generación de casi 800 millones de euros de actividad económica. El PNV entonces por Andoni Ortuzar decidió en julio de 2022 jugársela de nuevo al resucitar su proyecto con el compromiso previo del Gobierno de Pedro Sánchez para apoyarlo financieramente y para modificar la normativa de protección de la costa.
Si en 2008, la apuesta inicial replicaba casi de forma expresa el formato de un edificio singular para acoger obras modernistas -incluida la reiterada petición del traslado del 'Guernica' de Picasso-, en el verano de 2022 de nuevo la Diputación de Vizcaya anunció que se habilitarían dos espacios museísticos ubicados en una antigua fábrica cubertera y en el astillero Murueta que estarían conectados por un carril bici. La nuevo reconfiguración del proyecto primaba la presunta recuperación medioambiental de los terrenos ocupados por el astillero y miraba con descaro al Gobierno de Pedro Sánchez para aportar 40 millones de euros. En julio de 2023, el Gobierno de España concedía estos 40 millones que son los únicos que hasta ahora han sido destinados para este proyecto. La presión de los nacionalistas incluso llevó a que el museo Guggenheim en Urdaibai se incluyera como destino de los fondos europeos Netx Generation.