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Mónica Zambrano (i), Claudia Carrero (c), y Tita Villamayor participan durante la primera cumbre internacional de ECA (Ending Clergy Abuse) sobre 'Los Abusos del Opus Dei en Argentina' EFE Las criadas del Opus DeiDecenas de mujeres que formaron parte de esta realidad eclesial denuncian la explotación laboral y manipulación sufridas, que la prelatura niega categóricamente
Roma
Jueves, 18 de diciembre 2025, 00:10 | Actualizado 00:31h.
... continúan porque te cuesta cumplir con un horario laboral normal y descansar, ya que solo sabes partirte el lomo. Eres carne de abusador y de estafador». Fátima Navarro, que pasó desde los 14 hasta los 34 años como numeraria auxiliar de esta realidad eclesial, en la que se dedicaba a realizar tareas domésticas con un horario extenuante, fue una de las españolas que formaban parte del Opus Dei que ofrecieron este martes su testimonio durante el encuentro organizado en Buenos Aires por la organización ECA Global (Ending Clergy Abuse), dedicada a la lucha contra los abusos en la Iglesia católica.En el transcurso de la causa penal, que está en fase de investigación, la Fiscalía ha solicitado que preste declaración Mariano Fazio, actual 'número dos' de la organización y antiguo máximo responsable en Argentina. Sebastián Sal, el abogado de las 43 denunciantes, también ha pedido que se investigue a Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei. León XIV, por el momento, no se ha pronunciado sobre este caso, que ha estallado de manera simultánea a la reforma de los estatutos de esta realidad eclesial pedida por el Papa Francisco. El Pontífice argentino limitó la autonomía del Opus Dei al remarcar su dependencia del dicasterio vaticano para el Clero y estableció que el prelado es un «moderador» que no precisa de la ordenación episcopal.
Ampliar Una mujer, entre el público ReutersPara las presuntas víctimas, la raíz de los abusos laborales y económicos está en la manipulación que habrían sufrido para que se convirtieran en numerarias auxiliares. «Me dijeron que Dios me llamaba para cuidar a mi familia, que era el Opus Dei. Me estuvieron insistiendo hasta que dije que sí. Quién era yo para decirle que no a Dios», contó en el encuentro de Buenos Aires Navarro, que también participó en el documental 'El minuto heroico', en el que 13 mujeres que formaron parte de esta realidad eclesial relatan los abusos sufridos. «Existe una manipulación diabólica con la que consiguen romperte. Es una auténtica burrada equiparar tu vocación dentro del Opus Dei con tu vocación profesional. Porque si sales descubres que no tienes nada», lamentó Navarro.
El fin último es «el poder»
La también española Teresa del Romero, exnumeraria y que creció en una familia de la Obra, como se conoce a esta organización fundada por san Josemaría Escrivá de Balaguer, denunció que esta realidad eclesial «se presenta como un camino espiritual, pero funciona como una ingeniería de pertenencia que va al servicio de la institución». A su juicio se trata de un sistema «muy bien orquestado» para beneficiar a una entidad cuyo fin último es «el poder» y que no permite cuestionamientos internos. «Cuando algo te chirría el sistema no se cuestiona, se te devuelve a ti como falta de fe, de humildad o de entrega».
Del Romero dejó el Opus Dei después de que se le encendieran varias alarmas, «como el machismo». «No podía entender que a los numerarios se les dejara fumar y a nosotras no. Hay una enorme diferencia interna entre los hombres y las mujeres», relató, denunciando la supuesta «cultura de la pureza» a la que tienen que someterse las féminas.
El caso de Visitación Villa Mayor es paradigmático de la realidad que vivieron dentro del Opus Dei las 43 denunciantes del caso de Argentina. Nacida en Paraguay en una familia pobre y numerosa, entró en la Obra cuando era adolescente con la promesa de que iba a estudiar en un colegio, pero se encontró trabajando desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche durante años en varias residencias de la organización en su país y en Argentina. «Me dijeron que yo tenía vocación de numeraria auxiliar y no sabía ni lo que era», relató. Cuando por fin consiguió salir, se topó con que no tenía formación ni apenas dinero y que tampoco se habían realizado las contribuciones relativas a su trabajo.
«Tardaron cuatro años en dejarme ir. Me costó el oro y el moro», contó Villa Mayor. Para ella fue determinante la visita que recibió de una amiga: «Vi que ella era libre. Podía salir y entrar, ir a tomar un chocolate o un helado, pero a mí no me dejaban ni visitar a mis padres. Ella podía escuchar música y a mí no me permitían poner la radio. Tras aquella visita entendí que estaba presa y maquiné para irme».
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