Nos preguntamos qué tienen en común las personas que deciden enfilar la vida juntas
JUAN BAS
Domingo, 21 de diciembre 2025, 01:00
... frente al televisor. Ella espabila un poco y le dice a él: «Mariano, ¿y si nos casamos?». A lo que Mariano, sacado del ligero sueño, responde: «Y a estas alturas de la vida, ¿quién nos va a querer?».Otra cuestión es el secretismo en la pareja: la impostación o el engaño de uno o de ambos. Creo que fue Lady Di quien dijo que en su matrimonio había demasiadas personas. Era muy buena y romántica la escena de la comedia de Manuel Gómez Pereira 'El amor perjudica seriamente la salud' en que Ana Belén y Juanjo Puigcorbé, antiguos amantes, bailan con sus respectivas parejas conyugales e imaginan al alimón una proyección astral de sus cuerpos, que bailan juntos y dicen que se añoran. Supe de un hombre en Madrid que estaba casado y tenía dos hijos. Años después, la esposa descubrió que su marido tenía otra familia simétrica en Barcelona (donde iba con frecuencia por trabajo), también mujer y dos hijos. Después, salió del armario, se echó novio y vivió en Bilbao. Como decía la canción, «maneras de vivir». La sanidad alemana dio facilidades para realizar pruebas de ADN de paternidad. Se frenaron pronto porque podían hacerse sin consentimiento, cogiendo a escondidas un cabello o una muestra de saliva, y los resultados deparaban demasiadas sorpresas.
Además de las parejas con amantes, están las monógamas que exceden su número de dos por la presencia constante de fantasmas no superados. Antiguas historias de amor que no duraron, pero cuya huella permanece en el que fue abandonado porque su auténtica voluntad habría sido continuar aquella relación en vez de iniciar la que mantiene. Acicates de vidas paralelas cuyo transcurso solo se da en la imaginación y el deseo y son por tanto perfectas, no están sometidas al desgaste de la realidad y del tiempo. Y por último, están las parejas constituidas por un único miembro: el que se quedó solo por desaparición de la persona amada y la sigue llevando al lado, en su corazón, el resto de su vida sin reemplazo posible.
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