El reconocido actor siempre ha estado involucrado en la escritura de películas desde una etapa muy temprana. Otros directores como Alfred Hitchcock u Orson Welles nunca obtuvieron el galardón de la Academia.
El caso sigue abierto. Todavía muchos se preguntan cómo un reconocido actor como Ben Affleck produjo, dirigió y protagonizó la Mejor Película de 2012, Argo. Al menos así lo creyó la Asociación de Prensa Extranjera en Hollywood que le otorgó el Globo de Oro en dicha categoría y también a su dirección. Presunto talento que también le llevó directo a la gala de los Oscar, donde la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos premió a la cinta como el mejor largometraje de aquel año, Mejor Guión Adaptado y Mejor Montaje. Certamen en el que el intérprete compitió contra el todopoderoso Steven Spielberg y su biopic sobre Abraham Lincoln, la oscarizada Kathryn Bigelow y su relato sobre la caza de Osama Bin Laden en Zero Dark Thirty, Ang Lee con su vanguardista La vida de Pi o a autores de renombre como Michael Haneke. Todos son pesos pesados para la industria y para la crítica. Sin embargo, un cineasta novato como Affleck se impuso sin tapujos.
Las malas lenguas dirán que todo es fruto de una campaña de márketing orquestada por la industria audiovisual estadounidense. Ni siquiera Hollywood puede tener tanto descaro frente a la crítica o el público. La realidad, tan incierta como siempre, está en que Affleck filmó una cinta que hablaba del cine como arma política, herramienta de espionaje y además exploraba con toques de humor las entrañas del sector. El metacine siempre es recibido con agrado en Hollywood y suele ser galardonado en este tipo de premios que ni de lejos son reflejo de las mejores películas.
No obstante, Affleck siempre ha estado involucrado en la escritura de películas desde una etapa muy temprana. Aunque su papel como director no resulte tan conocido, el intérprete se ha ganado por derecho propio poder hacer lo que se le venga en gana. Affleck pasó de ser una estrella juvenil y guionista -junto a su inseparable amigo Matt Damon- a un profesional respetado detrás de la cámara a través de pequeños productos con un profundo relieve cinematográfico. Su escueta filmografía refleja un gusto por el cine de género y el gusto por aquel Hollywood más teatral, el de Cooper, Gable y Kelly.
De hecho, su primer hito como guionista fue la magnífica El indomable Will Hunting (1997) dirigida por Gus Van Sant. Este filme, que también coprotagoniza junto a Damon y Robin Williams, le dio legitimidad como autor, lo que le llevó directo a los despachos más exclusivos de Hollywood.
Su debut como director se dio en 2007. Con Adiós, pequeña, adiós, el intérprete y cineasta demostró una gran maestría para dirigir actores y transmitir una atmósfera realista. Hollywood ya no lo veía solo como una pieza más del star-system. Hecho que tres años después lo catapultó directo a una película de mayor presupuesto, The Town (Ciudad de ladrones). En esta ocasión Affleck firmó una obra más ambiciosa en la que mostró solvencia a la hora de marcar el ritmo y crear tensión dramática. El resultado reforzó su perfil de cineasta competente en el terreno oscarizable de lo comercial y artístico. Después llegaría Argo y en solo tres películas Affleck ya había levantado la dorada estatuilla. Para subrayar la magnitud del hecho, personalidades como Alfred Hitchcock, Orson Welles o Howard Hawks nunca ganaron el premio a Mejor Película por cintas como Psicosis (1960), Ciudadano Kane (1941) o Río Bravo (1959) respectivamente.
Control creativo
Quizás el actor sea más conocido por sus idas y venidas con Jennifer Lopez o por ahogar sus problemas con una botella. Pero sí, indudablemente Affleck tiene talento como director de cine. Si aún no conocen su otra faceta más allá de la interpretación, el próximo sábado a las 22:00 horas VEO7 emitirá Vivir de noche (2016), la cinta que el actor dirigió tras Argo.
Ambientada en Boston en plena Ley Seca, la película adapta la novela homónima de Dennis Lehane y mezcla crimen organizado, drama moral y crítica social acerca del racismo y fanatismo religioso. De nuevo, Affleck dirigió, escribió y protagonizó el largometraje. Pese a que la cinta no resultó igual de efectista para la crítica y la taquilla como su predecesora, sí comparte gran parte de las virtudes que Affleck ha consagrado como cineasta.
Quizá siga resultando extraño que el hombre que se ha vestido varias veces de Batman sea un director respetado. Pero, alejándonos de los tópicos e ideas preconcebidas, Affleck tiene carisma y talento suficiente para ser un gran director. Ha demostrado tener instinto para el tono y el ritmo; sabe modular la tensión para construir un suspense sostenido con pequeños golpes de humor. Asimismo, su trabajo como actor le ha llevado a empatizar y saber dialogar con los intérpretes de sus películas, obteniendo de este modo interpretaciones naturales y contenidas. A su vez, el gusto por el Hollywood clásico del director se nota en su economía narrativa en la que prioriza escenas funcionales y estáticas para narrar los hechos.
En compendio, el uso de localizaciones reales, su intuición para ensamblar secuencias en la sala de montaje y el difícil equilibrio que dibuja a la hora de rodar películas comerciales con sello autoral le dan más que credibilidad. Affleck no es solo el chico que perseguía a Liv Tyler en Armageddon (1998), Affleck es también el artista que ganó el Oscar a la Mejor Película.
Rob Reiner, el cineasta que filmaba desde el corazón¿Por qué Casillas y Nadal invierten en República Dominicana?El hombre que quiso filmar a Don Quijote Comentar ÚLTIMA HORA