Por qué un motor de combustión nunca será tan eficiente como uno eléctrico, la clave está en la física

Las marcas usan avanzadas tecnologías en sus motores para aumentar la eficiencia, incluso materiales.Mercedes Las marcas de coches han conseguido seguir vendiendo coches térmicos durante mucho tiempo, aunque no por ello van a renunciar a los coches eléctricos. Saben que la clave de la verdadera eficiencia está en los coches eléctricos, y que la combustión está muy cerca de los límites de la física. Si los coches eléctricos no han triunfado como los fabricantes y Europa esperaban es debido a un gran número de factores que, por supuesto, ya conocemos y que va mucho más allá de los elevados precios, de las baterías, de las limitadas autonomías, los elevados tiempos de carga, a pesar de que estos se estén reduciendo, o de la falta de infraestructura de carga pública. Pero hay algo más que las marcas de coches han pasado por alto, y que no han querido o sabido transmitir, y tiene que ver con la eficiencia. Esta es una cualidad que han asumido las marcas chinas y que las está llevando a presentar motores de combustión técnicamente avanzados, sin verse obligadas a recurrir a la electrificación, todo lo contrario que los fabricantes occidentales. Estos han optado por introducir sistemas electrificados básicos, como los engañosos MHEV de 48V para reducir el consumo de combustible y las emisiones contaminantes, para ahora escalar un peldaño más y dejar a la eficiencia en manos de los combustibles sintéticos. Los motores eléctricos, como el de BYD, no se rigen por el proceso de Carnot. El proceso de Carnot o cómo la física determina la eficiencia en los motores de combustión Sin embargo, a estos se les ha olvidado que la eficiencia de los motores de combustión viene definida por los límites que marca la física, que no por la política, y por un proceso con casi 200 años de antigüedad. Se trata del proceso de Carnot, y este se encarga de señalar el límite superior teórico de la eficiencia de cualquier motor térmico. Este es un ciclo en el que un gas oscila entre dos depósitos de calor, que se absorbe a altas temperaturas, y en el que una parte del calor se transforma en trabajo mecánico y otra se libera a una temperatura más baja. La diferencia entre las temperaturas determina la eficiencia, más elevada cuanto mayores son las de la combustión y menores las temperaturas de las pérdidas por escape. Pero el hecho de aumentar la temperatura de combustión tiene consecuencias negativas, tanto para los componentes implicados en el proceso, que están sometidos a un mayor esfuerzo, como para el consumo de combustible al necesitarse también mayor refrigeración al igual que para el medio ambiente, y aumentar las emisiones contaminantes. La teoría del proceso de Carnot dice que un motor de combustión perfecto podría alcanzar eficiencias muy superiores al 60 %, pero en la práctica, la gran mayoría de motores modernos están muy lejos. De hecho, la eficiencia de un diésel se acerca a un 40 %, y la de los gasolina suele ser inferior. La eficiencia de los combustibles sintéticos, en entredicho Razones por las que los fabricantes han recurrido a la aplicación de varias tecnologías para reducir las pérdidas de eficiencia en condiciones reales de conducción, combinando el uso de turbos con la inyección directa o la sincronización variable de válvulas. Sin embargo, estas han demostrado que la perfección no existe y que los límites de la eficiencia siguen estando presentes. Superar la barrera en la eficiencia de un motor de combustión sólo es posible en dos circunstancias, con los híbridos enchufables (PHEV) y los extensores de autonomía (EREV) y, por tanto, con la ayuda de un motor eléctrico. Estos no tienen el problema del proceso de Carnot. La realidad de los motores eléctricos se impone por su propia naturaleza, y no admite discusión, porque estos no necesitan transformar la energía en calor y después movimiento, por lo que la eficiencia de los motores eléctricos supera el 90 %. Un nivel al que nunca llegarán los motores de combustión, incluso por mucho que los chinos se esmeren como lo están haciendo en los últimos años. Y no, los fabricantes europeos tampoco romperán los límites de la eficiencia con los combustibles sintéticos.