San Siro vibra con la magia de Modric y el Milan lidera la liga a falta del partido del Inter
Nkunku (28) celebrando uno de sus dos tantosAP- LEIRE REGUERO
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El Milan llegaba a San Siro con la espina clavada tras la caída ante el Nápoles en la Supercoppa y un empate ante el Sassuolo que dejó un sabor amargo. Tocaba reaccionar ante su gente, reencontrarse con sensaciones y recuperar la confianza de cara al tramo decisivo de la temporada. No fue inmediato: el Verona se mostró sólido, ordenado y dificultó la construcción de juego de los rossoneri, obligando a Modric a asumir el control y poner ritmo a un equipo que necesitaba claridad y precisión.
Y vaya si lo hizo: el croata firmó un auténtico partidazo, repartiendo juego, rompiendo líneas y conectando con sus compañeros en cada acción. El golpe inicial llegó en el añadido de la primera parte, cuando Pulisic abrió el marcador y dio al Milan un respiro y una ventaja psicológica clave. En la segunda mitad, Nkunku se encargó de traducir la superioridad en goles con dos tantos que desataron la euforia en San Siro y sellaron la victoria. Con 35 puntos en el casillero, los rossoneri lideran provisionalmente la Serie A a la espera de lo que haga el Inter ante la Atalanta, y dejan claro que, cuando el equipo funciona y sus líderes aparecen, pocos pueden plantarles cara.
El arranque fue más incómodo de lo esperado para los rossoneri. El Hellas Verona, bien ordenado y sin complejos, fue el primero en asomarse con peligro: a los 9’, Bernede puso un pase atrás que no encontró por muy poco a Mosquera. El Milan, espeso, trataba de agitar el juego por bandas con Tomori y Saelemaekers, pero sin profundidad.
La más clara llegó en el 20’, con un disparo lejano de Loftus-Cheek que, tras tocar en un defensor, se marchó fuera y obligó al córner. Poco a poco el Milan empezó a instalarse en campo rival, aunque la zaga del Verona se recomponía con rapidez y cerraba espacios. En el 31’, Rabiot desperdició una buena opción con un mal pase raso al área, demasiado previsible para un Nuñez al que le sobró tiempo para mandar el balón a córner.
Faltaba claridad y ritmo. Saelemaekers no encontraba su mejor versión y el peso del juego recaía casi en exclusiva sobre Modric. El croata fue el único capaz de ordenar, romper líneas y conectar con Nkunku, sosteniendo a un Milan que se marchó al descanso con la sensación de estar a medio gas.
Nada más volver de vestuarios, el Milan encontró el camino. En el 46’, el estadounidense apareció donde aparecen los grandes para cazar un balón en el área y abrir el marcador, un gol que desatascó el partido y colocaba virtualmente líder a los de Allegri.
El golpe fue definitivo. Apenas un minuto después llegó el penalti para el Milan y, en el 48’, el lanzador engañó a Montipò con maestría para ampliar la renta. El Verona se vino abajo y el Milan empezó a gustarse. En el 53’, Modric estrelló un disparo lejano en el poste y Nkunku, atento y oportunista, cazó el rechace para firmar el tercero ante la tardía reacción del guardameta.
El vendaval no cesó. Rabiot volvió a probar suerte desde fuera del área en el 55’, aunque su disparo se marchó desviado, y en el 61’ Montipò firmó un paradón espectacular para negarle el gol a Loftus-Cheek y evitar una goleada mayor. El capitán del Verona sostuvo a los suyos mientras el Milan, ya sin urgencias, manejaba el partido con autoridad.
San Siro celebró una victoria que no solo limpia heridas, sino que podría confirmar al Milan como un líder sólido y cada vez más reconocible con opciones de mantenerse en la pelea por el Scudetto de cara a la segunda vuelta.
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