- JAVIER AYUSO
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Imbuido de su nuevo estilo tiktokero Pedro Sánchez repitió el domingo y el lunes que "a los españoles les renta que siga el Gobierno progresista de coalición". Una especie de ensoñación que se le ha ocurrido en su peor momento político, acosado por la corrupción en su partido y su entorno familiar, acorralado por los casos de acoso sexual de sus colaboradores, bloqueado por su debilidad parlamentaria extrema y noqueado por todas las circunstancias que le rodean. En vez de reconocer que cada día que pasa las cosas irán a peor, el líder socialista ha decidido volverse a poner al frente de la manifestación con una exposición pública falsamente triunfante que no ha convencido ni a sus propios socios y aliados.
Es verdad que durante sus siete años en La Moncloa se han producido importantes avances en la política social y los derechos ciudadanos. No se puede negar. Pero también es cierto que la legislatura ha llegado hace ya tiempo a una situación límite en la que no puede gobernar. Solo a él y a sus secuaces (partidarios, seguidores, adeptos, comparsas... según el diccionario de sinónimos) les puede "rentar" esa defensa numantina de la poltrona presidencial. Es una fantasía digna de "un césar que tiene sometido al PSOE a través de un populismo puro y duro", como explicaba este fin de semana el ex diputado socialista Pedro Bofill.
Los escándalos que se han multiplicado en los últimos meses le han quitado la razón cuando afirmaba que "la Justicia pondrá las cosas en su sitio". Los procedimientos judiciales y los informes de la Guardia Civil (a los que sus secuaces han querido desacreditar), han puesto blanco sobre negro una enorme trama de corrupción que salpica a las personas de su mayor confianza. En la actualidad hay en marcha una decena de investigaciones que le acorralan y sobre las que insiste en denunciar como "campañas de acoso personal, mentira y fango". ¡Qué desvergüenza!
La conferencia de prensa celebrada ayer para hacer balance del año fue un auténtico despropósito de la que salió especialmente mal parado. Cuando toda España no deja de comentar los casos de corrupción y la negligencia del PSOE frente a los casos de acoso sexual dentro de su partido, Sánchez volvió a mostrar un país maravilloso y unos ciudadanos que tienen mucho que agradecerle. Los casos "mascarillas", "pagos en metálico en Ferraz", "hidrocarburos", "Sepi Gómez", "David Sánchez" o la condena al fiscal general del Estado parecen puras anécdotas que el presidente despachó con que "hemos actuado con contundencia".
A estas alturas, se puede decir que asistimos a una crisis sistémica de corrupción dentro del partido, cuyos efectos no han hecho más que empezar. La investigación sobre el que el fuera presidente de la SEPI puede abrir nuevos frentes respecto a rescates y contratos realizados por el holding empresarial público que este gobierno ha utilizado como arma para intervenir en la actividad privada. Puede ser una auténtica sangría para los dirigentes socialistas.
Pero no es solo la corrupción la que afecta a Pedro Sánchez, a su partido y al ejecutivo; ni el me too de las feministas del PSOE ante los casos de acoso sexual sin control. A todo ello hay que añadir el bloqueo absoluto de la gobernabilidad por parte de los aliados que le apoyaron en sus dos investiduras y que han dejado de confiar en él. Hasta sus socios de Sumar han decidido apuntarse a la crítica y han pedido un cambio profundo en el Gobierno.
En un país serio, un presidente que no es capaz de aprobar ningún presupuesto en casi tres años de legislatura debería haber dimitido. Él mismo se lo exigió a Mariano Rajoy cuando gobernaba el PP. Pero ¿qué es la palabra para alguien que no la respeta nunca? Ayer mismo volvió a insistir en que se encuentra con fuerzas para seguir gobernando hasta 2027, "porque les renta a los españoles". Si tan seguro está de gustar a los ciudadanos, debería convocar elecciones generales ya y ganarlas por primera vez en su trayectoria política. Según el CIS (ese engendro manipulado por un dirigente socialista), saldría victorioso. Pero él sabe que Tezanos miente, siguiendo sus propias indicaciones.
Además, las cosas van a ir a peor. Este domingo, el PSOE se va a pegar un auténtico batacazo en las elecciones en Extremadura. Con un candidato procesado y todo el peso de la corrupción y los escándalos sexuales, los socialistas, que ganaron las últimas elecciones en la región aunque no consiguieron gobernar, van a obtener los peores resultados de su historia. Por lo menos, eso dicen las encuestas. Ya no valen los mensajes del miedo a la ultraderecha para movilizar a unos votantes decepcionados por lo que publica la prensa cada día.
Y después de Extremadura llegarán los comicios en Aragón, Castilla León y Andalucía, en los que la demoscopia les augura nuevos fracasos. Los cinco ministros candidatos (Pilar Alegría, María Jesús Montero, Óscar López, Diana Morant y Ángel Víctor Torres) están quemados antes de empezar las campañas electorales. Las previsiones no pueden ser peores.
Lo más sorprendente frente a este escenario es la falta de una respuesta contundente dentro del partido. Sánchez se ocupó de destruir cualquier movimiento interno cuando ganó el poder en Ferraz y sustituyó a líderes socialistas con nivel y experiencia política por amiguetes que han acabado en prisión o que le siguen bailando el agua en defensa de su poltrona. Es urgente que el PSOE se movilice internamente antes de que sea demasiado tarde. Para el partido y para los españoles.
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