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Juan Luis Cadena, encargado del asador El Paisano, ante los vehículos que forman parte de la gran cesta de Navidad que sortean el próximo 5 de enero. R. C. Un piso, un Mercedes, una autocaravana, comida para un año... así es la mayor cesta navideña de EspañaEl Paisano, un asador de carretera cerca de Utrera (Sevilla), sortea un lote valorado en 850.000 euros. Ya han despachado 95.000 de las 100.000 papeletas a la venta. «Esto se nos ha ido de las manos, pero vamos a seguir superándonos», dice su encargado
Madrid
Viernes, 26 de diciembre 2025, 00:13
... un fenómeno nacional. El restaurante El Paisano, un negocio familiar fundado en los 70, de esos que aún respiran autenticidad, es un lugar de peregrinación no ya por sus desayunos que vuelven locos a los camioneros, sino por algo más insólito: la rifa de la que se considera la madre de todas las cestas navideñas de España, un descomunal lote que año tras año, por cantidad y calidad, se supera a sí mismo.Lo que en 2008 comenzó como un modesto lote de alimentación -«la típica cesta de tienda de barrio, con medio queso, un jamón y un salchichón»- es hoy un premiazo valorado en 850.000 euros. La mareante cifra se justifica con una enumeración de más de 400 regalos que ninguno de los clientes que prueba suerte (a diez euros la papeleta) consigue memorizar.
Por citar algunos de los más jugosos, la cesta 'contiene' un apartamento a estrenar totalmente amueblado en el centro de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); dos coches nuevos, un Mercedes deportivo descapotable y un Cupra Terramar; una autocaravana de siete plazas, «la más grande que hay en el mercado», según Cadena; dos motos, una BMW y una Harley Davidson; un quad; una piscina de nueve metros de largo por tres de ancho «no hinchable, sino de estructura sólida y lista para instalar donde nos digan»; electrodomésticos de alta gama, televisores, una tableta, un móvil, un ordenador, dos bicicletas o un bono de viaje de 5.000 euros.
Pero hay mucho más. Incluye también alimentación y bebidas para saciar a un regimiento. «Hay comida para un año», asegura el sobrino del dueño: decenas de botes de conservas de todo tipo y chacinas 'pata negra', como tres jamones ibéricos de ocho kilos cada uno, tres cañas de lomo, tres chorizos ibéricos de bellota, tres salchichones de la misma calidad o tres quesos de oveja curado... Solo esos tesoros gastronómicos ya harían feliz a cualquiera... sin contar las seis garrafas de cinco litros de aceite virgen extra o los diez cubos de fabada que contiene el cestón.
Algunos de los productos de la cesta y litado de varias decenas de los regalos que se sortean. R. C.«Todo está libre de impuestos, los coches se entregan matriculados y el piso escriturado», precisa Juan Luis. Solo hay un problema que no es baladí: el ganador se tiene que llevar los 400 regalos por su cuenta. O sea o alquila un tráiler para hacer un hueco a la autocarava, los dos coches, las motos y demás, o se tiene que meter una pechada de viajes.
Los regalos ocupan una zona del restaurante habilitada exclusivamente para exponerlos. Todo, salvo el apartamento, se pueden ver físicamente. Incluso la piscina está colocada en la terraza, elevada con grúa. «La tenemos allí desde el primer día. No vendemos ni una sola papeleta hasta que no está todo expuesto. Esa es nuestra ley», afirma Cadena.
Un fenómeno en la carretera
El Paisano no está en una autovía moderna, sino en una de esas carreteras de toda la vida, la Nacional IV, entre los municipios sevillanos de Los Palacios y El Cuervo, con un carril en cada sentido y una raqueta para acceder al asador. Los parroquianos entran con la familiaridad de quien llega a su casa con la certeza de que el avituallamiento será contundente. «Es un sitio de paso entre Sevilla y Cádiz. Muchísima gente para aquí todo el año: trabajadores, familias, camioneros… Y ahora, en esta época es cuando entra la fiebre de la cesta y todo el mundo picotea papeletas», cuenta Cadena. A pocos días para el sorteo, ya han liquidado el 95% del papel, unas 95.000 papeletas de las cien mil a la venta.
El lote se ha vuelto tan popular que se conoce incluso en el extranjero gracias a la web (no es raro que se sature por exceso de pedidos), y también a los camioneros foráneos, que echan el freno para sentarse ante la barra de El Paisano y aprovechan para llevarse un boleto. Participan del ritual transportistas franceses, portugueses, italianos, alemanes... y hasta militares estadounidenses de la base de Rota que hace unas semanas iban en un autobús de excursión a Sevilla e hicieron una parada. «Una vez un comprador adquirió online diez participaciones desde Australia; seguro que sería familia de alguien de por aquí, porque de otro modo no sé cómo se pudo enterar viviendo tan lejos», apunta Juan Luis.
La meta de vender todo el papel se alcanza cada año, pero el ritmo en estos días es frenético. «Este pasado fin de semana la cola llegaba a 200 personas. Tendríamos que haber hecho una foto». En la recta final suelen despachar un millar de papeletas cada día, la mayoría presencialmente. «Hay gente que viene expresamente a comprar, y otros que paran a desayunar o a comer y acaban llevándose varias. Muchos ya han comprado antes, pero se les mete el gusanillo y repiten».
Lingotes de oro para la próxima
Desde la primera cesta de 2008, cuando cada participación costaba un euro, el premio nunca ha quedado desierto. Los agraciados proceden de toda España: Tenerife, Salamanca, Ávila, Huelva, Jerez, Cádiz… Y también de pueblos cercanos. «A veces es mejor que toque cerca, por aquello del boca a boca, pero puede tocarle a cualquiera», enfatiza Juan Luis.
Cadena recuerda especialmente la historia del año pasado. «Le tocó a una familia muy humilde de Los Palacios. El hombre no podía venir porque tenía el coche averiado. Imagínate: le tocaron dos coches nuevos y un apartamento, que el año pasado era de segunda mano, no a estrenar como ahora».
Además del piso nuevo, entre las novedades de este año destacan la Harley, la piscina gigante y el Mercedes descapotable. «Todos los años intentamos superarnos porque los clientes nos lo piden». ¿Y para el próximo? «Nos han pedido lingotes de oro e incluso criptomonedas, así que el año que viene lo mismo metemos bitcoins», dice Cadena entre risas.
Así las cosas, lo que empezó como una cesta de barrio hace 17 años ha ido creciendo como crece lo que se hace con cariño, ingenio y, sobre todo, cierta dosis de audacia. Hoy el sorteo es un fenómeno viral: se graban vídeos, se comparten fotos del lote, se hacen quedadas solo para ir a comprar papeletas o a ver el expositor con los regalos esperando como gigantes dormidos. «No nos levantamos un día y dijimos »Vamos a hacer esta loura«. Empezamos haciendo cestas pequeñitas, después dijimos, 'Vamos a meterle un par de bicicletas', luego algo de electrodomésticos, un frigorífico, un horno, un microondas... Y año tras año fue aumentando poco a poco hasta que metimos el coche, y luego el piso... y así hemos ido creciendo hasta convertirnos, que yo sepa, en la mayor cesta de Navidad de España», describe Juan Luis.
Juan Luis se despide ya. Tiene que dar de merendar a sus hijos y se disculpa. Mientras tanto, El Paisano sigue llenándose de clientes y curiosos, las papeletas se agotan y la terraza del restaurante luce un piscinón de nueve metros de largo como si fuera lo más normal del mundo, enmarcando una pila de premios: el Mercedes brillante, la autocaravana lista para viajar por Europa, los palés de comida apilados como fortalezas y la sensación de que en el El Paisano la Navidad no solo se celebra, también se sueña.
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