Las Baleares son un archipiélago formado por islas e islotes a medio centenar de millas al este de la península Ibérica, en el mar Mediterráneo. Por su situación geográfica y su ubicación a medio camino entre el norte de África y Francia, en el centro de una telaraña de rutas marítimas, históricamente ha sido siempre un territorio estratégico para los intereses militares, especialmente a principios del siglo XIX.
Ahora, casi dos siglos después, el archipiélago está volviendo a ganar importancia en el mapa geoestratégico mundial y europeo, debido a las crecientes amenazas que se ciernen sobre Europa y a su condición de enclave protegido capaz de dar cobijo y soporte a aviones, buques y unidades del Ejército español y de la OTAN.
El impulso de Defensa a Baleares se enmarca en una estrategia a largo plazo para fortalecer las islas y se ha traducido en diversos movimientos estratégicos ejecutados discretamente en los últimos meses.
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- Redacción: SERVIMEDIA | EFE Madrid
A principios de octubre, y tras una licitación impulsada en julio, el Ejército del Aire adjudicó a una unión temporal de empresas (UTE) la construcción de un nuevo polvorín en el recinto militar de la base aérea de Son Sant Joan, centro de operaciones del Ala 49 y del Escuadrón 801, una base que acaba de cumplir 75 años de vida. El almacén militar (técnicamente será un «depósito tipo iglú resistente a 7 bares») tendrá 27 metros de largo, 9 de ancho y 4,5 metros de alto, con capacidad para 75 toneladas. La obra costará 1,6 millones de euros y está previsto que finalice a mediados del próximo año.
Bases del Ejercito en BalearesLos documentos de Defensa lo definen como una instalación de «almacenamiento estratégico». Y, aunque no ha trascendido el tipo exacto de material que allí se custodiará, se trata de un proyecto de máxima seguridad destinado a albergar munición para los cazas y armamento que favorezca que la base esté preparada para, en caso de amenaza, poder ser utilizada operativamente por la Fuerza Aérea española.
La base de Palma es conocida en círculos militares de forma coloquial como «el portaaviones de España en el Mediterráneo», como recordó en un acto reciente celebrado en Mallorca el propio teniente general y Jefe del Ejército del Aire, Francisco Braco. Y con esa importancia se encaran estas inversiones destinadas a mejorar el destacamento.
En un desayuno celebrado recientemente con medios de comunicación, el general Braco recordó que la superioridad aérea es imprescindible para ganar las guerras del futuro. También apostilló: «No estamos en guerra, pero no puedo afirmar que estemos en paz», en una velada alusión a las amenazas que afronta el continente europeo y los retos globales que encara la OTAN, avivadas desde la guerra de Ucrania y la tensión con Rusia.
El Ejército del Aire tiene desplegadas dos unidades en Baleares. El Ala 49 opera en Son Sant Joan con un avión y un helicóptero. Además de misiones de salvamento y rescate, realizan otras labores de vigilancia y disuasión en aguas españolas. «A esta base aérea se le denomina en argot táctico 'portaaviones en el Mediterráneo', por su orografía y por la facilidad de operar que tienen todas las aeronaves encuadradas en la Alianza Atlántica, dando cobertura a los países del Mediterráneo Occidental, cuyos acuerdos nos vinculan», explica la propia página web del aeródromo militar palmesano.
El destacamento aéreo de Palma se complementa con la base de Pollença, donde opera otra unidad de hidroaviones dedicada a la prestación de servicios para la extinción de incendios.
La obra de Son Sant Joan (que comparte nombre y está ubicada cerca del aeropuerto de aviación civil) no ha estado exenta de polémica política. Tras ser desvelada la inversión en los medios de comunicación locales, recibió el rechazo frontal de algunos de los partidos con representación en el Parlamento balear, liderados por Sumar y los nacionalistas de Més, aliados del PSOE durante las dos pasadas legislaturas.
La Armada durante un ejercicio en Baleares en 2019FlickerLos grupos de izquierdas se escudan en el rechazo vecinal y acusan al Gobierno de opacidad en un proyecto que, por sus propias características estratégicas, tiene naturaleza confidencial. El proyecto para el nuevo polvorín ha provocado igualmente la queja formal del propio Gobierno autonómico que preside Marga Prohens (PP). El pasado 24 de octubre, la presidenta regional envió en su nombre una carta a Pedro Sánchez en la que le trasladaba su «queja» y su «sorpresa» al haber tenido conocimiento por los medios de la construcción «de un almacén de bombas y explosivos».
Anteponiendo que no cuestiona la necesidad ni la oportunidad del proyecto, Prohens expresaba en esa carta, a cuyo contenido ha tenido acceso este periódico, su «más absoluta comprensión hacia las necesidades del Ejército del Aire, especialmente en el actual contexto, que exige garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos ante amenazas externas». Sin embargo, lamentaba que se hubiera proyectado esta instalación «crítica y sensible» sin «contactar o informar previamente a las instituciones públicas locales».
Más importante es el despliegue naval en Baleares, donde están destinados en torno a un centenar de miembros de la Armada. Al frente de ellos se encuentra el capitán de navío Javier Núñez de Prado, jefe del sector naval de Baleares. Es él quien, en conversación con EL MUNDO, repasa la importancia geoestratégica del archipiélago, que en unos años había perdido peso debido a la disminución de las amenazas.
Sin embargo, explica que «si bien ahora el punto caliente es en el Mediterráneo Central, o sea, el Egeo que entra hacia el Mar Negro, todo está comunicado, más por el mar; y la amenaza está por cualquier lado. Las Baleares están volviendo a ganar un peso geopolítico bastante importante».
El Sector Naval de Baleares depende de la Fuerza de Acción Marítima, con base en Cartagena, y su misión es ejecutar la acción del Estado en el mar, especialmente en las aguas territoriales. De su jefatura dependen las comandancias de Baleares, con la estación naval de Porto Pi; Mahón, con una superficie en puerto de 900 metros cuadrados; e Ibiza.
Todas las estaciones navales están a disposición no sólo de las capacidades españolas, sino también de los países aliados. En esa línea, hace unas semanas estuvo fondeado en Palma por primera vez el portaeronaves USS Gerald R. Ford, el más moderno y grande de la Armada de Estados Unidos. Este coloso flotante, un buque de última generación con capacidad para 75 aeronaves y 5.000 soldados, llegó en plena escalada de tensión en Oriente Próximo.
Tal y como explica Núñez de Prado, el buque de guerra «no entró porque España no permite que los barcos nucleares atraquen en puertos nacionales; además, Palma está concebido para barcos medianos o de poco calado. En Mahón pueden entrar buques anfibios, destructores y fragatas».
En ese ejercicio de colaboración con los miembros de la OTAN, hay una agrupación permanente de cazaminas en la que participan barcos españoles. «En mayo, normalmente España organiza el ejercicio Spanish Phoenix y atracan en Baleares», agrega Núñez de Prado.
Según describe, la bahía de Palma «es un sitio estupendo» para el adiestramiento; entre las ventajas, enumera «las aguas, el tiempo, que suele ser bueno... muchas características que hacen que la bahía de Palma sea uno de los sitios mejores del Mediterráneo para hacer ejercicios de Guerra de Minas».
La presencia del Ejército en el archipiélago es discreta pero sólida, aceptada socialmente por la mayoría de baleares, según los sondeos. Y en el actual contexto de tensión global, su valor estratégico para garantizar la defensa nacional y la paz en aguas continentales vuelve a cobrar peso.