- Autor, Anthony Zurcher
- Título del autor, Corresponsal en Norteamérica, BBC
- 31 minutos
Durante una reunión de gabinete en la Casa Blanca hace unas semanas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, echó un vistazo alrededor del amplio salón lleno de sus principales asesores, funcionarios del gobierno y asistentes e hizo una predicción.
El próximo candidato presidencial republicano, dijo, está "probablemente sentado en esta mesa".
"Podrían ser un par de personas sentadas en esta mesa", añadió, insinuando las posibles contiendas electorales por venir.
A pesar del la enmienda constitucional que limita su presidencia a dos períodos de cuatro años en el poder, sus adeptos corearon "cuatro años más" durante un mitin en Pensilvania. Ahí, Trump expresó que los últimos tres años de su segundo mandato equivalían a una "eternidad".
Pero cuando se refirió a las posibles nominaciones presidenciales republicanas para 2028, fue claro: "No voy a ser yo".
Las próximas elecciones presidenciales pueden parecer muy distantes, pero las especulaciones de Trump -y ciertas fricciones dentro de su coalición- sugieren que las maniobras para suceder al republicano y definir el movimiento MAGA (Make America Great Again, Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo) en los próximos años ya están en marcha.
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En las elecciones municipales y estatales del mes pasado, el Partido Republicano perdió apoyo entre los votantes de minorías y de la clase trabajadora que ayudaron a Trump a regresar a la Casa Blanca en 2024.
Miembros de su equipo se han peleado por asuntos de política. Y algunos, principalmente la congresista Marjorie Taylor Greene, se han salido de su órbita, acusando al presidente de haber perdido la conexión con los estadounidenses que lo llevaron al poder.
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Ha habido especulación sobre las rupturas entre las bases MAGA en ciertos sectores de la prensa internacional y local.
Hace unas semanas un titular del diario The Washington Post preguntaba: "Los líderes MAGA advierten a Trump que la base se está yendo. ¿Los escuchará?".
Las señales de alerta están allí. Aunque Trump es reconocido desde hace tiempo por estar en sintonía con su base, los meses venideros presentarán una serie de desafíos al presidente y su movimiento. Lo que está en juego no es nada menos que su legado político.
De Vance a Rubio: ¿un equipo de rivales?
Todo eran sonrisas sobre los históricos logros presidenciales hace unos días dentro de los amables confines del salón de gabinete recién decorado y adornado con oro por Trump.
Pero los aspirantes a la presidencia que Trump pudo haber tenido en mente cuando miró alrededor de la mesa dan una pista de lo difícil que puede ser evitar que su movimiento MAGA se reviente en las costuras.
El vicepresidente JD Vance estaba sentado directamente enfrente del presidente. Como compañero de fórmula, es ampliamente considerado el más probable heredero de Trump, el favorito de los hijos del mandatario y de los libertarios magnates de la tecnología en Silicon Valley.
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Episodios
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El secretario de Estado Marco Rubio estaba inmediatamente a la derecha del presidente. Este exsenador de Florida, que compitió contra Trump por la nominación republicana en 2016, pasó la última década sometido a una transformación MAGA.
Ha tirado por la borda su antiguo apoyo a una política migratoria liberal y una línea dura contra Rusia para sumarse a la política exterior de Trump que aboga por "Estados Unidos Primero". Pero si hay alguien que se parezca a un republicano de la vieja guardia con influencia en el partido de Trump, es Rubio.
Luego está el secretario Robert F Kennedy Jr., cuyo escepticismo contra las vacunas y su agenda de "Hagamos a Estados Unidos saludable otra vez" han creado un terremoto dentro de burocracia de la salud en EE.UU.; él estaba sentado a dos puestos de Rubio. El otrora demócrata, luego independiente y finalmente republicano converso es la encarnación viva de los extraños ideólogos aliados que Trump creó el año pasado camino a la reelección.
Y finalmente, Kristi Noem, la secretaria de Seguridad Interna, quien estaba en una esquina apartada de la mesa.
Aunque la exgobernadora de Dakota del Sur no es considerada una importante aspirante a la presidencia, su respaldo a la ejecución de leyes agresivas contra la inmigración -incluyendo su reciente llamado a un veto completo de entrada contra "todo maldito país que ha estado inundando nuestra nación con asesinos, parásitos y drogadictos privilegiados"- la ha convertido en una destacada figura de las políticas de este gobierno.
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Pie de foto,Cada uno de ellos, si decidieran lanzarse, pensaría que podría ser el heredero político de Trump y tomar control del movimiento que ha transformado la política estadounidense a lo largo de la última década.
Pero, parafraseando los comentarios que hizo Benjamín Franklin (prócer de la independencia) en el nacimiento de la democracia estadounidense, quienquiera que gane al nominación republicana recibirá un coalición exitosa... si la puede mantener.
La transformación del imperio republicano
Por supuesto que nada de esto está garantizado, ni tampoco es seguro que la próxima generación de líderes MAGA incluya a alguien del círculo íntimo del presidente. Trump llegó a la Casa Blanca como un político fuera de los círculos convencionales. El próximo líder republicano podría seguir una ruta similar.
"Estará en manos del próximo presidente republicano que siga a Trump distinguirse por su propia cuenta", comenta el excongresista republicano de Illinois Rodney Davis, quien ahora trabaja para la Cámara de Comercio de EE.UU.
"Pero, al mismo tiempo, deberá asegurarse de no alejarse demasiado porque claramente fue Donald Trump quien fue elegido dos veces presidente".
Cuando lleguen las elecciones presidenciales en 2028, los votantes estadounidenses podrán no querer siquiera a alguien como Trump. Algunos sondeos de opinión indican que el presidente podría no ser tan popular como antes.
Una encuesta realizada por YouGov a principios de mes indicó que el presidente tenía una tasa de aprobación neta de -14, comparada a la de +6 cuando regresó al poder en enero. Luego están las dudas sobre la economía y sus implacables intentos de extender los límites del poder presidencial.
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Pie de foto,El liderazgo del movimiento de Trump todavía representa el control del imperio republicano, aunque ese imperio haya cambiado drásticamente en años recientes.
"Creo que la coalición republicana se ha vuelto fundamentalmente diferente a lo largo de las últimas décadas", opina Davis, quien estuvo en el Congreso entre 2013 y 2023. "La coalición republicana que existió cuando Ronald Reagan fue elegido ya no es la misma".
En los 80, la coalición de Reagan era una fusión de economía de libre mercado, conservadurismo cultural, anticomunismo y política exterior, señala Laura K Field, autora de Furious Minds: The Making of the Maga New Right ("Mentes furiosas: la creación de la nueva derecha Maga").
El partido de Trump, dice la autora, fue tal vez mejor descrito por quien fue asesor de Trump durante años y ahora es funcionario del Departamento de Estado, Michael Anton.
En un ensayo de 2016 en el que abogaba por la elección de Trump, señaló que, a diferencia de la era de Reagan, sus principios centrales incluyen "fronteras seguras, nacionalismo económico y una política exterior de Estados Unidos Primero".
"Republicanos del montón" versus "los provocadores"
A principios de este mes, el conservador Instituto Manhattan lanzó un amplio sondeo entre votantes republicanos que arrojó luz sobre la composición de la coalición Trump.
Señalaba que un 65% del actual Partido Republicano son lo que llama "republicanos de base", los que han apoyado a los nominados presidenciales de ese partido desde al menos 2016. (Si estaban vivos en los años 80, probablemente hubieran votado por Reagan).
Por otro lado, un 29% son lo que el instituto llama "nuevos participantes republicanos". Es entre eso nuevos republicanos donde se presenta el desafío para la durabilidad de la coalición Trump.
Apenas poco más de la mitad dijeron que "definitivamente" apoyarían a un republicano en las próximas elecciones legislativas de mitad de período de 2026.
Según la encuesta, los nuevos participantes son más jóvenes, más diversos y más propensos a tener puntos de vista que rompen con la ortodoxia tradicional conservadora.
Tienen opiniones comparativamente más sesgadas hacia la izquierda en política económica, tienden a ser más liberales en asuntos migratorios y sociales, y también podrían ser más partidarios de China o críticos de Israel, por ejemplo.
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Jesse Arm, vicepresidente de asuntos exteriores del Instituto Manhattan, escribió a la BBC en un email: "Mucha de la conversación sobre el futuro de la derecha está impulsada por las voces online más ruidosas y extrañas, en lugar de las de los votantes que realmente conforman la masa de la coalición republicana".
Tal vez no sorprenda que los nuevos republicanos sean significativamente menos partidarios de algunos de los potenciales herederos de Trump. Mientras 70% de los republicanos de base tienen una opinión positiva de Rubio y un 80% de Vance, solo poco más de la mitad de los nuevos votantes sienten lo mismo por alguno de los dos.
Los otros resultados podrían ser más preocupantes para los republicanos.
Más de la mitad de los nuevos republicanos creen que el uso de violencia política en la política de Estados Unidos "es algunas veces justificable", comparado con el 20% entre los republicanos de base.
También sugiere que podrían ser más tolerantes con el discurso racista o antisemita y más inclinados al pensamiento conspiratorio, en temas como la llegada a la Luna, los atentados del 11-S y las vacunas.
Trump logró atraer a esos votantes dentro de su coalición. La pregunta es si él y sus herederos políticos podrán mantenerlos ahí o incluso si quieren conservarlos.
"La pregunta importante no es si estos votantes 'definirán' el Partido Republicano después de Trump, sino si los futuros líderes republicanos tendrán que trazar líneas claras en torno quién establece la agenda", señala Arm.
"El corazón del partido continúan siendo los republicanos del montón, no los provocadores que tanto los medios como la disidencia de la derecha están tan curiosamente interesados en elevar".
Enfrentamiento entre las filas conservadoras
Las divisiones reveladas por el sondeo del Instituto Manhattan ayudan a explicar algunas de las fricciones más notables dentro de la coalición Trump en los últimos meses.
La pelea Trump-Greene, que terminó con la renuncia de la congresista, empezó con el apoyo de ésta a la publicación completa de los archivos del gobierno del caso Epstein, una fuente antigua de las teorías de la conspiración conservadoras.
Sin embargo, se agudizó con las críticas de Greene a la política de Trump en Medio Oriente y su fracaso para abordar el elevado costo de vida y las preocupaciones sobre el aumento de los seguros de salud para los estadounidense de bajos ingresos.
Anteriormente, se produjo una sonada división dentro del movimiento MAGA a raíz de la política económica de Trump, cuando el multimillonario Elon Musk, un firme partidario y miembro del círculo íntimo del presidente a principios de año llegó a condenar ciertos aranceles y políticas de gasto público.
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Pie de foto,Por el momento, el presidente ha intentado mantenerse al margen de otro amargo enfrentamiento dentro de las filas conservadoras sobre Nick Fuentes, un comentarista político de extrema derecha y negacionista del Holocausto.
Esta disputa ha sacudido a la influyente Heritage Foundation y ha enfrentado a algunos comentaristas de derecha.
Según Field, quienes siguen a Trump podrían encontrar difícil evitar este conflicto. "Nick Fuentes tiene muchísimos seguidores", afirma. "Parte de la energía y el poder que ha adquirido el movimiento conservador se debe a que ha apelado a este sector del Partido Republicano".
En el Congreso, controlado por los republicanos, comienzan a manifestarse algunas fricciones con la agenda del presidente. A pesar de las presiones de la Casa Blanca, no se pudo impedir que la Cámara de Representantes aprobara una medida que exigía la publicación de los archivos de Epstein.
El presidente tampoco ha logrado convencer a los senadores republicanos para que abandonen la obstrucción parlamentaria, un procedimiento que los demócratas, en minoría, han utilizado para bloquear parte de la agenda de Trump.
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Pie de foto,Mientras tanto, el partido de Trump ha sufrido reveses en las urnas, con los demócratas ganando las gobernaciones de Virginia y Nueva Jersey el mes pasado por amplios márgenes.
En docenas de elecciones especiales disputadas para cargos estatales y locales durante el último año, los demócratas han mejorado en promedio sus resultados en alrededor de un 13% en comparación con elecciones similares celebradas en las elecciones nacionales de noviembre pasado.
El futuro del "trumpismo"
Todo esto estará muy presente en la mente de los republicanos de cara a las elecciones legislativas de mitad de mandato de 2026, y no contribuirá a disipar las preocupaciones de algunos de que, sin Trump a la cabeza de la candidatura, su coalición tendrá dificultades para obtener victorias electorales sólidas.
Sin embargo, incluso una derrota el próximo año, o en 2028, difícilmente marcará el fin del trumpismo.
El ascenso del movimiento MAGA de Trump a la cúspide del poder estadounidense no ha sido un camino fácil. Incluye una derrota contundente en las elecciones de mitad de mandato de 2018 y la derrota del propio Trump en 2020, antes de su reelección en 2024.
Pero los cambios que Trump ha introducido en el Partido Republicano parecen ser fundamentales, según Field. Su coalición MAGA se basa en corrientes de movimientos populistas en Estados Unidos que se remontan a décadas atrás, desde la campaña presidencial insurgente de Barry Goldwater en 1964 hasta las protestas del Tea Party durante la presidencia de Barack Obama.
"Estas cosas no surgen de la nada. Son fuerzas en la política estadounidense que han estado latentes durante un tiempo, pero que han estado gestándose".
El antiguo orden republicano, argumenta Field, es una reliquia del pasado.
"El movimiento de Trump ha llegado para quedarse y no hay ninguna posibilidad real de que el antiguo establishment regrese con alguna influencia; eso está claro".
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Cómo se dividió el mundo MAGA y qué puede significar esto para Trump
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Las próximas elecciones presidenciales podrán parecer distantes, pero las actuales fricciones dentro de la coalición de Trump sugieren que el posicionamiento para la sucesión del mandatario ya está en marcha.
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