No tuvieron ideas brillantes, pero supieron conectar algunas existentes entre sí y convertirlas, con mucha perseverencia, en un éxito.
Albert Einstein estuvo muy cerca de meterse a vendedor de seguros y abandonar la ciencia porque nadie le daba una oportunidad en la física. A Michael Jordan le tuvo que convencer su madre de que no dejase el baloncesto cuando no le quisieron en el equipo del instituto. Walt Disney hizo quebrar su primera empresa y se fue a Hollywood a intentar ganarse la vida como actor. Y Steve Jobs por poco se recluye en un templo budista porque sus ideas tecnológicas no eran tomadas en serio.
Lo que tienen en común todos estos personajes exitosos es que "eran muy curiosos y por eso se esforzaron mucho por dedicarse a lo que creían y no se rindieron cuando llegaron los problemas", palabra de Cristian Ballesteros autor deHábitos creadores (Libros Cúpula), un manual en el que disecciona qué podemos aprender el resto de los mortales de estos referentes creativos.
Mezclar ideas e ir más allá
A Albert Einstein no se le ocurrió de repente la Teoría de la Relatividad, explica Cristian Ballesteros en su libro. Lo que hizo fue investigar lo que habían hecho dos físicos al respecto, Poincaré y Lorentz, mezcló sus ideas y dijo algo que ellos no se habían atrevido: que el tiempo y el espacio no eran absolutos.
Una vez descartado lo de recluirse en un monasterio, los directivos pueden empezar por este consejo: "Para desarrollar la creatividad lo mejor es investigar y exponerse constantemente a nuevas ideas. Nadie tiene ideas originales de la nada, sino que surgen aprendiendo o viendo cosas que otros han hecho y conectándolas entre sí".
Sabiendo que no es necesario descubrir la pólvora para ser definido como alguien creativo, hay que autoevaluarse. "La creatividad es totalmente diferente en cada persona. Aunque solemos asociarla con el arte o con las ideas brillantes, en realidad es la forma particular que cada uno tiene de conectar ideas y expresarse en el mundo. Hay quienes la manifiestan de manera artística y otros de forma más analítica o práctica. En el fondo, no se trata de cuán creativa es una persona, sino de cómo y dónde canaliza esa creatividad", destaca.
La importancia de los hábitos
No fueron sólo sus dotes físicas lo que convirtió a Michael Jordan en leyenda del baloncesto. "Lo que le diferenciaba eran factores al alcance de cualquiera: voluntad de mejorar, furia competitiva para no rendirse, buenos hábitos de trabajo y una pasión a prueba de derrotas".
Es en la resolución de problemas en la que un jefe la pone a prueba. "Porque es lo que nos permite encontrar soluciones distintas cuando los métodos de siempre dejan de funcionar. Incluso en los problemas recurrentes, solemos pensar: 'ya lo resolví así antes, volveré a hacerlo igual'. Y a veces funciona, pero también nos priva de innovar. Quizá haya formas más simples o más eficaces que no consideramos por costumbre", afirma.
La IA no merma la creatividad
El discurso oficial es que la inteligencia artificial está acabando con la creatividad, pero Ballesteros no está de acuerdo: "Lejos de reemplazarla, si sabemos utilizarla bien, la potencia. Muchas veces tenemos una idea en la cabeza, pero de forma difusa, y estas herramientas nos ayudan a darle estructura, dirección y nuevas perspectivas. La IA puede funcionar como un catalizador: nos muestra caminos que no habríamos visto, nos sugiere combinaciones inesperadas y acelera la fase de exploración".
De la bancarrota a crear un imperio
Walt Disney cayó en la bancarrota y tuvo que abandonar su primera aventura empresarial. Cuando volvió a empezar, conspiraron contra él y le quitaron su creación más valiosa, empujándole a empezar de nuevo. "Pese a las dificultades no desistió y fundó un imperio que le ha sobrevivido".
El autor tiene también prescripción para los que sientan que su creatividad está en horas bajas: "Todo puede ser fuente de inspiración, pero cuando vamos todo el día a mil revoluciones entre trabajo, familia y tareas cotidianas, y llegamos a casa agotados para pasar un rato en el sofá haciendo scroll, estamos matando nuestra capacidad creativa. Para regenerarla, necesitamos recuperar espacio para nosotros mismos: tiempo para reflexionar, para explorar, leer, e incluso para aburrirnos. Si siempre estamos hiperestimulados, nos perdemos esa chispa". Y esa chispa es la que hizo genios a los mayores creadores de la historia.
Quince ofertas para viajar con el Black FridayEl 'pie' de Miguel Ángel que vale dos millones de dólaresAsí busca España atraer al turista de alto impacto Comentar ÚLTIMA HORA