La venta de entradas de los conciertos de Madrid y Barcelona de Rosalía han generado el colapso esperado. Un apocalipsis de gente quedándose sin entradas, esperando en el puesto setenta y tantos mil de una cola virtual, y un montón de revendedores frotándose las manos. Tuvimos el antecedente de Bad Bunny, pero no solo no hemos aprendido, sino que lo hemos empeorado con una preventa exclusiva que ha dejado casi sin entradas a quienes se han acercado por la venta general.
El ritual de lo habitual. Pantallas congeladas, colas virtuales que superaban las 50.000 personas y la frustración de miles de fans que tras horas de espera se quedaron sin acceso a las muchas localidades disponibles en preventa el pasado martes día 9 para los ocho conciertos de Rosalía programados en Madrid y Barcelona entre marzo y abril de 2026. Apenas 48 horas después, la venta general del jueves 11 replicó el mismo escenario, pero mucho más rápido: todas las entradas agotadas en cuestión de minutos. El resultado inmediato fue predecible: plataformas de reventa ofreciendo localidades por hasta 1.200 euros, más de diez veces su valor original.
La cuenta bancaria como entrada a la cultura. En septiembre de 2023, el Banco Santander lanzó SMusic, una plataforma que vincula servicios financieros con ofertas exclusivas vinculadas a conciertos y eventos musicales tras cerrar acuerdos con relevantes firmas de la industria, como Live Nation (propietaria de Ticketmaster), Universal Music, la cadena radiofónica Los 40 y festivales como Primavera Sound y Mad Cool. El mecanismo es tan simple como, en su fondo, excluyente: los clientes del banco obtienen acceso anticipado a las entradas entre 48 y 72 horas antes que el resto del público.
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En la práctica, esto significa que cuando se abre la venta general, la mayoría de las localidades mejor situadas (y en ocasiones la totalidad del aforo) ya han sido adquiridas. Por su parte, Rosalía activaba paralelamente una "Artist Presale" mediante registro previo en su web. De este modo se generaban dos canales privilegiados antes de la venta oficial.
Pero... ¿cuántas entradas fueron a la preventa? No hay cifras oficiales públicas. Sin embargo, un experto (Chema Lamirán, director del Máster en Marketing Digital de la Universidad Europea de Valencia) proporciona datos sobre el funcionamiento habitual de este sistema: "por norma general y ética de la industria siempre se debería reservar un cupo para la venta general". Según su análisis, se suele reservar entre un 15% y un 20% del aforo total para la venta general. Pero "en fenómenos como el de Rosalía, donde la demanda supera la oferta por 10 o 20 veces, ese 20% vuela en segundos, dando la sensación de que no había entradas".
Esto explicaría por qué en redes sociales abundaron comentarios como éste: "Se burlan de nosotros, habrán vendido todas las entradas del Lux Tour en la preventa, si no no me explico". El sistema, además, establecía límites diferenciados: máximo dos entradas por persona en la preventa del Santander frente a cuatro en la general, lo que en teoría debería dejar más localidades disponibles para el público general, pero que en la práctica apenas marca diferencia cuando la demanda es tan desproporcionada.
El precedente de Bad Bunny. El 8 de mayo de 2025 marcó un punto de inflexión en la percepción pública sobre el sistema de venta de entradas en España. Lo que comenzó como el anuncio de tres conciertos de Bad Bunny terminó convirtiéndose en doce fechas repartidas entre Barcelona y Madrid, un incremento improvisado sobre la marcha mientras la web de Ticketmaster colapsaba bajo el peso de cientos de miles de usuarios simultáneos.
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A las 12:45, quince minutos antes del inicio oficial de la preventa, la plataforma comenzó a mostrar errores 503 y 500, dejando a los compradores atrapados en un limbo digital donde las colas virtuales superaron las 400.000 personas. Pero el caos técnico fue solo una dimensión del problema. La OCU presentó una denuncia formal ante el Ministerio de Consumo tras documentar cómo una entrada inicialmente anunciada en 79,50 euros terminaba costando 269 euros al incluir gastos de gestión (36,50€), donaciones "sugeridas" (3,30€) y cargos VIP adicionales (150€).
El FOMO y los bancos. El fenómeno de los conciertos, sin duda el "lugar en el que hay que estar" (y uno de los pocos sectores del entretenimiento que no solo entra en crisis sino que crece sin aparente techo), extiende su atractivo hasta entidades como los bancos. Los conciertos de Rosalía o Bad Bunny se plantean no como recitales para fans, sino como eventos multitudinarios a los que hay que ir, siendo la música solo un elemento circunstancial.
El precedente esencial de Taylor Swift (cuyo Eras Tour generó en España episodios similares de demanda descontrolada) ha establecido un patrón donde los megaconciertos se perciben como eventos irrepetibles que los bancos, siempre a la caza de clientes jóvenes, están dispuestos a aprovechar.
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La noticia
Comprar entradas de la gira de Rosalía ha sido un caos para todo el mundo. Excepto para los clientes del Banco Santander
fue publicada originalmente en
Xataka
por
John Tones
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Comprar entradas de la gira de Rosalía ha sido un caos para todo el mundo. Excepto para los clientes del Banco Santander
El Santander quiere su parte del pastel de la gira de Rosalía con una preventa exclusiva. Y la venta general se queda con las migajas
La venta de entradas de los conciertos de Madrid y Barcelona de Rosalía han generado el colapso esperado. Un apocalipsis de gente quedándose sin entradas, esperando en el puesto setenta y tantos mil de una cola virtual, y un montón de revendedores frotándose las manos. Tuvimos el antecedente de Bad Bunny, pero no solo no hemos aprendido, sino que lo hemos empeorado con una preventa exclusiva que ha dejado casi sin entradas a quienes se han acercado por la venta general.
El ritual de lo habitual. Pantallas congeladas, colas virtuales que superaban las 50.000 personas y la frustración de miles de fans que tras horas de espera se quedaron sin acceso a las muchas localidades disponibles en preventa el pasado martes día 9 para los ocho conciertos de Rosalía programados en Madrid y Barcelona entre marzo y abril de 2026. Apenas 48 horas después, la venta general del jueves 11 replicó el mismo escenario, pero mucho más rápido: todas las entradas agotadas en cuestión de minutos. El resultado inmediato fue predecible: plataformas de reventa ofreciendo localidades por hasta 1.200 euros, más de diez veces su valor original.
La cuenta bancaria como entrada a la cultura. En septiembre de 2023, el Banco Santander lanzó SMusic, una plataforma que vincula servicios financieros con ofertas exclusivas vinculadas a conciertos y eventos musicales tras cerrar acuerdos con relevantes firmas de la industria, como Live Nation (propietaria de Ticketmaster), Universal Music, la cadena radiofónica Los 40 y festivales como Primavera Sound y Mad Cool. El mecanismo es tan simple como, en su fondo, excluyente: los clientes del banco obtienen acceso anticipado a las entradas entre 48 y 72 horas antes que el resto del público.
En la práctica, esto significa que cuando se abre la venta general, la mayoría de las localidades mejor situadas (y en ocasiones la totalidad del aforo) ya han sido adquiridas. Por su parte, Rosalía activaba paralelamente una "Artist Presale" mediante registro previo en su web. De este modo se generaban dos canales privilegiados antes de la venta oficial.
Pero... ¿cuántas entradas fueron a la preventa? No hay cifras oficiales públicas. Sin embargo, un experto (Chema Lamirán, director del Máster en Marketing Digital de la Universidad Europea de Valencia) proporciona datos sobre el funcionamiento habitual de este sistema: "por norma general y ética de la industria siempre se debería reservar un cupo para la venta general". Según su análisis, se suele reservar entre un 15% y un 20% del aforo total para la venta general. Pero "en fenómenos como el de Rosalía, donde la demanda supera la oferta por 10 o 20 veces, ese 20% vuela en segundos, dando la sensación de que no había entradas".
Esto explicaría por qué en redes sociales abundaron comentarios como éste: "Se burlan de nosotros, habrán vendido todas las entradas del Lux Tour en la preventa, si no no me explico". El sistema, además, establecía límites diferenciados: máximo dos entradas por persona en la preventa del Santander frente a cuatro en la general, lo que en teoría debería dejar más localidades disponibles para el público general, pero que en la práctica apenas marca diferencia cuando la demanda es tan desproporcionada.
El precedente de Bad Bunny. El 8 de mayo de 2025 marcó un punto de inflexión en la percepción pública sobre el sistema de venta de entradas en España. Lo que comenzó como el anuncio de tres conciertos de Bad Bunny terminó convirtiéndose en doce fechas repartidas entre Barcelona y Madrid, un incremento improvisado sobre la marcha mientras la web de Ticketmaster colapsaba bajo el peso de cientos de miles de usuarios simultáneos.
A las 12:45, quince minutos antes del inicio oficial de la preventa, la plataforma comenzó a mostrar errores 503 y 500, dejando a los compradores atrapados en un limbo digital donde las colas virtuales superaron las 400.000 personas. Pero el caos técnico fue solo una dimensión del problema. La OCU presentó una denuncia formal ante el Ministerio de Consumo tras documentar cómo una entrada inicialmente anunciada en 79,50 euros terminaba costando 269 euros al incluir gastos de gestión (36,50€), donaciones "sugeridas" (3,30€) y cargos VIP adicionales (150€).
El FOMO y los bancos. El fenómeno de los conciertos, sin duda el "lugar en el que hay que estar" (y uno de los pocos sectores del entretenimiento que no solo entra en crisis sino que crece sin aparente techo), extiende su atractivo hasta entidades como los bancos. Los conciertos de Rosalía o Bad Bunny se plantean no como recitales para fans, sino como eventos multitudinarios a los que hay que ir, siendo la música solo un elemento circunstancial.
El precedente esencial de Taylor Swift (cuyo Eras Tour generó en España episodios similares de demanda descontrolada) ha establecido un patrón donde los megaconciertos se perciben como eventos irrepetibles que los bancos, siempre a la caza de clientes jóvenes, están dispuestos a aprovechar.