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Algunos de los alumnos que en Málaga tiene el programa Esenciales de Fundación Once. Migue Fernández «Cuando la discapacidad es invisible sientes menos empatía»Alumnos del programa 'Esenciales' de Fundación Once rompen el estereotipo de la diversidad funcional y demandan puestos de trabajo adaptados a su realidad
Sábado, 27 de diciembre 2025, 00:28
CompartirEs el último día del curso y alguien le ha llevado una bolsa de naranjas al profesor David Gento, que les ha enseñado teoría y práctica de los nuevos entornos digitales: durante las últimas semanas han trabajado los rudimentos de la inteligencia artificial, chatGPT, Gemini y también le han dado un buen repaso a los más básicos del Office, así como a los usos, abusos y riesgos de las redes sociales; pero, sobre todo, han tratado de que todo esto, además de para la vida diaria, les sirva para buscar trabajo. Y quizás lo del regalo de las naranjas tenga que ver con lo que le ha sucedido a una de las alumnas, Mariángeles Fernández: «Haciendo el curso me salió una entrevista de trabajo, era por Teams y David me dijo cómo afrontarla: tenía que tener bien preparado el ordenador con tiempo, me vestí cómoda, aprendí cómo funciona el programa y ensayé lo que me podían preguntar, como si me veía trabajando en equipo, si me molesta que me manden, cómo me defino o lo que sé de la empresa. Mientras hacía la entrevista, casi escuchaba a David. Y me decía a mí misma que tenía que mostrar la seguridad de tal compañero o la manera de comportarse de tal otra», recuerda.
Con los consejos del profesor y mirándose en el espejo de otros estudiantes, el caso es que consiguió el empleo y tras el preceptivo curso pronto empezaría a trabajar en el 061. Al final, esto es lo que más valoran los beneficiarios del programa 'Esenciales' de la Fundación Once financiado con el Plan de Recuperación y auspiciado por Red.es que, como explica Miguel León Arregui, coordinador de la iniciativa a nivel nacional, busca formar en competencias digitales a personas con discapacidad mayores de 18 años para cerrar las brechas digitales que persisten, favorecer su integración en la vida diaria y mejorar su empleabilidad. En toda España habrá 16.000 beneficiarios en total y en Andalucía, alrededor de 3.500.
Petición de trabajo
La aplicación laboral del curso también la destaca otra estudiante, María Belén Benítez, que enumera lo que ha aprendido: cómo buscar trabajo en internet, cómo afrontar una entrevista laboral o cómo hacer un currículum más atractivo. Inma Santaella, de quien tanto el profe como los compañeros dicen que es la «alumna perfecta», cree que ya está preparada para desempeñar el trabajo con el que sueña: dependienta en una juguetería o en una perfumería, así que aquí queda recogida su petición para reforzar plantillas en esta época de compras navideñas, para las rebajas y más allá, porque seguro que la muchacha responde.
Ampliar Migue Fernández«También nosotros hemos tenido que realizar un proceso mental para olvidarnos de la palabra 'minusválico', para corregirnos, porque valemos tanto como cualquiera»
El curso es para personas con discapacidad. Está diseñado, como señala Miguel León Arregui, de manera que sea accesible para todas las discapacidades. Pero ninguna persona dentro de la clase en la que irrumpe SUR parece a simple vista sufrir ninguna. Y precisamente sobre eso quieren hablar. Pero, antes de nada, un inciso: «También nosotros hemos tenido que realizar un proceso mental para olvidarnos de la palabra 'minusválido', para corregirnos, porque valemos tanto como cualquiera», ratifican. Recuerdan que hace poco más de dos años el Congreso de los Diputados aprobó una reforma constitucional para incluir la expresión «personas con discapacidad» en sustitución de otro término aún más deplorable: «disminuidos». Pero, tras haber realizado esta corrección lingüística, hay que desmontar la imagen mental o el estereotipo de la persona con discapacidad, a la que se dibuja en una silla de ruedas o con movilidad reducida, para sumar más realidades que enumera otro alumno, Sergio: hay discapacidades sensoriales, intelectuales, físicas y orgánicas; es decir, una persona puede tener una discapacidad reconocida por padecer un síndrome, como la enfermedad de Crohn, pero también por sufrir fibroamialgia o fatiga crónica. «Por fuera podemos parecer que estamos bien, pero tenemos una enfermedad invisible», comenta David Torralba, que es quien tiene fibromialgia. Y añade: «Como no se ve, a la sociedad le cuesta sentir empatía con nosotros y nos juzga si intentamos llevar una vida normal». Torralba explica que le tardaron once años en diagnosticar su enfermedad –desde 2008 a 2019– y lamenta que se olvida que si bien afecta más a mujeres, ésta es una dolencia mixta. «Sufrimos un cansancio horrible. Tenemos que aprender a vivir con el dolor. Esto no te mata, pero te jode la vida. Mi mejor momento es antes de una operación, cuando me ponen la anestesia», explica.
Cuando llega de repente
La discapacidad puede llegar de manera sobrevenida, por una enfermedad, como le ocurrió a Torralba. O como le sucedió a la cabo Cecilia Sánchez: trabajando tuvo una lesión y se vio obligada a dejar el ejército. Lo pasó mal: «Te sientes sola, te deprimes, pierdes tus ingresos, tu casa… Vivía en Las Palmas, pagaba mi alquiler, y me tuve que volver a casa de mis padres. Hasta que te valoran tu discapacidad pueden pasar dos años y mientras estás tan mal que no puedes trabajar. Estás muy sola hasta que encuentras una asociación que te asesora».
«Te sientes sola, te deprimes, pierdes tus ingresos, tu casa... Vivía en Las Palmas, pagaba mi alquiler, y me tuve que volver a casa de mis padres. Estas muy sola hasta que encuentras una asociación que te asesora»
Ampliar Cecilia Sánchez fue militar. Migue Fernández«Hay días que te comes el mundo y otros días en que el mundo te come»
Si, como dice Mariángeles Fernández, el mundo laboral está muy complicado para todo el mundo, para ellos no es distinto, aunque con agravantes: lamentan que los empleos no se adaptan a su discapacidad; al final, trabajan como cualquier otra persona y, como a cualquier otro empleado, les cambian las condiciones de trabajo, aunque para ellos es más traumático porque tienen una realidad marcada por el dolor crónico o por patologías que les condicionan de forma muy importante la vida, aunque a veces no sea de forma puramente física, sino de manera más sutil y que Mariángeles expresa de forma gráfica: «Hay días que te comes el mundo y otros días en que el mundo te come». Esta mujer sufre necrosis ósea.
Ella, Mariángeles, no es la única que ha conseguido trabajo en este tiempo. También está otro de sus compañeros, Jesús, que ha hecho el curso para socializar, entretenerse, aunque en realidad él ya había conseguido un puesto como vendedor de cupones de la Once. Está muy ilusionado porque dice que así va a poder demostrar su don de gentes: «Esto se trata de vender, no de despachar. Hay que ser capaz de ofrecer ilusión, un cambio de vida. Es un trabajo que depende de uno mismo, de su entusiasmo. Si un día se te da mal, al día siguiente tienes otra oportunidad de dar la batalla. Es como la vida misma: batalla tras batalla». Aquí saltan las risas y el entusiasmo en toda la clase: habrá un cupón que jueguen entre todos y saben que merecen que les toque y entonces, los lectores de SUR, prometen, serán los primeros en enterarse y compartir su alegría.
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