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Amodei ayudó a desarrollar los modelos de OpenAI antes de dejar la 'start up' para fundar Anthropic, que ahora planea salir a Bolsa.
En la breve historia de la inteligencia artificial generativa, muy pocos pueden decir que han trabajado en tres de los laboratorios de IA más importantes del planeta. Dario Amodei (San Francisco, 1983) es uno de ellos. Hijo de un artesano del cuero italiano y una bibliotecaria de origen judío, creció en una familia de clase trabajadora en el Mission District de la capital tecnológica de EEUU. Comenzó su carrera en Google Brain, la división de aprendizaje profundo del gigante tecnológico, donde contribuyó a sentar las bases de lo que hoy es Gemini.
Después, como responsable de investigación en OpenAI, lideró el desarrollo de GPT-2 y GPT-3, los modelos que sirvieron de cimiento para ChatGPT y que detonaron la revolución de la inteligencia artificial. Y cuando perdió la confianza en quienes dirigían OpenAI, se llevó a algunos de los mejores cerebros de la empresa para fundar Anthropic, creadora de Claude, el asistente de inteligencia artificial que hoy le disputa el trono a ChatGPT.
Ahora, el físico de 42 años que ayudó a convertir OpenAI en un gigante valorado en más de 500.000 millones de dólares, ha tomado la delantera a su antigua empresa con una potencial Oferta Pública de Venta (OPV) que apunta a convertirse en la mayor de todos los tiempos. Esta semana, el diario Financial Times avanzó que Anthropic habría mantenido conversaciones preliminares con bancos de inversión en previsión de lanzar su salida a Bolsa en 2026. También ha contratado al bufete de abogados Wilson Sonsini, que llevó a Bolsa en el pasado a gigantes como Google, LinkedIn y Lyft, para dirigir la operación.
Apuesta personal
La de Anthropic es una apuesta personal de Amodei. Fundó la empresa junto a su hermana Daniela en 2021, un año después de abandonar OpenAI por desacuerdos con el consejero delegado, Sam Altman, sobre la dirección estratégica de la compañía que, a su juicio, prioriza los intereses comerciales sobre la seguridad y la alineación ética de la inteligencia artificial. "Si trabajas para alguien cuyas motivaciones no son sinceras, que no es una persona honesta, que realmente no quiere mejorar el mundo, no va a funcionar", dijo Amodei sobre su salida.
Su compromiso de avanzar con cautela en el desarrollo de la IA tiene raíces profundas. En 2006, su padre falleció a causa de una enfermedad rara. Apenas unos años después, un avance científico elevó la tasa de curación del 50% al 95%. Si la ciencia hubiera ido un poco más rápido, podría haberle salvado la vida. "Me pongo muy furioso cuando alguien dice: 'Este tipo es un pesimista, quiere ralentizar las cosas'. Mi padre murió por curas que podrían haber llegado unos años antes. Entiendo el beneficio de esta tecnología", manifestó en verano durante un entrevista en un pódcast.
Amodei ha defendido que, más allá de ganar dinero, la misión de Anthropic debe ser crear una inteligencia artificial segura y alineada con valores humanos. "Anthropic se basa en un principio simple: la IA debe ser una fuerza para el progreso humano, no un peligro", indicó en una carta publicada en octubre.
Pero esos elevados principios no siempre resisten la presión del mercado. En septiembre, el fondo soberano de Qatar (QIA) entró como accionista en una ronda de 13.000 millones de dólares, que valoró la empresa en 183.000 millones de dólares, pese a que Amodei se había opuesto en el pasado a recibir financiación de monarquías árabes. "Es un inconveniente real y no me entusiasma", reconoció en un memorando interno filtrado a sus empleados. "Pero 'ninguna mala persona debería beneficiarse jamás de nuestro éxito' es un principio bastante difícil sobre el cual dirigir un negocio". Actualmente, Anthropic negocia una ronda de financiación privada que lo valoraría en más de 300.000 millones de dólares.
La apuesta por la seguridad y la fiabilidad ha resultado ser también un buen negocio. Según un informe de Menlo Ventures, Anthropic lidera ahora el mercado empresarial de modelos de lenguaje con un 32% de cuota, por delante del 25% de OpenAI. En total, la start up cuenta con más de 300.000 clientes corporativos.
Rechazó sustituir a Altman y fusionarse con OpenAI
El CEO de OpenAI Sam Altman.FRANCK ROBICHONEFENoviembre de 2023. Sam Altman acaba de ser cesado como consejero delegado de OpenAI y la mayor 'start up' de inteligencia artificial vive sumida en el caos. En ese momento, el consejo de administración de OpenAI se acercó al CEO de su rival Anthropic,Dario Amodei, para proponerle reemplazar a Altman y fusionar los dos laboratorios, con Anthropic tomando el control de la entidad combinada. Amodei rechazó ambas ofertas. Cinco días después, Altmanregresó triunfante a OpenAI y desde entonces ha emprendido una carrera sin cuartel por hacerse con el liderazgo en inteligencia artificial. Ha firmado acuerdos multimillonarios con algunos de los mayores grupos tecnológicos, como Oracle, Nvidia, AMD o Amazon, por valor de más de 1,5 billones de dólares. Anthropic, por su parte, ha optado por un camino menos ruidoso aunque quizá más rentable que el de su rival. La start up prevé más que duplicar, e incluso triplicar, su tasa de ingresos anualizada hasta alcanzar aproximadamente los 26.000 millones de dólares en ingresos el próximo año.
¿Quién es?
Hijo de un artesano del cuero de origen italiano y una bibliotecaria judía, Amodei se crió en un barrio popular de San Francisco. Estudió en Caltech y es doctor en física por la universidad de Stanford.
Fundó Anthropic en 2021 junto a su hermana, Daniela Amodei, que ocupa el cargo de presidenta de la start up, y un grupo de colegas provenientes de su etapa en OpenAI.
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