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De niños de la Guerra Civil a espías del KGB en la España de Franco: Ucrania desclasifica las pruebas de al menos 11 agentes

De niños de la Guerra Civil a espías del KGB en la España de Franco: Ucrania desclasifica las pruebas de al menos 11 agentes
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La inteligencia ucraniana desclasifica varios documentos que demuestran que la URSS infiltró agentes secretos bajo los alias de 'Madridsky', 'Cervantes' o 'Real'. Más información: El régimen de Putin adoctrina a menores españoles en el mismo campamento de Crimea al que llegaban los 'niños de la guerra'.

Fotos y documentos a los que ha accedido EL ESPAÑOL. Diseño: Arte EE

Reportajes De niños de la Guerra Civil a espías del KGB en la España de Franco: Ucrania desclasifica las pruebas de al menos 11 agentes

La inteligencia ucraniana desclasifica varios documentos que demuestran que la URSS infiltró agentes secretos bajo los alias de 'Madridsky', 'Cervantes' o 'Real'.

Más información: El régimen de Putin adoctrina a menores españoles en el mismo campamento de Crimea al que llegaban los 'niños de la guerra'.

Publicada 27 diciembre 2025 02:24h

El KGB soviético instruyó a docenas de"niños de la guerra" –españoles evacuados a la Unión Soviética durante la Guerra Civil y criados bajo tutela del Estado soviético–, para que regresaran a la España franquista, ya convertidos en adultos, como agentes secretos encubiertos.

La posible infiltración de espías soviéticos entre los españoles repatriados por la Unión Soviética durante la segunda mitad de los años 50 fue una sospecha compartida por el régimen de Franco y la CIA, que operaba activamente en España en el contexto de la Guerra Fría.

Por tal motivo, las autoridades franquistas y los servicios estadounidenses sometieron a interrogatorios sistemáticos a los retornados. Solamente la agencia norteamericana de inteligencia llegó a entrevistar a alrededor de 1.800 personas en el contexto de su conocido "Proyecto Niños", desarrollado entre 1956 y 1960.

Hasta ahora, sin embargo, esas pesquisas sólo habían permitido confirmar sus sospechas mediante algunos testimonios personales. La pasada semana, el Servicio de Inteligencia Exterior de Ucrania (SZRU) proporcionó las primeras pruebas documentales al desclasificar y publicar un conjunto de papeles reservados del KGB, fechados entre 1956 y 1957.

El material consta de 18 páginas y recoge expedientes operativos completos de varios repatriados, con sus nombres en clave, órdenes de reclutamiento, instrucciones de conducta en España, métodos de comunicación encubierta, contraseñas, frases cifradas y pagos en efectivo autorizados antes de su salida.

Expedientes operativos completos de varios repatriados del KGB. E. E.

La operación fue ejecutada por departamentos del KGB de Crimea, Poltava, Dnipropetrovsk, Kiev, Járkov y Stanislav. Concretamente, los documentos desclasificados mencionan al menos 11 agentes por su nombre en clave (Real, Diego, Talyardo, Trigo, Madridsky, Cervantes, Gómez, Griego, Sasha, Eric y Gallardo), pero reconocen explícitamente que colaboraron "muchos otros" cuyas identidades no se especifican.

Arquitectura operativa

Las instrucciones operativas revelan el nivel de planificación característico de agentes durmientes destinados a permanecer inactivos durante largos periodos. El KGB ordenaba a los repatriados "no diferenciarse en absoluto del resto", "crear la impresión de ser una persona apolítica" y "evitar cualquier contacto con comunistas o personas políticamente activas" una vez instalados en España.

Hasta establecer contacto con un enlace soviético, debían "evitar llevar a cabo actividades independientes de carácter informativo" y no realizar acciones que pudieran comprometerlos ante los órganos del régimen.

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En caso de ser interrogados, las órdenes eran claras: "Relatar su vida en la URSS de forma veraz y conforme a lo conocido por otros", pero negar de forma tajante haber tenido acceso a información de interés para servicios extranjeros.

Se les proporcionaban asimismo respuestas prefabricadas para declaraciones públicas: si se les pedía condenar a la URSS, debían alegar que "nunca se interesaron por la política" y que su único objetivo había sido "regresar con sus familias".

Los documentos detallan una arquitectura de comunicación diseñada para minimizar riesgos. Las cartas enviadas a la Unión Soviética –cada uno o dos meses, a familiares o contactos previamente fijados– funcionaban como canales cifrados, en los que expresiones aparentemente inocuas transmitían información operativa.

Documento del KGB en el que se observan los canales cifrados. E. E.

"Hace sol" indicaba que el agente no estaba bajo sospecha; "recuerdo los fríos", que se encontraba bajo vigilancia policial; "iré al mar", que debía aplazarse o trasladarse un encuentro. En ningún caso debían transmitir datos comprometedores. "No deberá comunicar información que pueda perjudicarlo ante las autoridades franquistas", subrayan las instrucciones.

El contacto personal estaba igualmente reglado. Varios de los agentes debían presentarse dos veces al año, en fechas y franjas horarias exactas, en lugares públicos como oficinas centrales de correos o estaciones de ferrocarril.

El caso "Real"

Uno de los casos cuyo proceso de reclutamiento se detalla es el de "Real", captado en marzo de 1957 en la oficina de registro y alistamiento militar de Simferópol.

Los documentos revelan detalles específicos sobre sus circunstancias personales: había llegado a la URSS a los dos años de edad (muy temprano, acompañado por sus padres), fue internado en orfanatos (primero en región de Moscú, luego en Eupatoria), se graduó de Bachillerato en Simferópol en 1955, y sirvió en el Ejército soviético entre 1955 y 1956 como conductor en un batallón de vehículos motorizados. Según su hoja de servicio, participó en la "liquidación del levantamiento contrarrevolucionario en Hungría".

El pseudónimo que le asignaron no era aleatorio. Los documentos indican que era aficionado del Real Madrid y boxeador amateur. Su entrenador era un pariente lejano, un excampeón español de boxeo. Estas circunstancias fueron deliberadamente exploradas para su descripción operativa.

El padre de Real había sido una conocida figura del Partido Comunista bajo la República española, estaba vinculado al trabajo de tribunales militares y había luchado en las tropas republicanas durante la Guerra Civil. Respondió sin dudar al llamado del Partido Comunista Español para repatriarse e involucrarse en actividades clandestinas contra el régimen franquista.

Cuando fue reclutado, Real declaró estar encantado de cooperar con el KGB. Recordaba "el juramento" que había hecho en las filas del Ejército soviético: "Juro... hasta mi último aliento ser leal a mi pueblo, a mi patria soviética y al gobierno de la URSS". El KGB señaló en sus informes que el español "simpatizaba con la Unión Soviética, la consideraba su segunda patria y haría todo lo que le ordenaran".

El expediente de la candidatura del agente "Real". E. E.

Real fue enviado a Moscú para "revisión" y entrenamiento especial. Allí aprendió cómo comportarse en los interrogatorios de policía y tácticas de contraespionaje. Se le recomendó no participar en actividades del Partido, no hablar contra Franco ni elogiar a la URSS. Aprendió métodos de comunicación, palabras clave, cifrados y contraseñas exactas para encuentros con oficiales del KGB.

En los protocolos que se le entregaron, se hizo constar que debía acudir a las 12 del mediodía hora local a la entrada principal de la oficina central de Correos cada segundo domingo de marzo y noviembre.

Tenía que llevar consigo un libro de tapa verde en la mano y no permanecer allí más de cinco minutos. En teoría, fue activado como agente a partir de 1959.

También le dieron instrucciones acerca de la contraseña del encuentro. "Disculpe, ¿no es usted boxeador?", convinieron que le preguntarían. A lo que debía responder: "Soy un boxeador amateur", "¿No conoces al boxeador Pedro?", le replicaría el enlace soviético. A lo que Real respondería por segunda vez: "Sí, le conozco. Pedro es mi tío. Puedo presentártelo".

El entrenamiento de Real tuvo lugar en el hotel Alushta de Crimea. Fue alojado allí antes de partir con todos los gastos pagados a cargo del presupuesto del KGB. Recibió 1.400 rublos soviéticos (equivalentes, al tipo oficial de la época, a entre 5.600 y 5.600 pesetas de 1956-1957, es decir, aproximadamente 6.000-7.000 euros en poder adquisitivo actual), una cantidad de dinero muy significativa que prueban que los soviéticos se tomaban muy en serio toda esta operación.

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Su caso ejemplifica bien el horizonte temporal que los planificadores soviéticos tenían en mente. El expediente de Real, fechado el 18 de abril de 1957, fija la ventana exacta de salida: entre el 10 y el 15 de mayo de 1957. Sin embargo, los encuentros personales no debían comenzar hasta 1959.

Esto significa que el KGB esperaba que pasara dos años consolidándose socialmente; construyendo una biografía creíble y estableciéndose en la España franquista antes de establecer contacto operativo.

Esta lógica temporal demuestra una estrategia clara: no activar a los repatriados sin antes insertarlos social y laboralmente; permitir que atravesaran sin sobresaltos los primeros años de vigilancia intensa tras el regreso; construir una red latente y discreta y mantenerla en reserva para ser utilizada sólo si el contexto político o estratégico lo hacía necesario.

"Diego", "Cervantes" y "Madrid"

Otro de los casos que detallan los documentos desclasificados por los ucranianos es el de Diego, un español llevado a la URSS en 1937 que se crió en un orfanato cerca de Leningrado.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1942, a los 17 años, se unió a una unidad de fuerzas especiales de laNKVD junto con otros "niños españoles". Tras el conflicto, se graduó en una escuela militar y recibió el grado de teniente.

Llegada de los "niños españoles de la guerra" a Rusia. E. E.

El KGB tenía información de que su padre había sido fusilado en 1939 por partidarios del general Franco. Esa circunstancia fue deliberadamente explorada como motivación: los servicios secretos soviéticos creían que Diego sería útil porque podría "vengar a su padre de alguna manera".

Fue reclutado en 1956 tras varias reuniones y conversaciones políticas y educativas. Aseguró estar "dispuesto a desempeñar cualquier tarea de la inteligencia soviética en el extranjero".

El informe de reclutamiento del KGB señala: "En nuestra opinión, Diego debería ser utilizado en España para fomentar la emigración ucraniana y rusa, obtener información sobre la existencia de escuelas de inteligencia extranjeras, identificar a su personal y obtener otra información política y de inteligencia en el país".

Se le encargó obtener un trabajo como comerciante para poder viajar constantemente dentro de España. Le enseñaron los fundamentos del trabajo de agente en el extranjero, métodos de comunicación, y le dieron 1.200 rublos en efectivo. A diferencia de Real, que estaba pensado como durmiente pasivo, Diego tenía funciones de inteligencia activa y, llegado el caso, debía ocuparse del reclutamiento de otros agentes.

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Cervantes era ya miembro del Komsomol (organización juvenil del Partido Comunista) cuando fue reclutado. Tras mantener varias conversaciones con empleados del KGB, declaró estar "dispuesto a llevar a cabo cualquier tarea de inteligencia soviética" y expresó que tenía "deseo de ayudar a su pueblo, que está bajo el yugo del régimen franquista y la violencia de los estadounidenses".

Cuando se le preguntó cómo imaginaba el trabajo de inteligencia, no pudo dar una respuesta concreta y lo describió como "una guerra secreta entre diferentes estados", expresando su deseo de "participar en la lucha contra las fuerzas reaccionarias de Estados Unidos, que finalmente habían esclavizado a España".

Se le advirtió de que podría ser arrestado, interrogado y torturado, a lo que respondió que se consideraba "muy fuerte y valiente" y que "se comportaría con dignidad". Recibió 1.500 rublos para gastos.

"Madrid" era de mayor edad y había logrado afiliarse al Partido Comunista Español durante la República. Sin embargo, expresó miedo a regresar a su país. Por ello, el KGB le ofreció una alternativa: ir a un país latinoamericano para realizar labores de inteligencia desde posiciones ilegales. Madrid aceptó y fue enviado a Moscú para recibir entrenamiento especial.

Patinazos del KGB

Lo cierto es que no todos los "niños de la guerra" fueron reclutados exitosamente. Algunos rechazaron las propuestas, otros ignoraron las consignas, y muchos rompieron el contacto con Moscú. Un informe del KGB del 30 de marzo de 1956 documenta que se encontraron 13 españoles en la región de Zaporiyia, traídos a la URSS entre 1936 y 1938, que explícitamente no querían regresar a ninguna parte, ni a España ni a ningún lugar.

Se sabe que entre 1.500 y 1.900 niños españoles regresaron a España entre 1956 y 1960. Sin embargo, los documentos desclasificados no especifican cuántos de ellos fueron reclutados por el KGB; cuántos fueron descubiertos y arrestados por contraespionaje español; cuál fue la naturaleza exacta de las tareas de inteligencia o sabotaje que realizaron y cuál fue el éxito operativo real de esta red.

El retorno a España de los "niños soviéticos de la guerra". E. E.

Todos los papeles operativos del KGB citan la misma referencia fundacional: la "Directiva del KGB adjunta al Consejo de Ministros de la URSS n.º 491/M del 5 de marzo de 1956". Esta directiva ordenaba de manera explícita que se procediera al "entrenamiento de agentes entre los españoles que salían de la Unión Soviética para su uso en actividades de inteligencia en el extranjero". Ello demuestra que la operación no fue una iniciativa regional espontánea de las oficinas locales del KGB, sino una estrategia centralizada planificada en Moscú al más alto nivel.

Los documentos desclasificados muestran la cadena de mando: órdenes del KGB de la URSS en Moscú, delegadas a las direcciones regionales del KGB en Crimea y Ucrania (Kiev, Dnipropetrovsk, Poltava, Járkov, Stanislav), con firmas de altos cargos como el general Vitali Nikitchenko, quien era presidente del KGB ucraniano en la época.

Algunos papeles mencionan programas de formación acelerada en técnicas de clandestinidad. En determinados casos se prevé instrucción en radio, código Morse, cifrado y microfotografía.

Un aspecto revelador de esta formación es que el KGB se cuestionaba formalmente "si debía realizarse sin separar al agente de su trabajo habitual". Esto demuestra un nivel de sofisticación operativa considerable: los planificadores soviéticos querían integración laboral real en paralelo al entrenamiento en técnicas de espionaje, de modo que el agente construyera una coartada biográfica genuina mientras recibía instrucción.

Documento del KGB en el que se observan las comunicaciones en clave. E. E.

Las instrucciones son plenamente coherentes con los manuales operativos del KGB de la época: las contraseñas basadas en frases triviales, el uso del clima como código, las señales de contravigilancia o la utilización de correspondencia familiar como canal encubierto son técnicas estándar documentadas en otros escenarios europeos de la misma época. Las contraseñas no eran genéricas: incorporaban elementos personales verificables del agente (en el caso de Real, su afición por el boxeo y su tío Pedro).

También es coherente la lógica económica: la URSS había invertido durante casi dos décadas en la educación y capacitación de aquellos niños evacuados, y su regreso ofrecía la posibilidad de capitalizar esa inversión sin desplegar personal soviético identificable en un país hostil.

Logística del KGB

Los repatriados españoles volvieron a la Península desde puertos soviéticos del mar Negro en buques fletados por la Unión Soviética. Cada barco transportaba cientos de pasajeros, con listados nominales preparados con antelación y un calendario de salidas y llegadas fijado de antemano.

Los nombres de los buques figuran en los registros portuarios y en la documentación policial española que siguió de cerca aquellas operaciones. Entre los navíos documentados se encuentran el "Crimea" y el "Semiramis".

El viaje duraba varios días en condiciones austeras. Los pasajeros se distribuían en camarotes compartidos y literas metálicas, con mantas de dotación estándar. Los comedores funcionaban por turnos con menús sencillos.

Cuando el tiempo lo permitía, los pasajeros subían a cubierta. No se organizaron actos públicos ni despedidas ceremoniales: era un traslado colectivo, gestionado como un expediente administrativo más en el contexto de una maniobra política sensible.

Los relatos disponibles de aquella travesía describen un ambiente contenido, con poca conversación y escasas muestras de euforia. Muchos de los repatriados llevaban casi dos décadas fuera de España y regresaban a un país que apenas conocían.

El trayecto se vivía como una espera prolongada, atravesada por la incertidumbre. Una vez en Valencia o Castellón, los buques atracaban en zonas delimitadas de los puertos y el desembarco se efectuaba por grupos.

Recibimiento en España de "los niños de la guerra". E. E.

Por el momento, las identidades reales de los agentes siguen siendo desconocidas. Los documentos publicados no incluyen nombres civiles completos, fechas de nacimiento precisas, ni datos personales directos que permitan saber quiénes eran realmente.

En todos los casos, emplean nombres en clave, referencias biográficas parciales y descripciones funcionales –profesión, situación familiar, destino previsto–, suficientes para acreditar la existencia de la operación, pero insuficientes para atribuirla a personas concretas.

Cualquier futuro intento de desanonimización exige cruces documentales con listas de pasajeros de los buques de repatriación, expedientes en los archivos españoles, y registros policiales franquistas del período 1956-1975, un trabajo que marcará el siguiente paso de la investigación y que corresponderá a los historiadores.

Documento de las operaciones del KGB en el que se muestra su apoyo activo al Partido Comunista Español. E. E.

El reclutamiento de "niños de la guerra" no fue la única ni la más importante operación del KGB contra el régimen franquista. Estos documentos revelan que formaba parte de una estrategia más amplia que incluía el apoyo activo al Partido Comunista Español; formación de personal en escuelas de la Komintern y la NKVD; entrenamiento de saboteadores y operadores de radio; operaciones de inteligencia en la diáspora española; organización del trabajo de la redacción española de Radio Moscú y otros canales de propaganda soviética; y operaciones especiales contra instituciones españolas.

El Kremlin nunca asimiló su derrota en la Guerra Civil española. Durante las décadas siguientes, llevó a cabo labores de información y propaganda contra la dictadura franquista. El trabajo de inteligencia activo en España se vio complicado, sin embargo, por el estricto régimen de contraespionaje del país.

Explotación de menores

En cuanto a los llamados chiquillos españoles adoptados por Stalin, la historia es conocida. Entre 1936 y 1938, durante la Guerra Civil española, más de 34.000 niños fueron evacuados de España. La mayoría fueron reasentados en Francia, Bélgica y Reino Unido con condiciones más o menos cómodas.

El régimen de Putin adoctrina a menores españoles en el mismo campamento de Crimea al que llegaban los 'niños de la guerra'

Sin embargo, aproximadamente 3.000 de ellos fueron llevados a la Unión Soviética por iniciativa del gobierno soviético, que apoyaba activamente al Partido Comunista Español con armas, dinero y personal de inteligencia.

En realidad, la URSS financió gran parte de esa asistencia mediante un operativo que el régimen de Stalin ocultó durante décadas: la exportación clandestina de unas 510 toneladas de oro español a territorio soviético entre 1936 y 1939. Los fondos fueron saqueados de las arcas republicanas, transportados por barco a través de Odesa y depositados en Moscú, de donde nunca regresaron a España. Los niños evacuados se convirtieron, en cierto modo, en una compensación ideológica por ese robo material.

Aquellos niños fueron internados en orfanatos de Odesa, Eupatoria, Jersón, Járkov y Kiev. Durante casi dos décadas, fueron educados bajo un sistema deliberado de adoctrinamiento. La enseñanza en ruso prevalecía, al igual que la educación soviética. Se glorificaba a Stalin como el "salvador" y "mejor amigo de los niños españoles".

Se les obligó asimismo a renunciar a la nacionalidad española y a aceptar la soviética. Cuando alcanzaron la mayoría de edad, el régimen de atención se redujo deliberadamente: se recortaron fondos, se silenciaron casos de delincuencia infantil y se ocultó que algunos de estos jóvenes acabaron en el Gulag.

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