Volodímir Zelenski, este jueves en el Consejo Europeo.
Editorial EL RUGIDO DEL LEÓN EEUU ha abandonado a Ucrania, pero Europa no puede dejarla caer Publicada 19 diciembre 2025 08:10hUcrania se encuentra en una situación crítica. Tanto desde el punto de vista militar como financiero.
La suspensión de la ayuda estadounidense decretada por Donald Trump para el año que viene, junto a su creciente presión sobre Volodímir Zelenski para que acepte el acuerdo de paz favorable al Kremlin, obliga a Europa a seguir sosteniendo el esfuerzo bélico ucraniano.
Una de las posibles soluciones a ese estancamiento de la ayuda financiera habría sido un "préstamo de reparaciones" financiado con los saldos de los activos rusos inmovilizados en la UE.
Una fórmula de la que lleva tiempo hablándose en la Comisión Europea, pero que conlleva enormes riesgos, dado que Vladímir Putin la considera poco menos que casus belli.
Esa solución, que cuenta con un respaldo mayoritario con las salvedades de Bélgica, la reticente Italia y la dubitativa Francia, no sólo es "la más viable financieramente y políticamente realista", según la Comisión, sino que también atiende al "derecho de Ucrania a recibir compensación por los daños causados por la agresión".
Pero los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 congregados este jueves en una cumbre trascendental marcada por la incertidumbre no han sido capaces de llegar a un acuerdo.
Tras más de quince horas de negociaciones que se han prolongado hasta la madrugada, los líderes europeos no se han atrevido a contradecir al primer ministro belga, Bart de Wever, que teme las represalias del Kremlin ante la “confiscación” de los activos del Banco Central de Rusia.
Porque la mayor parte de este dinero (185.000 millones de un total de 210.000 millones) está depositado en Euroclear, una empresa financiera con sede en Bruselas.
Antes de esa reunión, Zelenski se había reunido en Bruselas con el primer ministro belga para tratar de vencer su veto a utilizar los activos rusos congelados.
Los temores de Bélgica son comprensibles, como también son razonables las dudas de los países que entienden que la confiscación podría tener consecuencias imprevisibles.
Pero cubrir las necesidades militares y económicas de Ucrania es una necesidad ineludible e imperiosa. Y siempre será mejor hacerlo mediante fondos rusos que mediante una emisión de deuda conjunta de varios miles de millones de euros con cargo al presupuesto comunitario.
Pero esa es, precisamente, la solución de compromiso a la que se llegó ayer.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 acordaron conceder a Kiev un préstamo de 90.000 millones de euros para los dos próximos años, que se financiará con una emisión de deuda conjunta europea utilizando el presupuesto de la UE como aval.
La emisión de eurobonos era el 'plan B' de la Comisión. Un 'plan B' que había sido rechazado repetidamente por Alemania y por los países nórdicos, los más firmes defensores de Ucrania en la UE, porque aumenta el endeudamiento.
El préstamo a cargo de los contribuyentes europeos es, por tanto, el mal menor. Porque Ucrania representa el primer frente en el que se dirime la pervivencia del orden internacional basado en reglas.
Y porque Estados Unidos se ha pasado a la facción integrada por los poderes imperiales que buscan repartirse el mundo en esferas de influencia e imponer su voluntad mediante la fuerza, tal y como ha quedado acreditado en la recientemente divulgada Estrategia de Seguridad Nacional.
El giro aislacionista de la política exterior estadounidense y su hostilidad hacia sus aliados tradicionales sellados en ese documento certifican el abandono de Europa. Y ante esta doctrina del shock trumpista, la Unión Europea debe hacerse cargo de su propia seguridad. Y esta empieza en Ucrania.
Los destinos de los europeos están ligados a los de los ucranianos: si se deja caer a Kiev, y por tanto se premia al agresor, se habrá consagrado el desmantelamiento del Derecho internacional.
En ese razonamiento radica la pedagogía que los líderes europeos deberían promover para convencer a aquellos que consideran erróneamente que esta guerra les es ajena.
Porque Ucrania necesita de Europa, pero aun más a la inversa.
Son los hombres de Zelenski los que están ejerciendo de dique de contención contra el expansionismo ruso. Y si están protegiendo a Europa, lo justo es que Europa contribuya a sostener su resistencia, proporcionándole las garantías de seguridad que necesita.
Se trata de un momento decisivo para Ucrania, que sin este crédito muy probablemente perderá la guerra. El préstamo le permitirá a Zelenski eludir la capitulación a la que quiere forzarle Trump.
La UE debe garantizar su independencia y la defensa de sus propios intereses. Y demostrarle al fanfarrón de la Casa Blanca que se equivoca cuando la califica de "débil" y desorientada.