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El dominio creciente de China sobre Trump

El dominio creciente de China sobre Trump
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El presidente estadounidense ha entregado la iniciativa a Pekín en la tecnología, la energía y la seguridad. Leer
Financial TimesEl dominio creciente de China sobre Trump
  • EDWARD LUCE
16 DIC. 2025 - 17:50El presidente estadounidense, Donald Trump (izquierda), y su homólogo chino, Xi Jinping (derecha).XINHUA vía Europa PressXINHUA vía Europa Press

El presidente estadounidense ha entregado la iniciativa a Pekín en la tecnología, la energía y la seguridad.

Partiendo de la premisa de nunca interrumpir al enemigo mientras comete un error, Xi Jinping es el ganador de 2025. El momento clave del año fue la cesión de Donald Trump ante Xi en Corea del Sur a finales de octubre. La marcha atrás de Trump en la guerra comercial marcó una nueva época. Tras reflexionar durante años sobre la disociación, se suspendió el debate sobre el divorcio entre EEUU y China. Incluso la llamada reducción de riesgos está ahora en duda. Trump otorgó a su reunión un 12 sobre 10. China se llevó 10 de esos puntos.

Xi se ha beneficiado simplemente esperando a que llegaran los regalos estratégicos. Pocas veces ha sido más acertado el lema invertido: "no pienses en hacer algo, quédate sentado". La semana pasada, Trump amplió el rédito de Xi al aprobar la venta de chips H200 a Nvidia, aunque con un arancel de exportación del 25%. La lógica es que Nvidia es un campeón estadounidense y debería dominar todos los mercados. La realidad es que Trump acaba de hacerle a China su mayor regalo hasta la fecha. Los semiconductores avanzados son el único área clave donde China sigue por detrás de EEUU. Trump está ayudando a cerrar esa brecha.

Su propósito estratégico es confuso. Por una parte, Trump está eliminando las barreras nacionales al crecimiento de la IA con el objetivo de superar a China en la meta de la superinteligencia. Por otra, sin embargo, está proporcionando a China las herramientas para mantenerse en la carrera. La única explicación coherente para ambos es el dinero. El auge de la IA está llenando las arcas de Trump. Casi todos los "broligarcas" están de su lado. Nvidia, mientras tanto, ha prometido pagar el 15% de sus nuevos ingresos en China al Gobierno estadounidense. La forma de calcular y recaudar ese impuesto sigue siendo confusa.

En cualquier caso, es inútil buscar una lógica geopolítica detrás de la política de Trump hacia China. La reciente estrategia de seguridad nacional abandonó la referencia a China y Rusia como competidores iguales. El documento añadió un "corolario Trump" a la Doctrina Monroe, lo cual sí tiene implicaciones para China. Trump ha declarado el hemisferio occidental como territorio vedado a las potencias extranjeras. Entre los muchos amigos regionales de China se encuentra Venezuela. Mantener a China alejada de las enormes reservas de petróleo venezolanas explica, al menos en parte, la acumulación de presencia militar por parte de Trump en su patio trasero.

El resto de la estrategia de seguridad nacional de Trump parece diseñada para acelerar el control de China sobre el resto del mundo. La mejor oportunidad de EEUU para contener y moldear el ascenso de China es hacer causa común con Europa. En cambio, Trump apunta a un cambio de régimen. Argumentando la "desaparición de su civilización", el objetivo explícito de EEUU es llevar al poder a partidos afines a Trump en Europa. Esto convierte a EEUU en un competidor ideológico de los gobiernos democráticos mayoritariamente liberales de Europa. Trump está entregando a China y Rusia las herramientas para acelerar la desintegración de Occidente.

También se está desarmando unilateralmente en la carrera energética global. El valor de las exportaciones chinas de tecnología limpia en los primeros siete meses de 2025 duplicó el de las exportaciones estadounidenses de combustibles fósiles. En su "gran y hermosa ley", Trump eliminó gradualmente la mayoría de las exenciones fiscales y subsidios estadounidenses para las energías alternativas. China dominará así las nuevas fronteras energéticas y suministrará esos bienes públicos al sur global.Al redoblar la apuesta por los combustibles fósiles, Trump cede el futuro energético mundial a China.

¿Será 2026 otro año del dragón? El premio de Trump es su cumbre con Xi el próximo abril. De aquí hasta entonces, no quiere que nada altere la nueva calidez en las relaciones entre EEUU y China. Es difícil exagerar el cambio con respecto a sus inicios, que tiene una explicación simple. Trump desató su bazuca en abril al imponer aranceles del 145% a China. Xi luego sacó su propia bazuca: los controles a la exportación de tierras raras. Esto habría paralizado gran parte de la producción civil y militar estadounidense. Trump dio marcha atrás en octubre. Se reveló que la bazuca de Xi sería mayor, al menos durante los próximos años. Las modestas concesiones de Xi consistieron en restringir las exportaciones chinas relacionadas con el fentanilo y reanudar las importaciones de soja estadounidense.

A juzgar por el resultado neto, 2025 ha ofrecido un duro tutorial. EEUU puede volver a vender soja a China, mientras que Pekín garantiza el acceso a tierras raras. Como ventaja adicional, China obtiene acceso a procesadores de inteligencia artificial avanzados, aunque no a los de última vanguardia. Mientras tanto, el resto de socios comerciales de EEUU han dejado de buscar un método en esta locura, ya que no lo hay. En estos tiempos de competencia entre grandes potencias, la odisea de Trump ha sido reveladora. El presidente ha evidenciado el poder del control absoluto de China sobre los bienes más preciados del mundo. Y les ha dicho a todos los demás que están solos. "EEUU primero" funciona como eslogan electoral. En el mundo real, China está tomando la delantera.

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Fuente original: Leer en Expansión
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