De un tiempo a esta parte, pensar en la búsqueda de un edificio nos llevaba irremediablemente a la cobertura de Maps/Earth en Google. Y lo cierto es que funciona muy bien mostrando imágenes (donde las haya) y en la calidad que exista, lo que significaba que hay zonas muy detalladas y otras más bien pobres. Por eso, el nuevo mapa de la arquitectura del planeta es más certero: con datos 3D consistentes en todo el mundo, incluyendo lugares rurales, países con cartografía deficiente o regiones ignoradas en otros mapas.
El planeta edificio a edificio. El GlobalBuildingAtlas, creado por un equipo de la Universidad Técnica de Múnich (también para descarga en Github), supone un salto histórico en la forma de representar la presencia humana sobre la Tierra: un mapa 3D de los 2.750 millones de edificios generados a partir de imágenes satelitales desde 2019, con una resolución unas treinta veces mayor que cualquier base de datos previa y una cobertura que por primera vez integra de forma homogénea regiones tradicionalmente invisibles para la cartografía global, desde áreas rurales de África hasta pequeños núcleos aislados en Asia o Sudamérica.
Esta escala permite observar cómo se distribuye físicamente la humanidad: alturas, volúmenes, densidades, patrones de ocupación y relaciones espaciales entre edificios, todo reconstruido con una precisión que convierte el mapa en una radiografía tridimensional del urbanismo mundial.
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El quid. Más allá de su espectacularidad visual, el proyecto persigue un propósito más profundo: medir la huella de la urbanización, analizar la pobreza estructural mediante indicadores como el volumen construido per cápita y corregir décadas de sesgos cartográficos que concentraban la información en ciudades ricas y dejaban amplias regiones sin datos fiables.
Para lograrlo, el equipo ha contado que aplicó estrategias de filtrado que homogeneizan la calidad variable de las imágenes satelitales y construyó modelos que capturan no solo la presencia de un edificio, sino su masa, su altura y su posición relativa, un conjunto de datos imprescindible para entender cómo se organiza la vida en la superficie del planeta.
Comparación visual de las bases de datos de altura de edificios existentes en ciudades de prueba de América del Norte, del Sur, Europa, Oceanía y Asia
Instrumento de análisis. Una de las cosas más sorprendentes del proyecto es la incorporación masiva de edificios rurales y de países con limitada infraestructura de levantamiento cartográfico, lo cual abre la puerta a investigaciones que antes eran imposibles: estudios comparativos de desigualdad territorial, análisis finos sobre la intensidad de urbanización, evaluación de cargas demográficas o detección de zonas donde el volumen construido por persona revela déficits de vivienda, hacinamiento o dispersión extrema.
El indicador de building volume per capita, incluido en la base de datos, permite localizar de forma directa brechas socioeconómicas, correlacionar densidades construidas con niveles de renta y observar patrones que hasta ahora solo podían inferirse con aproximaciones indirectas.
Volumen de edificación per cápita y coeficientes de correlación armonizados para los 27 Estados miembros de la UE y la UE en su conjunto
Un mapa de advertencia. De hecho y como detallan los investigadores, una herramienta así no solo ilumina la distribución del bienestar, sino que también ayuda a identificar dónde podría colapsar la infraestructura, dónde falta inversión pública o qué regiones acumulan vulnerabilidades históricas invisibles para la planificación internacional.
Organismos como el Centro Aeroespacial Alemán ya han mostrado interés en usar el atlas para evaluar riesgos ante desastres naturales o humanos, aprovechando su capacidad para modelar cómo interactúan asentamientos, relieve y exposición al peligro en cada punto del planeta.
Zoom en Londres
Una nueva capa científica. Plus: el valor del GlobalBuildingAtlas también es climático. La localización, forma y volumen de los edificios determinan la demanda energética, la generación de calor urbano y las emisiones asociadas a la actividad humana. El equipo detalla que conocer exactamente dónde se concentra la población y cómo son sus estructuras permite mejorar proyecciones de consumo, modelar escenarios de mitigación y adaptar políticas públicas a contextos donde la eficiencia energética depende de patrones espaciales muy específicos.
El atlas ofrece la “primera base global realmente uniforme” para alimentar modelos climáticos que integren al detalle la presencia humana, y convierte en cuantificable algo que hasta ahora era difuso: la geometría global del hábitat humano, un elemento crucial para anticipar cómo evolucionará la presión sobre los ecosistemas y qué regiones necesitarán intervenciones urgentes en infraestructura, vivienda o resiliencia climática. A ello se suma su utilidad para planificadores y gobiernos que, incluso en países con recursos limitados, podrán utilizar estos datos abiertos para priorizar inversiones con criterios razonados y no con intuiciones o estadísticas fragmentarias.
Los datos permiten modelos más precisos para la urbanización, la infraestructura y la gestión de desastres
Exponer lo más remoto. A diferencia de otros mapas comerciales, este atlas es abierto, descargable y mensurable, y permite al usuario explorar cualquier punto del mundo con una fidelidad nueva. Zonas que aparentan oscuridad o vacío cuando se observan desde lejos revelan, al acercarse, un puñado de viviendas aisladas o pequeños asentamientos que hasta ahora quedaban completamente fuera de cualquier representación global.
Esa capacidad de mostrar tanto las megaciudades como los últimos rincones habitados convierte la herramienta en una suerte de espejo digital del planeta donde la huella humana ha dejado una marca arquitectónica, por minúscula que sea. Dicho de otra forma, el usuario puede introducir cualquier dirección, visualizar la posición y elevación de un edificio, modificar capas y filtros o descargar el código para trabajar con los datos sin restricciones, algo inédito en este tipo de cartografías que tradicionalmente han quedado en manos de gobiernos o grandes plataformas tecnológicas.
Bola extra. Si te estás preguntando hasta dónde es capaz de llegar, sus autores aseguran que incluso en lugares más remotos (desde aldeas rurales de Corea del Sur, hasta valles amazónicos o desiertos africanos) el atlas detecta y modela edificaciones que la cartografía anterior ignoraba, ofreciendo una imagen nueva, más justa y más completa del espacio humano.
En Xataka
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Redefinir “ver el mundo”. En definitiva, la iniciativa de GlobalBuildingAtlas no solo es un logro técnico: es una nueva forma de interpretar la Tierra. Al mostrar de manera continua la huella física de la humanidad, desmonta la idea de que la urbanización se limita a grandes ciudades y revela una red densa y discontinua de ocupación que ilumina trayectorias históricas, desigualdades estructurales y dinámicas de expansión que antes quedaban sumergidas en estadísticas.
Si se quiere, como herramienta científica, política y social, anticipa un futuro en el que la toma de decisiones dependerá de capas de información tridimensional capaces de describir no solo dónde vivimos, sino cómo vivimos, con qué densidad y con qué impacto. Un atlas que no busca mostrar el mundo como ya lo hacía Google: busca cuantificarlo, convirtiendo cada edificio en un dato analítico y no solo en una imagen, y a nosotros en espectadores de lujo.
Imagen | GlobalBuildingAtlas
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La noticia
El mapa de los edificios del planeta que Google no ha podido encontrar: un atlas que revela lo que no habíamos visto antes
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
.
El mapa de los edificios del planeta que Google no ha podido encontrar: un atlas que revela lo que no habíamos visto antes
Este atlas no busca mostrar el mundo: busca cuantificarlo, convirtiendo cada edificio en un dato analítico y no solo en una imagen
De un tiempo a esta parte, pensar en la búsqueda de un edificio nos llevaba irremediablemente a la cobertura de Maps/Earth en Google. Y lo cierto es que funciona muy bien mostrando imágenes (donde las haya) y en la calidad que exista, lo que significaba que hay zonas muy detalladas y otras más bien pobres. Por eso, el nuevo mapa de la arquitectura del planeta es más certero: con datos 3D consistentes en todo el mundo, incluyendo lugares rurales, países con cartografía deficiente o regiones ignoradas en otros mapas.
El planeta edificio a edificio. El GlobalBuildingAtlas, creado por un equipo de la Universidad Técnica de Múnich (también para descarga en Github), supone un salto histórico en la forma de representar la presencia humana sobre la Tierra: un mapa 3D de los 2.750 millones de edificios generados a partir de imágenes satelitales desde 2019, con una resolución unas treinta veces mayor que cualquier base de datos previa y una cobertura que por primera vez integra de forma homogénea regiones tradicionalmente invisibles para la cartografía global, desde áreas rurales de África hasta pequeños núcleos aislados en Asia o Sudamérica.
Esta escala permite observar cómo se distribuye físicamente la humanidad: alturas, volúmenes, densidades, patrones de ocupación y relaciones espaciales entre edificios, todo reconstruido con una precisión que convierte el mapa en una radiografía tridimensional del urbanismo mundial.
El quid. Más allá de su espectacularidad visual, el proyecto persigue un propósito más profundo: medir la huella de la urbanización, analizar la pobreza estructural mediante indicadores como el volumen construido per cápita y corregir décadas de sesgos cartográficos que concentraban la información en ciudades ricas y dejaban amplias regiones sin datos fiables.
Para lograrlo, el equipo ha contado que aplicó estrategias de filtrado que homogeneizan la calidad variable de las imágenes satelitales y construyó modelos que capturan no solo la presencia de un edificio, sino su masa, su altura y su posición relativa, un conjunto de datos imprescindible para entender cómo se organiza la vida en la superficie del planeta.
Comparación visual de las bases de datos de altura de edificios existentes en ciudades de prueba de América del Norte, del Sur, Europa, Oceanía y Asia
Instrumento de análisis. Una de las cosas más sorprendentes del proyecto es la incorporación masiva de edificios rurales y de países con limitada infraestructura de levantamiento cartográfico, lo cual abre la puerta a investigaciones que antes eran imposibles: estudios comparativos de desigualdad territorial, análisis finos sobre la intensidad de urbanización, evaluación de cargas demográficas o detección de zonas donde el volumen construido por persona revela déficits de vivienda, hacinamiento o dispersión extrema.
El indicador de building volume per capita, incluido en la base de datos, permite localizar de forma directa brechas socioeconómicas, correlacionar densidades construidas con niveles de renta y observar patrones que hasta ahora solo podían inferirse con aproximaciones indirectas.
Volumen de edificación per cápita y coeficientes de correlación armonizados para los 27 Estados miembros de la UE y la UE en su conjunto
Un mapa de advertencia. De hecho y como detallan los investigadores, una herramienta así no solo ilumina la distribución del bienestar, sino que también ayuda a identificar dónde podría colapsar la infraestructura, dónde falta inversión pública o qué regiones acumulan vulnerabilidades históricas invisibles para la planificación internacional.
Organismos como el Centro Aeroespacial Alemán ya han mostrado interés en usar el atlas para evaluar riesgos ante desastres naturales o humanos, aprovechando su capacidad para modelar cómo interactúan asentamientos, relieve y exposición al peligro en cada punto del planeta.
Zoom en Londres
Una nueva capa científica. Plus: el valor del GlobalBuildingAtlas también es climático. La localización, forma y volumen de los edificios determinan la demanda energética, la generación de calor urbano y las emisiones asociadas a la actividad humana. El equipo detalla que conocer exactamente dónde se concentra la población y cómo son sus estructuras permite mejorar proyecciones de consumo, modelar escenarios de mitigación y adaptar políticas públicas a contextos donde la eficiencia energética depende de patrones espaciales muy específicos.
El atlas ofrece la “primera base global realmente uniforme” para alimentar modelos climáticos que integren al detalle la presencia humana, y convierte en cuantificable algo que hasta ahora era difuso: la geometría global del hábitat humano, un elemento crucial para anticipar cómo evolucionará la presión sobre los ecosistemas y qué regiones necesitarán intervenciones urgentes en infraestructura, vivienda o resiliencia climática. A ello se suma su utilidad para planificadores y gobiernos que, incluso en países con recursos limitados, podrán utilizar estos datos abiertos para priorizar inversiones con criterios razonados y no con intuiciones o estadísticas fragmentarias.
Los datos permiten modelos más precisos para la urbanización, la infraestructura y la gestión de desastres
Exponer lo más remoto. A diferencia de otros mapas comerciales, este atlas es abierto, descargable y mensurable, y permite al usuario explorar cualquier punto del mundo con una fidelidad nueva. Zonas que aparentan oscuridad o vacío cuando se observan desde lejos revelan, al acercarse, un puñado de viviendas aisladas o pequeños asentamientos que hasta ahora quedaban completamente fuera de cualquier representación global.
Esa capacidad de mostrar tanto las megaciudades como los últimos rincones habitados convierte la herramienta en una suerte de espejo digital del planeta donde la huella humana ha dejado una marca arquitectónica, por minúscula que sea. Dicho de otra forma, el usuario puede introducir cualquier dirección, visualizar la posición y elevación de un edificio, modificar capas y filtros o descargar el código para trabajar con los datos sin restricciones, algo inédito en este tipo de cartografías que tradicionalmente han quedado en manos de gobiernos o grandes plataformas tecnológicas.
Bola extra. Si te estás preguntando hasta dónde es capaz de llegar, sus autores aseguran que incluso en lugares más remotos (desde aldeas rurales de Corea del Sur, hasta valles amazónicos o desiertos africanos) el atlas detecta y modela edificaciones que la cartografía anterior ignoraba, ofreciendo una imagen nueva, más justa y más completa del espacio humano.
Redefinir “ver el mundo”. En definitiva, la iniciativa de GlobalBuildingAtlas no solo es un logro técnico: es una nueva forma de interpretar la Tierra. Al mostrar de manera continua la huella física de la humanidad, desmonta la idea de que la urbanización se limita a grandes ciudades y revela una red densa y discontinua de ocupación que ilumina trayectorias históricas, desigualdades estructurales y dinámicas de expansión que antes quedaban sumergidas en estadísticas.
Si se quiere, como herramienta científica, política y social, anticipa un futuro en el que la toma de decisiones dependerá de capas de información tridimensional capaces de describir no solo dónde vivimos, sino cómo vivimos, con qué densidad y con qué impacto. Un atlas que no busca mostrar el mundo como ya lo hacía Google: busca cuantificarlo, convirtiendo cada edificio en un dato analítico y no solo en una imagen, y a nosotros en espectadores de lujo.