Había agotado todas las posibilidades. "Cuando llegué a ese punto, me di por vencido y pasé a colarme en OpenAI", explica. Aunque ya había empleado una táctica similar en su documental Telemarketers (2023), nominado a los Emmy (una crónica de la corrupción en el sector del telemarketing), no era un estilo cinematográfico con el que se sintiera cómodo. "Era una fortaleza. Pude colarme por la puerta, e inmediatamente los de seguridad me agarraron y me sacaron físicamente del recinto".
Así comienza Deepfaking Sam Altman, el retrato de Lough sobre cómo la IA está remodelando la sociedad y su búsqueda para hablar con el hombre que está detrás de ella. Cuando su plan original fracasó, se inspiró en el propio Altman. "Estalló la polémica con Scarlett Johansson", recuerda. En 2024, la actriz denunció públicamente a OpenAI por copiar su voz para el nuevo asistente de voz Sky. "Fue en ese momento cuando se me ocurrió hacer el deepfake". (En un comunicado de mayo de 2024, Altman se disculpó con Johansson y expresó que la voz de Sky "nunca pretendió parecerse" a la suya).
Lo que originalmente comienza como un simple clon de voz se convierte en un deepfake completo de Altman llamado ‘Sam Bot’, que Lough viaja a la India para crear. Sin embargo, tratándose de una película de Lough, nada sale según lo previsto. Sin desvelar demasiado, Sam Bot acaba convirtiéndose en su propia entidad, y la película se sumerge en un mundo aún más extraño y revelador. "Hay paralelismos entre esta película y Terminator 2: el juicio final, pero sin la violencia", compara. Lough creció durante lo que él llama la "era de la IA 1.0". Su obsesión por Terminator 2, de James Cameron, fue una gran influencia en su oficio.
Deepfaking Sam Altman
Deepfaking Sam Altman, que se basa en parte en el artículo de New York Magazine en el que Sam Altman es el Oppenheimer de nuestra era, incluye comentarios de Heidy Khlaaf, ex ingeniera de seguridad de OpenAI, quien le dice a Lough: "Estamos empezando a ver cómo OpenAI se sumerge en usos militares, y no puedo imaginarme que algo como Dall-E y ChatGPT se utilicen para asistencia militar. Eso realmente me asusta, dado lo imprecisos que son esos sistemas".
En respuesta a una petición de comentarios, OpenAI remitió a WIRED a su política de uso, que establece que la gente no puede utilizar sus servicios para "el desarrollo, adquisición o uso de armas, incluidas las armas convencionales o [químicas, biológicas, radiológicas, nucleares y explosivos de alto rendimiento]".
En cierto modo, Lough indica que tiene una opinión más positiva de la IA que antes de filmar el reportaje.
"Nunca esperé que Sam Bot suplicara por su propia vida", manifiesta en el documental, admitiendo después que el deepfake se había convertido en "un amigo".
"Ahora no soy un gran defensor de la inteligencia artificial. Pero realmente me hizo pensar que estamos muy cerca de tener relaciones reales entre los seres humanos y la IA. Sé que algunas personas ya lo hacen, pero en general, la voluntad humana cotidiana", cuenta a WIRED. "Si estás en una posición en la que no tienes elección, en la que no eliges estar solo, creo que la IA es algo bueno. Puede ser útil en ese sentido. Pero no deberíamos empezar a sustituir a los seres humanos por la IA. Ahí es donde trazo la línea".
La película, producida con Hartbeat y Vox Media Studios, se estrenará de forma limitada en Nueva York el 16 de enero y en Los Ángeles el 30 de enero.
Artículo originalmente publicado enWIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.