- BEN HALL
A la hora de usar los activos rusos congelados como palanca, la UE se ha echado atrás.
Una "señal inequívoca a Moscú" fue la forma en que el canciller alemán Friedrich Merz describió la decisión de la UE en la madrugada del viernes de proporcionar un salvavidas de 90.000 millones de euros a Ucrania.
El préstamo, que se recaudará mediante la emisión de deuda común de la UE,proporcionará a Kiev la tan necesaria certidumbre financiera para los próximos dos años, desbloqueando un nuevo paquete del FMI. Ayudará a reforzar las defensas de Ucrania, le permitirá comprar más armas del extranjero y, fundamentalmente, expandir su producción nacional de armas.
Es una demostración del compromiso de Europa con la lucha de Ucrania contra la agresión rusa. No haber conseguido el dinero habría sido una terrible señal de la debilidad europea en un momento en que necesitaba desesperadamente demostrar determinación.
Pero la forma en que tomó la decisión difícilmente transmita un mensaje inequívoco. Tras más de 16 horas de negociaciones en la cumbre y de semanas de evasivas sobre el diseño de su apoyo, los líderes de la UE descartaron un plan para utilizar los activos congelados del banco central ruso para componer un llamado "préstamo de reparaciones" también por valor de 90.000 millones de euros.
Finalmente, el plan se consideró demasiado polémico y complejo. Se encontró con la implacable oposición de Bélgica, donde se encuentran la mayoría de los activos y que temía quedar comprometida si, de alguna forma, se le concedía a Moscú el derecho a recuperarlos. También se vio frustrado por el tibio apoyo de Italia y Francia,y por la reticencia de los países más pequeños a ver a la pequeña Bélgica forzada por Alemania, principal impulsor del plan.
El resultado es un revés para Merz, quien se arriesgó al hacer campaña a favor del préstamo de reparaciones, presentándolo con descaro como una idea propia en un artículo para Financial Times. Merz se opuso a un mayor endeudamiento común de la UE. Ahora ha tenido que aceptarlo.
También resulta embarazoso para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien invirtió meses de esfuerzo en intentar que el plan de activos congelados funcionara, argumentando que no había una alternativa viable, sólo para que esta alternativa se materializase en el último momento.
Merz y von der Leyen argumentarán que el nuevo plan de préstamos mantiene el control de la UE sobre los activos rusos. Ahora están congelados permanentemente, en lugar de los seis meses de antaño. Ucrania no tendrá que devolver el préstamo de 90.000 millones de euros hasta que Moscú le pague las reparaciones. Pero con esos activos congelados, la UE tenía una verdadera influencia sobre Rusia en un momento en que las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania entran en una fase crítica. A la hora de utilizar esa influencia, la UE se echó atrás.
Cumbres nocturnas, líderes de la UE analizando minuciosamente detalles técnicos, una defensa férrea de los intereses nacionales o económicos: así funciona la UE. Pero el mundo está cambiando a una velocidad alarmante, por lo que la brecha entre el propósito estratégico y la búsqueda del interés nacional, alimentada por el auge de la política nacionalista, es aún más evidente.
La preocupación de Bélgica por los detalles legales torpedeó los préstamos de reparaciones. El deseo de Francia, Italia y otros países de apaciguar a los agricultores indignados por una cuota de importación de carne de vacuno que representa poco más del 1% de la producción de la UE ha retrasado una vez más, y posiblemente frustrado, la conclusión del acuerdo comercial de la UE con Mercosur.Las homilías del presidente francés, Emmanuel Macron, sobre convertir a Europa en un actor geoestratégico suenan huecas.
Los líderes de la UE lograron acordar una nueva emisión de deuda común para ayudar a Ucrania gracias a que Hungría, Eslovaquia y la República Checa consiguieron una exención, una señal del creciente grupo de países que se oponen a ayudar a Kiev. Moscú se sentirá alentado, aunque la solidaridad europea con Ucrania en otros países siga siendo notable.
La deuda común se incrementará utilizando el llamado margen de maniobra en el presupuesto de la UE, aunque anteriormente no parecía haber mucho margen de maniobra al que recurrir. En ese sentido, la iniciativa es una extensión de un plan de endeudamiento común anterior para ayudar a Ucrania. No se trata de un avance "hamiltoniano" hacia el federalismo fiscal. Lo innovador es el endeudamiento común por parte de un subgrupo de miembros de la UE. Esto demuestra que la acción mediante "coaliciones de voluntarios" probablemente sea el camino a seguir en muchos ámbitos para una unión de 27 de otro modo engorrosa. La UE ha demostrado su capacidad de adaptación.
También lo ha hecho Merz. El líder alemán ha demostrado liderazgo en su apoyo a Ucrania y en el esfuerzo de su país por rearmarse, asumiendo riesgos y con la vista puesta en el panorama general. Ojalá todos los líderes de la UE pudieran hacer lo mismo.
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