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Alba Abiega renunció a su puesto como directiva en las oficinas deTesla en Ámsterdam y a seguirle el ritmo a Elon Musk para fundar en Olmedillo de Roa (Burgos), un pueblo de 179 habitantes, una bodega. "Es inevitable sentir vértigo, pero estoy feliz".
Alba Abiega (Logroño, 1984) sabe que se ha embarcado en un proyecto ambicioso pero, tras cumplir 40 años y trabajar durante casi dos décadas en multinacionales, con una agenda repleta de viajes, cientos de reuniones y miles de correos electrónicos que esperaban una respuesta en su bandeja de entrada, fundar una bodega en la D. O. Ribera del Duero no parecía el reto más complicado de su carrera profesional. ¿O sí? "Alba en Ribera es un sueño hecho realidad que reúne lo que más valoro hoy: familia, naturaleza, conexión y producto para disfrutar", asegura Abiega, que considera un "lujo" haber podido emprender junto a su padre, Enrique Abiega, un veterano del sector, al que admira y respeta.
Y eso que tenía el listón muy alto. Uno de sus jefes ha sido Elon Musk. ¿Es tan exigente y excéntrico como parece?Sí, pero creo que hay que serlo si quieres transformar una industria. Tesla rompió las reglas y cambió para siempre el mercado automovilístico cuando todos decían que lo que proponía era una utopía. Si Elon Musk hubiera escuchado a los gurús del sector hace diez años, probablemente nada de esto existiría hoy.¿Aspira a hacer lo mismo en el sector del vino?Me gustaría contribuir a hacerlo más cercano. Cuando la gente me conoce y sabe que he fundado una bodega, una de las cosas más habituales que me dicen es que no saben mucho de vino, casi como disculpándose. Algo estamos haciendo mal si el consumidor siente ese respeto hacia el producto.¿Y qué les responde?Que yo tampoco entiendo de cómo se madura la carne ni de pesca en alta mar, pero que nadie tiene que explicármelo para disfrutar de un chuletón o una merluza. El vino te gusta o no te gusta y no hay que buscar más explicaciones. Alba Abiega Desde Zero (su primer vino) es elegante, afrutado, redondo y fácil de beber. Las mejores cosas de la vida sólo necesitan vivirse.Ha vivido en cuatro países y su último trabajo fue dirigir desde Ámsterdam el mercado de segunda mano de Tesla en Europa, Oriente Medio y África. Hoy reside en Olmedillo de Roa (Burgos), pueblo de 179 habitantes y ha emprendido un negocio. ¿Qué echa de menos?Cuesta pasar del ruido constante al silencio del emprendedor. De un día para otro no recibes emails, el teléfono no suena y no te convocan a reuniones por Teams. Tu realidad es un folio en blanco, muchas ideas y una gran ilusión. Ese cambio exige reajustarse y reprogramarse.¿Algo positivo de esa etapa?La diversidad de personas, proyectos y productos. Aprendí muchísimo y es lo que me ha traído hasta aquí. Visión estratégica, resiliencia, agilidad para decidir... También, lo que no quiero repetir.¿Cómo qué?En esta nueva etapa he decidido no vivir con el cronómetro en la mano. No quiero trabajar con la sensación de urgencia permanente. Quiero construir algo con más calma, más presencia y más propósito. Los números no miden el éxito.¿Y qué lo hace?He decidido priorizar el equilibrio. En las grandes corporaciones es fácil perder de vista lo esencial, el tiempo con los tuyos, el cuidado personal, el espacio para pensar. Busco que mi forma de trabajar sea más humana, más conectada a la tierra, con mis raíces y con mi historia familiar.Emprender no parece el camino más tranquilo para conseguirlo.No, no lo es. Primero, porque implica una gran apuesta económica. Los costes y los ingresos en una bodega se desajustan al menos dos años entre el momento que trabajas en el campo y el día que puedes sacar la primera botella al mercado. Además, está el papeleo constante, que consume mucho tiempo. Un emprendedor vale para todo. Soy CEO, secretaria, la de logística, la que gestiona las redes sociales... La mejor manera de construir una empresa sólida es definir todas las patas del negocio.¿Y ser mujer es una desventaja?A lo largo de mi carrera siempre he trabajado en sectores muy masculinos y he sido la única mujer en muchas salas de reuniones. Prefiero verlo como una oportunidad para hacer las cosas de forma diferente.Sus viñedos, que eran los que compró su padre en los años noventa, han proveído de uvas a las mejores bodegas de la denominación durante más de dos décadas. ¿No habría sido más fácil seguir con ese negocio o aún no le ha dado tiempo de arrepentirse?Es inevitable sentir un poco de vértigo al dejar una carrera en una empresa consolidada, más en una con la repercusión mediática que tiene Tesla. Te preguntas cuánto de tu identidad está ligado a tu puesto. Dicho esto, estoy feliz de haber tomado esta decisión y haberme atrevido a dar el paso de cumplir mi sueño.¿Por qué eligió el sector del vino?Mis bisabuelos y abuelos eran alaveses y elaboraban txakolí. Yo nací un 28 de septiembre en Logroño, en plena vendimia, cuando toda la ciudad celebra su fiesta de agradecimiento a la cosecha. Mi padre ha dedicado su vida profesional al vino, ocupando puestos de alta dirección en grandes bodegas como Marqués de Cáceres, Faustino o Lan-Santiago Ruiz, así que en casa siempre se ha debatido mucho sobre vino.¿Y qué significa?El vino tiene una parte artesanal, humana y profundamente conectada con la naturaleza que me emociona. También, un lado de estrategia, marca y experiencia que encaja con lo que he hecho profesionalmente.¿Está más cerca de la felicidad?La felicidad tiene que ver con estar en paz contigo misma y con los que te rodean; con saber valorar lo ordinario como extraordinario. Una partida de Trivial con mis hijos -tiene tres: 11, 9 y 7 años-, un paseo por la viña o una copa de vino con mi familia y amigos es lo que más disfruto. En los negocios, la felicidad suele medirse en términos de éxito o reconocimiento, pero para mí va mucho más allá. Consiste en hacer las cosas bien, con propósito y rodeada de personas en las que crees.Cómo la inteligencia artificial cambiará su cerebroAnne Browaeys (Club Med): "Sólo se imita a los mejores"El champagne feliz de Leonardo DiCaprio Comentar ÚLTIMA HORA