- TOM BURNS MARAÑÓN
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- Zarzuela cree inoportuno el vídeo del rey Juan Carlos dirigido a los jóvenes
La tarea de recomponer la reputación institucional de una Corona parlamentaria puede que sea tan espinosa como la de recambiar todo un régimen autocrático. Ahora bien, se facilita si se recupera la historia de la Transición, el legado de Don Juan Carlos, para que pese como es debido en la balanza.
William Shakespeare fue un monárquico con el don de la crítica constructiva que distingue a los patriotas y, como era normal tanto en su época como lo es en la actual, pensaba, uno que la salud de un pueblo requería una historia nacional compartida, y dos que esta, en gran medida, dependía del buen hacer de los soberanos. Celebró el apogeo de los Tudores en el reinado de Isabel I y preocupado por el porvenir de la Corona inglesa cuando la reina fue sucedida por su primo Jacobo, de la dinastía estuardo y Rey de Escocia, escribió una trepidante tragedia como aviso a navegantes.
En el Rey Lear, la historia de un mítico monarca celta en las islas británicas prerromanas, ocurre un espanto tras otro - ingratitudes filiales, traiciones, guerras civiles, ataques de locura, horrorosas mutilaciones, salvajes ejecuciones y suicidio-. Al final acaban todos muertos. Shakespeare también desató furiosas tormentas sobre el escenario y esto era un recurso suyo para indicar que el cosmos refleja las atrocidades que se suceden en la tierra.
En la segunda mitad del siglo XVI los ingleses estaban encantados con su Faerie Queene y Reina Gloriana que es como los poetas de la era Tudor alababan a Isabel I. Hoy en Reino Unido Carlos III es muy popular como lo fue su longeva madre Isabel II y como lo son su heredero Guillermo y, sobre todo, su nuera Kate.
Los royals de Reino Unido se han enfrentado a múltiples situaciones embarazosas pero han sobrevivido estupendamente bien gracias a su lema never explain, never complain, nunca des explicaciones, nunca te quejes. La familia real española no ha tenido esa dicha.
Shakespeare hubiera elevado a Juan Carlos I a lo más alto del panteón de grandes monarcas. Su heroicidad fue pilotar la transición desde la dictadura a la democracia plena, defender la Constitución cuando fue amenazada, asegurar un prolongado periodo de paz y prosperidad y ser el Rey de todos los españoles. Y Shakespeare hubiera sido riguroso, aunque también comprensivo, con lo que vino después.
El dramaturgo, que fue un humanista de los pies a la cabeza, entendía perfectamente las debilidades y los defectos de carácter de sus semejantes y aplicaba el bisturí a los arrestos del apasionado y a las codicias del avaro, a la angustia de la desafección y al pecado de la deslealtad. En el Rey Lear se mostró muy sensible con la decadencia que acompaña la edad y a eso que la ciencia moderna llama el tránsito hacia la demencia senil.
Todo esto viene a cuento porque Juan Carlos I está en la conversación tanto o más de que lo estuvo cuando aquel celebre "lo siento mucho, no volverá a ocurrir" de hace más de una década. Al cumplirse el cincuenta aniversario de su proclamación en 1975 como sucesor de Franco a título de Rey, aparecen estos días varios libros sobre la luces y las sombras de quien abdicó en favor de su heredero Felipe VI en 2014 y se autoexilió en 2020.
La oferta editorial, si se me permite la autocita, incluye un libro mío, El Legado de Juan Carlos I (Almuzara), que presenté anoche en el Ateneo de Madrid. Y naturalmente el libro más esperado ha sido Reconciliación (Planeta), las memorias en primera persona del mismísimo Don Juan Carlos que se puso a la venta antes de ayer.
Breve mensaje
La polémica está servida porque el Rey emérito, título que le disgusta, o el Rey padre, título que prefiere, ha lanzado un vídeo promocional de su libro que se ha hecho viral en las redes sociales.El vídeo, que Don Juan Carlos dedica como "breve mensaje" a los "jóvenes", ha disgustado a Felipe VI y se supone que la publicación de Reconciliación tampoco le agrada al Rey de España.
Según fuentes oficiales, el Palacio de la Zarzuela no fue informado del audiovisual, no alcanza a entender el objetivo de su difusión y lo considera innecesario e inoportuno. Don Juan Carlos, por su parte, dice que su padre, Don Juan, el Conde de Barcelona, le aconsejó que no escribiera sus memorias porque los reyes no se confiesan Y menos, públicamente. Pero añade que ha cambiado de opinión "porque siento que me roban mi historia".
Shakespeare hubiera convertido las 512 páginas de Reconciliación y el minuto y medio que dura el vídeo de Don Juan Carlos en un drama de cinco actos que cuenta la ancianidad, el rechazo y el olvido de un hombre que fue poderoso y que supo ganarse la admiración y la adhesión por lo que hizo cuando estaba pleno de facultades.
A la vez el autor de tantas tragedias estaría instruyendo al pueblo de las consecuencias que acarrea desdeñar o falsear un pasado virtuoso y glorioso. La rectitud recorre su obra y, propagandista que fue del decoro de la Corona, Shakespeare no hurtaba la historia. Lo que hacía era contarla a su manera. En bellas parrafadas sus personajes expondrían el esplendor de un despejado amanecer y el ocaso que llegó al alargarse las sombras.
Ese lustre del ayer es de lo que habla Don Juan Carlos en su vídeo y lo dirige a "los que no conocéis la historia de España". Se refiere, pero no lo dice, a los chiquilicuatres que despotrican contra el Régimen del 78 y el "Candado franquista", a los embobados con los extremos del arco político y a los fanatizados por la política identitaria. También, a los apáticos que "pasan" del pasado.
El Rey, el emérito o el padre, se dirige a una "juventud" que nació en democracia, y le dice que "vuestros padres, vuestros abuelos y muchos españoles unidos conseguimos hacer una transición ejemplar".
El vídeo es la reivindicación del cambio radical de régimen en España que tuvo lugar: "En unas circunstancias muy complejas en las que todos tuvimos que esforzarnos y arriesgar pero con la generosidad y el esfuerzo de todos logramos que este país sea lo que hoy es".
Batallitas
Pero esas son las batallitas del abuelo y no interesan. Deberían. Don Juan Carlos fue la persona adecuada en el momento adecuado para hacer lo adecuado. Jugó un papel transcendental en la Transición y solo él pudo ejercer esa faena. Le duele que medio siglo después eso no se reconozca.
Dos cosas estremecen al escuchar la vozarrona de Don Juan Carlos en el vídeo. Una es el subtexto de que la historia del cambio político le ha sido robada. ¿Tan desmemoriados son los españoles? La otra es que no vive en el país que tanto le debe. Don Juan Carlos reside, autoexiliado, desde hace cinco años en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, a ocho horas de vuelo de Madrid. ¿Tan desagradecidos son los españoles?
Acusado de corrupción y envuelto en investigaciones judiciales, que han resultado ser nulas, Don Juan Carlos, comunicó en agosto de 2020 que se marchaba del país porque su traslado fuera de España era "el mejor servicio para los españoles, sus instituciones y la Corona". El mes siguiente más de setenta exministros y altos cargos firmaron un manifestó que decía que el legado de Don Juan Carlos fue "la etapa histórica más fructífera que ha conocido España en la época contemporánea".
Los abajo firmantes, que incluían a personalidades políticas muy relevantes de ideologías opuestas, entre ellas Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior en los gobiernos de Adolfo Suárez, y Alfonso Guerra, vicepresidente en los gobiernos de Felipe González, declararon que "la monarquía parlamentaria, así como el conjunto de la Constitución de 1978, han propiciado una España moderna, con un sistema político, económico y social avanzado fraguado en la libertad, en la justicia y en la solidaridad".
La polémica desatada en este cincuenta aniversario de la restauración de la Monarquía es lamentable pero puede acabar siendo beneficiosa si se extraen las lecciones que brindan los malentendidos. Se ha de poner en la balanza, por un lado, a Don Juan Carlos el piloto de la Transición y, por otro, al Rey que se enriqueció, que abrió cuentas bancarias fuera de España y que estuvo en un tris de cargarse la dinastía.
Atento a esa báscula está Felipe VI. En el vídeo Don Juan Carlos pidió a los jóvenes: "Que apoyéis a mi hijo el Rey Felipe en este duro trabajo que es unir a todos los españoles". Si así lo hace una nueva generación será gracias a la conducta del Rey no por hacerle caso al que reinó.
Don Felipe heredó un marrón y asintió a que "hoy más que nunca los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública". Al ser proclamado Rey anunció "una Monarquía renovada para un tiempo nuevo". Y se distanció de su padre.
La tarea de recomponer la reputación institucional de una Corona parlamentaria puede que sea tan espinosa como la de recambiar todo un régimen autocrático. O incluso más. Ahora bien, se facilita si se recupera la historia de la Transición, que es el legado de Don Juan Carlos, para que pese como es debido en la balanza.
Shakespeare seguramente se las hubiera ingeniado para que en el quinto y último acto de la historia de la Corona en España, el balsámico calor de un nuevo amanecer primaveral temple los roces y aligere la reconciliación dinástica. España no está para un reestreno del Rey Lear.
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