Presentación de la nueva flota de acorazados de Donal Trump. Reuters
Observatorio de la Defensa Los acorazados "clase Trump" presentados por el presidente de EEUU reabren un debate superado en la guerra navalEl anuncio encaja con una obsesión recurrente del presidente por la apariencia de los sistemas militares, más que por su operatividad.
Más información:Trump anuncia la construcción de una flota de buques de guerra con capacidad nuclear y les pondrá su nombre
Yolanda Rodríguez Publicada 24 diciembre 2025 13:18h Actualizada 24 diciembre 2025 13:18hLas claves nuevo Generado con IA
Donald Trump presentó la nueva “clase Trump” de acorazados, destinada a renovar la flota naval estadounidense y mantener la supremacía militar de EEUU.
Los buques serían los mayores jamás construidos y contarían con armamento avanzado, inteligencia artificial y un diseño enfocado en la estética, según Trump.
Expertos navales muestran escepticismo, ya que los grandes acorazados se consideran obsoletos desde los años 40, superados por la aviación y los misiles guiados.
El anuncio se produce en un contexto de tensión naval con Venezuela y de competencia con China, aunque muchas de las capacidades buscadas ya existen en otros sistemas militares.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó esta semana una supuesta nueva generación de buques de guerra, la denominada “clase Trump”, que —según afirmó— serviría para sustituir una flota estadounidense “vieja, cansada y obsoleta” y devolver a la Marina su primacía global.
El anuncio, realizado desde la biblioteca de Mar-a-Lago y acompañado de imágenes conceptuales de grandes buques navegando en mar abierto, estuvo cargado de grandilocuencia y simbolismo político.
“Van a ayudar a mantener la supremacía militar de Estados Unidos, a revivir la industria de construcción naval nacional y a infundir temor en los enemigos de nuestro país en todo el mundo”, aseguró Trump, rodeado del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y del secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, Marco Rubio.
Navy's new class of Large Surface Combatants: THE BATTLESHIP.
— The White House (@WhiteHouse) December 22, 2025
The most lethal surface combatant ever constructed. 🇺🇸 pic.twitter.com/7AH5G4IJj5
La futura “clase Trump” fue presentada por el presidente de EEUU como el núcleo de una futura “Flota Dorada”, concebida para contrarrestar a China y a otros adversarios estratégicos y, de paso, ajustarse a sus propios “estándares estéticos”.
“La Marina de Estados Unidos liderará el diseño de estos barcos junto conmigo porque soy una persona muy estética”, llegó a afirmar.
Grandes promesas, pocos detalles
Trump describió unos buques “equipados con cañones y misiles del más alto nivel”, armas hipersónicas, cañones electromagnéticos, misiles de crucero y “los láseres más sofisticados del mundo”.
Según su relato, serían los mayores jamás construidos, con desplazamientos que —en una horquilla tan amplia como reveladora— irían de las 3.000 a las 40.000 toneladas, y estarían “muy controlados por inteligencia artificial”, sin concretar cómo ni para qué.
“Dejar el poder o ser removido”: el ultimátum de Trump a Maduro avanza con paso firmeInicialmente, la Marina construiría dos unidades, seguidas “rápidamente” por otras ocho, con la ambición de alcanzar entre 20 y 25 buques que se convertirían en el “buque insignia de la flota naval estadounidense”.
Incluso se deslizó la posibilidad de que el primer barco del diseño, siguiendo la tradición naval, pudiera acabar llevando el nombre de USS Trump, aunque en los carteles del acto figuraba como USS Defiant.
Estética frente a doctrina naval
El anuncio encaja con una obsesión recurrente del presidente por la apariencia de los sistemas militares.
Trump ya había criticado en el pasado el diseño de algunos buques estadounidenses, cuestionando la lógica del sigilo: “Dicen: ‘Oh, es sigiloso’. Yo digo que eso no es sigiloso. No es necesario un barco feo para decir que es sigiloso”.
Sin embargo, más allá del envoltorio dorado, el proyecto ha despertado un amplio escepticismo entre analistas y expertos navales. La idea de recuperar grandes acorazados choca frontalmente con décadas de evolución doctrinal.
Este tipo de buques quedó obsoleto ya en los años cuarenta, cuando la aviación embarcada y, posteriormente, los misiles guiados demostraron que la supremacía naval se decide a cientos de kilómetros de distancia, no a golpe de artillería pesada.
Los acorazados, diseñados para “golpear primero y más lejos”, acabaron siendo plataformas extremadamente costosas, con tripulaciones enormes, largos plazos de construcción y una vulnerabilidad creciente frente a torpedos, bombas aéreas y ataques coordinados.
Su blindaje lateral era formidable, pero su cubierta —el talón de Aquiles— podía ser destruida por bombarderos en picado con relativa facilidad.
Un contexto geopolítico oportuno
El anuncio coincide, además, con un momento de intensa actividad naval estadounidense en el Caribe, en el marco del aumento de la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro.
La Marina y, sobre todo, la Guardia Costera han participado en interdicciones de petroleros frente a Venezuela, como parte de los esfuerzos para cortar los ingresos petroleros de Caracas.
EEUU incrementa su poder militar ante una Venezuela inmóvil: cazas F-35, el 'Grinch' y aviones de reabastecimientoEn ese contexto, la retórica de fuerza naval sirve también como mensaje político hacia dentro y hacia fuera.
Además, los planes de Trump también buscan renovar la Marina estadounidense para contrarrestar a la China de Xi Jinping, cuya flota de 400 barcos es ya la más grande del mundo. Por eso, metió presión a las empresas contratistas, con las que se reunirá la próxima semana en su residencia privada de Florida.
¿Una solución que ya existe?
Paradójicamente, buena parte de las capacidades que Trump dice querer reforzar —disuasión estratégica, proyección de poder y capacidad de ataque a larga distancia— ya están cubiertas por otros medios mucho más eficaces y discretos, como los submarinos balísticos y de ataque de la Marina estadounidense.
Así, la “clase Trump” parece menos una respuesta a necesidades operativas reales que una construcción política y estética, coherente con un universo simbólico en el que “todo es dorado”: desde la decoración de la Casa Blanca hasta la Gold Card para multimillonarios o la llamada “Cúpula Dorada” antimisiles.
En términos militares, el riesgo es confundir nostalgia, imagen y poder real en un momento en que la guerra naval se libra, sobre todo, bajo el agua, en el aire y en el dominio digital.