Saturday, 06 de December de 2025
Política

Los ingresos en centros de adicciones crecen un 42% en el último lustro, mientras el consumo se mantiene: "Estamos logrando desestigmatizarlo"

Los ingresos en centros de adicciones crecen un 42% en el último lustro, mientras el consumo se mantiene: "Estamos logrando desestigmatizarlo"
Artículo Completo 1,100 palabras
Las personas de 41 a 55 años reúnen el 41% de las altas, y el alcohol concentra uno de cada tres casos atendidos en los servicios públicos de la capital Leer

Las adicciones marcaron la década de los ochenta en Madrid y propiciaron la creación de la Red Municipal de Atención a las Drogodependencias, origen de los actuales Centros de Atención a las Adicciones (CAD). El consumo de alcohol estaba entonces plenamente normalizado y ni siquiera se consideraba una adicción. La cocaína empezaba a expandirse entre los jóvenes y la epidemia de heroína ya era una realidad. Las familias carecían de recursos y los CAD surgieron para cubrir una necesidad pública urgente.

Los efectos de aquel daño siguen presentes. En fenómenos así, la evolución de las cifras es un indicador de la magnitud del problema. En los últimos cinco años, se han producido casi 120.000 ingresos (una persona puede realizar varios) en los servicios públicos de la capital.

Si se mantiene la tendencia, 2025 cerrará con unos 29.000 ingresos en los siete CAD, cerca de un 10% más que el año anterior y la cifra más alta del último lustro. Pese a ello, el consumo de cocaína y alcohol permanece estable desde 2022, mientras que el cannabis ha crecido de forma moderada, según la Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y otras Drogas de la Comunidad de Madrid.

Los expertos consultados por GRAN MADRID coinciden en que el aumento de ingresos no es negativo. Lo atribuyen a la desestigmatización de las adicciones, cada vez más asumidas como una enfermedad que requiere tratamiento.

Antonio Sáez, director del CAD de Hortaleza, sostiene que los centros "se perciben ya como consultorios especializados y que los problemas se verbalizan con mayor normalidad, lo que anima a buscar ayuda antes". José Rabadán, portavoz de la Red de Atención a las Adicciones, apunta que "la sociedad está más concienciada, los tratamientos han mejorado y los entornos familiares acompañan mejor los procesos". Terapeutas y pacientes, afirma, avanzan hoy en la misma dirección.

El grupo de edad con más ingresos se sitúa entre los 41 y los 55 años, que reúne el 41% del número de personas registradas en los últimos cinco años, con 49.810. Los expertos interpretan que esta franja refleja un agotamiento tras años de consumo. La psicóloga Rocío Mallo explica que "hay quienes nunca lograron construir una vida estable y encuentran en la adicción el único modo de soportar su sufrimiento. Cuando esa estructura se derrumba, aparece el ingreso".

C., de 63 años y tres de abstinencia, recuerda cómo llegó al tratamiento: "No fue un clavo ardiendo, lo afronté de forma consciente, pero al principio sentí que no habría vuelta atrás. En las primeras terapias escuché experiencias que eran las mías. Descubrí que este era mi sitio". Hoy reconoce que la ansiedad sigue ahí, pero ha aprendido a convivir con ella: "Ahora sé que el ruido, las voces y los miedos son tan míos como mis ojos o mis piernas".

Según Rabadán, suelen pasar unos once años desde que se inicia el consumo hasta que se acude a un centro. El siguiente grupo con más altas es el de 25 a 40 años, que concentra uno de cada tres ingresos. Solo el 2,6% corresponde a menores.

Durante años, una de las preocupaciones recurrentes en los CAD fue la baja presencia femenina. El estigma asociado al consumo las mantenía alejadas de los recursos públicos. Ese patrón empieza a cambiar. Beatriz Mesías destaca el avance logrado: "Las mujeres acudían muy poco por el peso del estigma, pero los programas específicos han permitido aumentar su participación. Era un objetivo esencial". Aunque representan todavía el 23,8% de los ingresos —28.218 altas en los últimos cinco años—, muestran una tendencia creciente, con un aumento cercano al 40% en ese periodo.

El alcohol, una droga socialmente aceptada, sigue siendo la principal puerta de entrada al resto de sustancias. Encarni Pámpanas, coordinadora de la Plataforma Madrileña de Entidades para la Asistencia a la Persona Adicta y su Familia (FERMAD), considera "primordial" retrasar la edad de inicio, porque concentra buena parte de los ingresos y continúa arraigado en los hábitos sociales. "Es la gran lacra de las adicciones", resume.

Según la Encuesta Domiciliaria, el 73,5% de los participantes consumió alcohol en 2024. En los últimos cinco años, esta sustancia acumula el 35% de los ingresos en los CAD.

Beatriz Mesías, subdirectora general del Instituto de Adicciones de Madrid Salud, identifica un patrón repetido entre quienes acuden a los centros: "Siempre hay una sustancia principal de demanda, pero cerca del 80% de enfermos tiene un policonsumo". Por eso, la clasificación por sustancia es relativa: en ocasiones el ingreso se registra como cocaína y se interviene sobre el alcohol.

El Centro de Atención a las Adicciones de Hortaleza.E.M.

P., que inició su consumo de heroína en los ochenta y lleva 33 años sin drogarse, explica su recorrido: "Primero la metadona, luego el suboxone y ahora buprex. El CAD me ha enseñado que se puede vivir sin droga. Empiezas joven y cuando decides dejarla no entiendes la vida sin ella. Sin ayuda, no habría podido salir".

El CAD de Hortaleza es uno de los siete refugios para quienes intentan dejar atrás las adicciones. En la entrada, un grafiti y la frase ¿Estás bien? Podemos ayudarte reciben a las más de 120 personas que cada día deciden dar un portazo a la dependencia.

El equipo multidisciplinar —médicos, trabajadores sociales, psicólogos y orientadores laborales— acompaña cada proceso. Pistas deportivas y salas de terapia ocupacional ayudan a distraer la mente, mientras que las salas de terapia, la enfermería y el laboratorio completan un espacio pensado para reconstruir vidas.

Luis Carrascal, presidente de la Fundación Hay Salida, reivindica el valor del trabajo colectivo: "La clave del tratamiento es la terapia grupal. Allí uno se conoce, deja de sentirse solo e intercambia vivencias; aprende a relacionarse y vuelve a conocerse. El mejor psiquiatra y el mejor psicólogo del mundo es un grupo de terapia: cambia la vida". Encarni Pámpanas coincide: "Para fomentar el no consumo, lo principal es hablar de ello; eso permite educar y sensibilizar".

Tres décadas después del nacimiento de los CAD, Madrid afronta un escenario complejo pero más consciente. La demanda crece porque también crece la voluntad de pedir ayuda. Y en ese gesto —reconocer el problema y cruzar la puerta de un centro— se juega buena parte de la recuperación.

Fuente original: Leer en El Mundo - España
Compartir