Es el gran olvidado de los planes de acción climática (NDC) de los países, de las cumbres internacionales y de la legislación medioambiental, en cambio evitar su degradación es indispensable para reducir las emisiones.
El deterioro del suelo es uno de los grandes desafíos medioambientales actuales. Según la FAO, se estima que hasta un 40% de los suelos del planeta están degradados y la cifra podría llegar al 90% en 2050. Las razones de esa degradación son, principalmente, prácticas insostenibles, contaminación, erosión y los efectos del cambio climático. La situación es preocupante ya que la pérdida de suelo fértil afecta directamente a la biodiversidad y, con ello, se compromete la seguridad alimentaria.
Cumplimiento
Además, si se quieren cumplir los objetivos globales de reducción de emisiones, es indispensables que las condiciones del suelo se restauren en todo el planeta. Según un informe del Centro de Estudios para la Seguridad del Suelo Aroura, la Comisión Mundial de Derecho Ambiental (CMDA) de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y la campaña Save Soil, el primer metro de suelo almacena un 45% más de carbono de lo que se había previsto. A los ritmos actuales de degradación, se podrían liberar 4.810 millones de toneladas métricas de CO2 al año a la atmósfera. En España, el 40% del territorio está en proceso de desertificación a causa de la actividad humana, ya sea por factores agrícolas, ganaderos o por el turismo. "El mundo tiene un banco de carbono un 45% más grande de lo esperado justo bajo sus pies y aún así nuestros actuales planes de mitigación climática no reconocen la salud del suelo como la poderosa y rentable solución climática que realmente es", explica Praveena Sridhar, asesora científica y de Políticas de la campaña Save Soil.
Esto se explica en buena parte porque, a diferencia de otros elementos como la atmósfera y los océanos, los suelos no cuentan con protecciones jurídicas vinculantes a nivel global. De hecho, en la COP30 de Brasil que acaba de concluir, el suelo volvió a ser el gran olvidado. Otro informe de Save Soil, respaldado por el PNUMA, la UICN, el PMA y la FAO destaca que la mayoría de los países, más del 70%, no incluye el suelo como herramienta de mitigación en sus NDC, los planes de acción climática de cada país.
"Sin objetivos específicos para la protección y restauración del suelo, los países rara vez lo priorizan en sus leyes climáticas", explica Irene Heuser, presidenta del Grupo de Derecho de Suelo y Agricultura Sostenible de la IUCN (WCEL). "Necesitamos seguir desarrollando e implementando instrumentos legales más específicos. Es esencial cambiar el estatus jurídico del suelo para garantizar su protección para las futuras generaciones", añade Heuser.
El informe destaca cómo la agricultura regenerativa, la gestión del territorio centrada en el suelo y la educación pueden revertir décadas de daños y mejorar la fertilidad, la retención de agua y la captura de miles de millones de toneladas de carbono. De hecho, las naciones podrían compensar hasta un 27% de sus emisiones mediante la aplicación a gran escala de la agricultura regenerativa (con prácticas sencillas como la reducción de la labranza, los cultivos de cobertura o la agroforestería). Incrementando la salud del suelo, podemos aumentar significativamente su potencial de secuestro de carbono.
Para que ocurra ese cambio debe redefinirse el concepto de suelo y pasar de ser una variable agrícola a ser un recurso estratégico que sustenta la seguridad alimentaria, hídrica, climática y económica.
Si bien, la nota positiva es que ya se están dando los primeros pasos a nivel legislativo. Este año la IUCN adoptó la Resolución 007, que exige desarrollar un Instrumento Jurídico Global para la Seguridad del Suelo. A esto se sumó también este año la nueva Ley de Vigilancia del Suelo de la UE que representa un gran avance.
Primera regulación
La Ley de Vigilancia de la UE es la primera legislación comunitaria destinada a proteger y restaurar los suelos europeos para 2050. Exige a los Estados miembros monitorear la salud del suelo, apoyar a los agricultores para mejorar la resiliencia de sus tierras y desarrollar los datos necesarios para abordar la crisis del suelo en Europa, donde se estima que entre el 60% y el 70% de los suelos se encuentran en mal estado.
Save Soil considera la norma un "paso vital para salvaguardar los suelos, los sistemas alimentarios y la resiliencia climática de Europa". De hecho, identifica la degradación del suelo también como arma para combatir los extremos ciclos de sequía e inundaciones cada vez más frecuentes en España y Europa.
Para concienciar sobre este problema, el 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Suelo, una fecha proclamada por la ONU y la FAO para reflexionar sobre cómo las decisiones cotidianas influyen en la salud del suelo.
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