CRÍTICA DE:
'Ubú Pintor: Alfred Jarry y las artes': en la espiral patafísicaBARCELONA
Eclipsado por Ubú Rey, Alfred Jarry fue un autor que influiría de manera decisiva en el pensamiento del siglo XX. El Museo Picasso de Barcelona lo atestigua
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Colaboración del autor con la compañía La Claca para 'Mori el Merma' en 1978 miquel collBarcelona
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Iniciar sesión 10/12/2025 a las 14:41h. CompartirEsta funcionalidad es sólo para registrados
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SuscribeteGuillaume Apollinaire, en la evocación que escribe de Alfred Jarry en noviembre de 1909, tras su muerte, no deja de mencionar el revólver que desenfundaba frenéticamente, disparando incluso a «un escultor español» con perversas intenciones.
Ese mismo revólver era uno de los preciados ... fetiches que atesoró Picasso, que era un rendido admirador del autor de 'Ubú Rey'. El grotesco personaje que sale a escena pronunciando «mierdra» (sic) expande su aroma e influencia en las vanguardias heroicas como si su encarnación de la indecencia del poder político y la exposición del absurdo de la vida fueran síntomas necesarios para atravesar épocas absolutamente inquietantes. No es nada anecdótica la apropiación 'anti-fascista' de ese personaje, como es manifiesto en el grabado picassiano de 'Sueño y mentira de Franco'.
Javier Díaz-Guardiola Javier Díaz-Guardiola
Emmanuel Guigon ya comisarió en el IVAM a finales de 2000 una impresionante exposición titulada 'Alfred Jarry. De los nabis a la Patafísica', y ahora vuelve a esta pasión por «la ciencia de las soluciones imaginarias», extendiendo la sombra de Ubú hasta un vídeo de William Kentdridge o prestando atención a los distintos montajes de esa mítica obra realizados, entre otros, por Els Joglars o Bob Wilson que, en el Aljub de Es Baluard (2022), generó una brillante relectura de las marionetas 'ubuescas' de Miró en una explícita denuncia de la barbarie totalitaria.
Desprecio a los tiranos
Miembro del selectísimo Colegio Patafísico desde 1948, Miró dedicó homenajes espléndidos a Ubú, llevando su desprecio a los tiranos a la máxima cima expresiva en la colaboración que hizo con la compañía La Claca para 'Mori el Merma' (1978), que, expuestos en una de las salas del Museo Picasso de Barcelona, siguen impresionando como advertencias, en clave de humor negro, de que nuestro destino puede ser estrictamente escatológico.
En una vitrina encontramos el manuscrito de 'Gestas y opiniones del doctor Faustroll' abierto por la página final en la que, tras la palabra 'FIN' y la firma del autor, leemos: «Este libro no será publicado íntegramente hasta que el autor haya adquirido suficiente experiencia como para saborear las bellezas que contiene». Desde que este escritor montado en bicicleta comenzara a pedalear, no han faltado los que han intentado seguir su ritmo por desconcertante que fuera. Comenzó como crítico de arte, defendiendo fieramente a artistas que, en su momento, estaban completamente margina- dos como Gaugin, el Aduanero Rousseau o Filiger, estableciendo, en la última década del siglo XIX, relaciones amistosas con Vuillard y Bonnard.
Marionetas del poder. En las imágenes, distintas propuestas del montaje de la expo de Jarry en el Museo Picasso de Barcelona Miquel Coll Jarry publicará en 1894 la revista 'L'Ymagier', en la que presentará tanto a los artistas contemporáneos a los que admiraba como estampas de Epinal, imágenes de Durero o xilografías exóticas de Indochina, fijando su obsesiva mirada en la emergencia de lo monstruoso.
Uno de los grandes admiradores de Jarry fue Ambroise Vollard, en cuya galería confraternizaron, en fiestas gloriosas, poetas y pintores, sedimentando un espíritu irreverente que todavía latía en las publicaciones que el viejo galerista de Picasso hizo a partir de 1917 denunciando la guerra y la política colonial a través de Ubú.
«El iniciador e iluminador»
Jarry, calificado por Apollinaire como «un hombre de letras como pocos», dotado de una jovialidad en la que el lirismo se vuelve satírico, resucitó en clave surrealista como el «iniciador e iluminador» de las aventuras programáticamente establecidas por Breton.
Max Ernst representó a 'Ubú Imperator' como una extraña peonza, al tiempo, 'humana' y arquitectónica; una torre girando, pero a punto de caer por tierra, mientras que Dora Maar realizó un inquietante retrato del personaje metamorfoseado en un animal que trae el mal fario de aquel pangolín viral de los tiempos pandémicos.
Los ecos patafísicos del «licencioso sublime» resonaron en el 'arte bruto' de Dubuffet o en esos divertidos muñecos realizados por Enrico Baj con piezas del mecano que mantenían en marcha la conspiración 'ubuesca' en los agitados sesenta. La espiral del 'estómago creativo' de Ubú sigue hipnotizando, como el 'cine anémico' de Duchamp, y acaso nos desafía a pensar qué nos estamos tragando en nuestra época de 'mierdra'.
Las humoradas de Jarry, considerado por Fernando Arrabal como una suerte de Noé de los diluvios modernos, tienen un tono intempestivo, ecos de una bohemia disuelta como humo de opio y, al tiempo, parece que sintonizan, de forma delirante, con un presente plagado de políticos frikis, artistas con vocación de santidad y espectadores que disfrutan con las nuevas versiones de Manolo el del bombo.
'Ubú Pintor: Alfred Jarry y las artes'
Colectiva. Museo Picasso. Barcelona. C/ Montcada, 15-23. Comisario: Emmanuel Guigon. Hasta el 5 de abril de 2026. cuatro estrellas.
Ubú retorna como lo reprimido, desconcertándonos, comportándose como un abuelo cebolleta o perverso-polimorfo, esto es, estricta y regresivamente 'infantil' en época de sermones post-patafísicos o, para intentar aclarar la cosa, procesos artísticos que aburren a las ovejas. En ese grotesco personaje se reflejan, casi esperpénticamente, nuestras mediocridades 'mierdrosas'.
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