A expensas de lo que suceda tras el recuento electoral, las elecciones extremeñas no están llamadas a cambiar el bucle infinito en el que se ha instalado la política nacional. Los partidos nacionales se toman estos comicios casi como una encuesta con votos reales. Las tendencias serán más relevantes que las papeletas. Inevitable que en Extremadura se evaluen el desgaste del Gobierno de Sánchez, la potencia y fortaleza de la oposición de Feijóo, hasta dónde llega el empuje de Vox con el viento internacional a su favor, y la cruda realidad de la izquierda del PSOE. Muy cruda para Yolanda Díaz, calificada de «fraude» por la candidata de Podemos en una lista de unidad en la que también está Sumar.
Aunque las elecciones en Extremadura confirmarán, según todos los sondeos, que el PSOE ya no es el partido hegemónico en esta comunidad -lo ha sido desde la Transición- la derrota electoral en el granero de votos socialista es el menor de los problemas que acechan al presidente del Gobierno. La Audiencia ha respaldado al juez Peinado, confirmando el procesamiento de Begoña Gómez. Las andanzas de Ábalos y Cerdán no se apean de las primeras páginas de la actualidad. Las feministas del partido están en pie de guerra por la tibieza con la que actuó el partido en las denuncias de acoso sexual contra Paco Salazar. Su socio de coalición, Sumar, le está tocando mucho las narices. Los partidos de la investidura lo han dejado solo.
Un panorama que deja las elecciones extremeñas en un segundo plano de preocupación en Moncloa. La comunidad extremeña abrirá una intensa fase electoral en España. Tres procesos electorales más -Aragón, Castilla y León y Andalucía- antes del verano. Es -era más bien- una costumbre en Pedro Sánchez proceder a cambios en el Gobierno y en el partido después de una derrota electoral autonómica. Los dirigentes territoriales no esperan que Sánchez haga cambios. Según explican todas las fuentes, Pedro Sánchez dio por amortizado el desastre extremeño cuando confirmó a Miguel Ángel Gallardo, procesado por el caso del hermano del presidente, como candidato. La situación del líder de los socialistas extremeños más bien se parece a un sacrificio ritual no se sabe en concreto para contentar a qué divinidad. Sánchez ha participado en la campaña, si bien en tono menor. Parece obvio que el presidente del Gobierno tendrá a quien echarle la culpa de la derrota, al candidato.
Lo más sorprendente de la campaña le ha sucedido a Alberto Núñez Feijóo y a todo el poder autonómico del PP. Aunque fortalecidos a nivel nacional por la debilidad de Sánchez, la candidata Guardiola no ha querido saber nada de los dirigentes del partido, replicado la estrategia de campaña del presidente nacional del PP cuando se presentaba como candidato a la Xunta. No quería ver ni en pintura en sus mítines a los dirigentes nacionales. Directamente, les invitaba a no ir. Ysi iban, no quería compartir escenario con ellos. Feijóo ha pisado poco Extremadura y los presidentes autonómicos del PP nada de nada.
Si se confirman los datos de los sondeos, la presidenta extremeña habrá errado en el cálculo por el que disolvió a mitad de legislatura, que era disfrutar de la mayoría absoluta. También aquí el PP tiene a quién responsabilizar de una posible amarga victoria. Nadie obligaba a Guardiola a convocar. Como la que sufrió el propio Núñez Feijóo en sus carnes en las generales de julio de 2023.
Quizá lo más interesante, de cara al futuro de la gobernabilidad de España y sus autonomías sea el resultado de Vox en las urnas extremeñas. El candidato en Extremadura ha sido el propio Santiago Abascal, con todos sus aditamentos. El líder de Vox se trasladó a vivir allí en la campaña, dejando muy clara la trascendencia que le da el partido a estos comicios. Los partidos llamados de la ultraderecha están logrando un avance histórico en todo el mundo, también en Europa. La omnipresencia de Donald Trump como jefe del globo terráqueo está ayudando a sus correligionarios a llegar al poder en muchos lugares. Las expectativas de Vox en los sondeos son muy elevadas, por lo que Extremadura será donde se aprecie si la pujanza del partido de Abascal es tanta como lo que parece o es menor de los cálculos demoscópicos.
Sea con más o con menos escaños, parece que la llave del Gobierno extremeño la tendrá Vox, lo cual abre un escenario inquietante para el PP, ya que cualquier cesión para un pacto de investidura o de legislatura será utilizada en contra de Feijóo por toda la izquierda política y mediática.
Los partidos a la izquierda del PSOE están sumidos en una crisis existencial de grandes proporciones. Y, sin embargo, en Extremadura van todos juntos bajo el paraguas de una candidata de Podemos-IU-Verdes. Un buen resultado sería un espaldarazo emocional a la deseada pero difícil posibilidad de concurrir juntos en otras autonomías y en las generales.
Un fin de 2025 muy tenso e intenso
El último mes de este 2025 que está a punto de acabar ha sido especialmente problemático para el presidente del Gobierno. Ni un día ha pasado sin sobresalto por las causas abiertas en los tribunales como consecuencia de las presuntas corrupciones de sus dos ex secretarios de Organización, como por el enfado de las feministas del partido. La semana empezará con el nombramiento de una de Educación y portavoz, puestos vacantes por la marcha de Pilar Alegría para concurrir a las elecciones de Aragón. Las vacaciones parlamentarias, que durarán hasta febrero, serán un respiro, ya que no tendrá que acudir a las siempre tensas sesiones de control del Congreso. Además, Sánchez solía hacer balance del año en el último Consejo de Ministros que caía en vísperas de Nochevieja. En esta ocasión, adelantó su balance del año a la pasada semana, lo cual indica que probablemente se tomará unas vacaciones navideñas más amplias de lo que era habitual.