Desde que Revuelta echara a andar en 2023, dándose a conocer en las protestas que se organizaron en Ferraz contra la amnistía, Vox siempre ha insistido en sostener que esta organización juvenil no pertenece al partido. No hay «vinculación orgánica, ni económica ni administrativa», recalca su líder en Europa, Jorge Buxadé, en conversación con EL MUNDO. Sin embargo, en sus acciones, partido y asociación han venido caminando de la mano. Santiago Abascal se dejó ver en aquellas concentraciones frente a la sede del PSOE en noviembre de 2023, y en mayo de este año secundó el llamamiento de Revuelta para una protesta improvisada en La Moncloa contra el Gobierno.
Más allá del líder de Vox, numerosos diputados y cargos del partido se han hecho eco o participado en las movilizaciones convocadas por esta asociación, de forma que las acciones promovidas por Revuelta han servido, también, para aupar a Vox en la calle. Además, la organización juvenil tuvo un papel destacado durante la dana, con una recolecta masiva de donaciones y ayuda para los afectados a la que el partido dio publicidad. Revuelta era una asociación a la que Vox respaldó, y que le sirvió también de impulso, pero la sospecha de presuntas irregularidades financieras en la gestión de sus fondos han forzado al partido a romper toda relación con Revuelta.
La organización juvenil nació fundada por cinco trabajadores de Vox, que hasta hace poco más de un mes eran los integrantes de su dirección. Ante la sospecha -«rumor»- de que los fondos recaudados podrían no haberse destinado íntegramente a los damnificados por la riada, y con la duda de si Revuelta estaba pagando los impuestos que le correspondían, Vox requirió a la cúpula de la organización aclaraciones sobre la situación, según señalan desde del partido.
«Tenemos conocimiento de que Revuelta no ha convocado la Asamblea General y no ha aprobado sus cuentas», relata Buxadé, que explica que instó a los dirigentes de la organización a «solventar de forma inmediata» cualquier irregularidad, de haberla. «Tenemos un código ético muy severo», apunta, y señala que este les «obliga a iniciar un procedimiento interno sancionador» ante la sospecha de irregularidades. El partido, antes de que el escándalo fuera público, instó así a los líderes de Revuelta a explicar lo sucedido y exponer su contabilidad, algo a lo que algunos de ellos «se negaron», según señalan en Vox -la organización alega que no lo hicieron para evitar que esta información fuera «utilizada por estructuras partidistas»-.
Con esto, la formación de Abascal denunció el caso ante la Autoridad Independiente de Protección del Informante, a la vez que dos de los líderes de Revuelta -los que se desvincularon de la asociación y sí siguen trabajando para el partido- hacían lo mismo ante la Fiscalía. Aquellas denuncias se presentaron hace 10 días, antes de que los propios ex miembros de la organización juvenil dieran a conocer la situación y se consumara públicamente la división en Revuelta y la ruptura con Vox. El partido se adelantó a que el escándalo saltara a la palestra, aunque ello supusiera romper todos los puentes con la organización que le ayudó a crecer tras la dana, entre los jóvenes y en la calle. En Vox defienden que actuaron con «diligencia» ante la sospecha de irregularidades.
Sin embargo, la cercanía que ambas entidades han entablado en estos años aún mantiene cuestionado al partido. Vox se hizo eco de la colecta para la dana que puso en marcha Revuelta, en la que los fondos recaudados iban a una cuenta que no estaba a nombre de esta organización, sino que el beneficiario era ASOMA (AsociaciónSocial de Mayores), una entidad fantasma. En las últimas horas, el partido ha borrado de su web la publicación en la que pedía estas donaciones. «Yo pedí a los chicos de Revuelta que me dieran los datos y ya está», excusa Buxadé, quien promovió aquella iniciativa.