Yolanda Díaz no está y pocos saben si se la espera en la campaña de las elecciones de Extremadura. Donde la izquierda alternativa se presenta a las urnas en una candidatura en la que se amontonan los asteriscos detrás del nombre para explicar a pie de página al lector por qué estamos ante lista genuinamente distinta a las del resto de España. Aquí en la alianza de Unidas por Extremadura manda Podemos, pactan partidos que se enfrentarán en los próximos meses en Castilla y León y Andalucía -incluso las relaciones son buenas entre ellos- y aquí hay figuras políticas, y expresamente la de la vicepresidenta segunda del Gobierno, que provocan un enorme conflicto entre la cabeza de cartel, Irene de Miguel, y las máximas figuras nacionales de su formación. Que es Podemos. O sea, Ione Belarra e Irene Montero.
La principal consecuencia es que es Díaz, por primera vez desde que es la líder del espacio político de la izquierda alternativa, podría no participar en la campaña de unas elecciones. Y no lo haría, no porque no quiera mitinear, sino porque la dirección nacional de Podemos veta su presencia. Y desafiar esta orden sólo generaría un problema a la candidata, que se vería arrastrada por un ruido que en nada le favorece y que la eclipsaría durante días.
Por este motivo, la participación de Díaz en la campaña extremeña es uno de los grandes interrogantes. El mensaje oficial de Sumar es que están a disposición de De Miguel para lo que «se requiera», y «encantados» de ayudar. No obstante, a priori se antoja complicado que sea sobre el terreno. Nadie quiere airear viejos conflictos que nada tienen que ver con Extremadura. Así que, en el caso de que la vicepresidenta segunda quiera aparecer de refilón por la comunidad, una opción es hacerlo de una manera propia y sin contar a su lado con ella para no soliviantar a Podemos.
Otra cosa es lo que pueda hacer Díaz desde fuera. Pedirá el voto por la candidata y por Unidas por Extremadura, pues es la alianza en la que se referencia el conjunto del espacio, aunque formalmente Movimiento Sumar y otros partidos no estén dentro de la coalición. Sólo están en la candidatura Podemos, Izquierda Unida y Alianza Verde. Los mismos que la pusieron en pie en anteriores elecciones y que lograron la machada de sobrevivir con un buen resultado la escabechina nacional que vivió Podemos en mayo de 2023.
Precisamente por el veto de Belarra y Montero a Díaz, no se ha querido abrir la alianza en esta ocasión para hacer nuevas incorporaciones. Mejor no tocar lo que funciona y mejor esquivar el conflicto cuando Movimiento Sumar es un partido que literalmente no existe en la región. Apenas tiene un puñado de militantes. Uno de ellos -se presume- va en el puesto 22 por Cáceres. Se trata de Alba Martín Navarro.
De Miguel, que ya hizo un acto con Díaz en 2023 y que siempre se ha mostrado proclive al entendimiento con Sumar, ha subrayado a los partidos su voluntad de hacer una campaña nítidamente extremeña. Por eso, ha trasladado que no quiere un desembarco de ministros, informan fuentes del espacio. Así, no es que Díaz apunte a que no hará actos, es que puede suceder que tampoco aparezcan los ministros del socio minoritario del Gobierno. Es cierto que la titular de Juventud e Infancia, Sira Rego, escapa a esta situación porque pertenece a IU, y bien puede ser reclamada por sus compañeros de partido para participar.
La otra cara de la moneda es Podemos. Belarra y Montero se están volcando -hoy tienen un acto en Plasencia- y con ellas otros miembros de la dirección nacional. Que la candidata De Miguel sea del partido y que las perspectivas sean buenas arrojan mucho optimismo con el impacto que estas elecciones puedan tener para la reconfiguración del espacio para otras citas. Y si marca un punto de inflexión, con Díaz en fuera de juego y por si son un puente para llevarse a IU a su bando y desmantelar Sumar.