Hace bien Alberto Núñez Feijóo en descartar casi por completo la posibilidad de una mayoría absoluta del PP en Extremadura. Lección aprendida, y bien aprendida, en julio de 2023: nada de inflar las expectativas. Como sería el giro de guion, que nada más decirlo, le entró la gripe.
Digo que hace bien porque debe mantener la máxima tensión electoral de su electorado y seguir picando en la roca del electorado socialista hasta que salga agua. De manual. De hecho, el PP contaba ya ayer con un tracking interno que invocaba la posibilidad de llegar a los 33 escaños que marcan la mayoría absoluta. Se guardó bajo siete llaves, claro.
Mejor ni hablar del tema. Que María Guardiola gobierne sin apoyo de Vox no es imposible, pero lo será si su partido lo verbaliza en estos dos días que quedan de campaña.
Es un acierto mantener la tensión, pero la presidenta extremeña sí que está cometiendo otro de los fallos tácticos que le costaron a Feijóo La Moncloa en 2023: no va a acudir al debate a cuatro que celebra este jueves RTVE. En su propio partido están intentando convencerla de que es «un error claro», porque no tiene mucho que perder y, sin embargo, puede lograr que se visibilice que ella es «el eje central» de la «estabilidad» en la región.
Para el equipo de Guardiola, el debate sería una encerrona para «nacionalizar» la campaña en un tres contra uno. ¿Pero no es precisamente ésa la «pinza» que denuncia ella? ¿Cómo va a apuntalar el voto fronterizo entre el PP y Vox si deja que sea Óscar Fernández quien confronte en solitario con la izquierda? ¿Y cómo va a convencer a los socialistas templados de que ella va a gobernar sin dejarse depredar por Vox si teme incluso que la depreden en un debate? ¿Y cómo va a dar el salto de calidad para llegar al diputado 33 si no visibiliza en el cuerpo a cuerpo la superioridad política frente al candidato del PSOE, un Miguel Ángel Gallardo turulato, con encefalograma político plano y al borde del banquillo en lo penal?
«Tenemos que salir a rematar la faena», explica una dirigente que quiere convencer a Guardiola de que rectifique y participe en el debate para dar un salto definitivo hacia el voto refugio. «No perderíamos nada y podríamos ganar u n poco. No mucho, pero apuntalar la tendencia». «El error de María es dar la imagen de no arriesgar en vez de ir a por todas en el debate. ¡Si, además, ella es muy buena!», explica un dirigente de Génova. «Hace más daño el mensaje de no ir que si no sale bien».
Eso mismo les ocurrió a Javier Arenas en 2012 en Andalucía y a Feijóo el 23-J. Dejar la silla vacía no suele ser una buena idea. Sin embargo, tanto el equipo directo de Guardiola como otros dirigentes de Génova han secundado el plantón como mal menor estratégico.
«Nunca estuvo tan fácil», agregan quienes quieren que sí vaya. Sobre todo, porque el cabeza de lista socialista tiene tan escasa pegada que en su propio partido han bajado los brazos. «Con un candidato así es imposible», resume gráficamente un ministro socialista. «El peor candidato en el peor momento: no existimos», agregan en el PSOE. «Guardiola va a ganar. De calle. Y saldrá el domingo a celebrarlo. Pero el lunes, cuando se le quite la borrachera, verá que sigue en la cama con Vox», metaforizan en La Moncloa.
Mientras, Unidas por Extremadura busca capitalizar la atonía del PSOE con un arma poderosa: es la izquierda que no se ha peleado, a contraquerencia de la atomización generalizada del espacio. Y Vox tiene expectativas altas, a la espera de saber si el caso Revuelta ha afectado a la movilización de su electorado. En los trackings del PP la formación de Santiago Abascal ha frenado su crecimiento, aunque el pacto forzoso sigue siendo lo más probable.
En todo caso, en el PP se aferran a la «Teoría de la segunda vuelta» de Aleix Sanmartín, asesor electoral de cabecera de los populares (y antes, del PSOE). En un artículo en la revista Campaing and Elections, Sanmartín sostuvo que en los sistemas políticos que carecen de segunda vuelta, las encuestas juegan muchas veces el papel de segunda vuelta virtual. ¿Cómo es eso? «Cuando los electores perciben a través de las encuestas que su opción política preferida carece de posibilidades de victoria, optan por la opción de voto menos mala», asegura. «Y es el caso de estas elecciones».
Es decir, al PP le falta activar sólo un poco más el voto antiVox para hollar la cima de la absoluta. Y para eso, el debate televisivo le daría una baza fundamental.
Revuelta sí era Vox y Vox vota en contra de Vox
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Jorge Azcón y el voto que se decide en las Navidades
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