El mundo se ha lanzado a los brazos de las renovables para cumplir los objetivos de descarbonización. Cada país está desarrollando su estrategia y, si en unos la fotovoltaica lleva la voz cantante, en otros es la eólica la que parte el bacalao. El problema son los compromisos: llenar el campo de placas implica que los cultivos reciben menos luz solar. Y llenar el mundo de aerogeneradores -aparte del impacto visual, para la pesca y para las aves-, está provocando algo tan curioso como problemático.
Países que están robando el viento de los vecinos.
Efecto estela. Cuando el viento golpea las palas de los aerogeneradores, éstos giran, generando energía cinética y electricidad. El viento sigue su camino, pero tras atravesar un aerogenerador, lo hace con menos fuerza. Multiplica eso por campos llenos de estos molinos y tenemos lo que se conoce como el ‘wake effect’ o ‘efecto estela’.
Este aire que ya ha atravesado una estación de aerogeneradores lo hace con una velocidad menor y una mayor turbulencia. Y si esto es importante es porque el viento tarda en recuperarse: las estelas pueden extenderse más de 100 kilómetros tras atravesar un campo de molinos.
En Xataka
Buscando reducir emisiones, los barcos están recurriendo a tecnología punta. Punta en el año 3000 a.C., en concreto
Ladrones de viento. Estas instalaciones suelen estar alejadas unas de otras para aprovechar mejor las corrientes, pero si bajo ciertas circunstancias se extienden decenas de kilómetros, y hasta el mencionado centenar, imagina las consecuencias para los aerogeneradores que queden detrás de esa instalación que recibe el primer “golpe” de viento.
No es una suposición: hay mediciones por satélite SAR que confirman que, si un parque eólico se construye a barlovento de otro, la velocidad del viento que recibe es un 9% menor, provocando que tenga una reducción de entre el 10% y el 20% respecto a esa primera instalación. A esto es a lo que se conoce como “robo de viento”, un término coloquial para algo que es fácil de entender, pero no tan fácil de solucionar.
Este GIF de The Telegraph lo ilustra a la perfección:
Princess Elisabeth. Como leemos en BBC, el abogado Eirik Finseras, especializado en energía eólica marina, “es un término un poco engañoso porque no se puede robar algo que no se puede poseer. Nadie es dueño del viento” -del Sol, sí, una gallega-. Pero claro, que nadie sea dueño del viento no exime a ese parque en barlovento de sufrir los efectos del construido a sotavento. En el Mar del Norte, esto ya se está convirtiendo en un problema, pues cuanto más denso y grande sea el parque eólico, más intenso será el efecto de la estela.
Bélgica está construyendo Princess Elisabeth, un enorme parque que añadirá la friolera de 3,5 GW de capacidad eólica marina a las cuentas del país. Se trata de una instalación offshore realmente enorme, pero aunque permitirá añadir esos 3,5 GW, también afectará a los parques belgas existentes debido a una estela que se extenderá 55 kilómetros más allá de la instalación. Según las cuentas de la Universidad de Lovaina, las instalaciones belgas más antiguas situadas al este experimentarán:
Una reducción del 8,5% en la producción anual de electricidad.Pérdidas de hasta el 15% en días muy ventosos.
Impacto. Eso en los parques belgas, pero claro, también es un problema internacional porque el viento no entiende de fronteras. De cara a 2030 se estima que se triplicara la capacidad actual de la energía eólica marina en el Mar del Norte. Esto implica que se levantarán miles de turbinas en un tiempo muy corto con Bélgica, Alemania, Dinamarca y Países Bajos dispuestos a conseguir, en total, 65 GW de energía eólica offshore.
El problema es saber qué pasará con esas estelas, ya que se estima que la instalación de 1.400 MW en la zona holandesa de Borssele provocará una reducción de un 2,7% de media en algunos parques eólicos belgas. Es un caso muy claro de cómo Países Bajos está “robando” el viento a Bélgica.
Es lógico entender el interés por la eólica offshore
Palas más grandes. En un reportaje de BBC, Pablo Ouro, investigador en ingeniería civil de la Universidad de Manchester, apunta que llevan años viendo efectos de estela, pero que “el problema es que, para alcanzar la neutralidad en emisiones, necesitaremos triplicar la capacidad eólica marina y algunas de estas turbinas nuevas operarán muy cerca de las que ya están en funcionamiento. Cada vez habrá más aglomeraciones y los efectos estela tendrán mayor impacto”.
Y ya no es cuestión de número de molinos, sino de sus dimensiones. En el Mar del Norte estamos viendo esfuerzos por alcanzar tanto alturas mayores para los propios molinos (para aprovechar otras corrientes que ahora mismo no se están aprovechando, como palas más grandes que reciban aún más fuerza del viento. Son megaconstrucciones imponentes que también afectarán a este efecto estela, agravando el problema.
¿Soluciones? Diferentes países están haciendo cálculos. Por ejemplo, en Estados Unidos, se estima que los parques eólicos marinos planificados producirán un efecto estela devastador: pérdidas en la producción anual de electricidad de otros parques en hasta 48,5 TWh al año. Y ya hay acusaciones: Países Bajos dice que Bélgica se aprovecha de su viento, Alemania dice que Países Bajos les está perjudicando… y parques offshore de Reino Unido robándose viento unos a otros.
¿La solución? Nada sencilla, sobre todo cuando muchos de estos parques o ya se han construido o están en vías de construcción, pero aun así, se están realizando investigaciones para optimizar las instalaciones. Por ejemplo, ajustando ángulos de turbinas y optimizando el espacio entre ellos, fabricando turbinas de mayor potencia para producir más con menos o creando zonas de amortiguación entre parques
Y, quizá, lo más difícil: que los países cooperen para realizar estudios conjuntos para colocar sus instalaciones de la forma más eficiente para todos.
Imágenes | ESMAP, G B_NZ
En Xataka | En la gran batalla por los aerogeneradores, España va a la contra de Europa: los quiere más lejos que nunca
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La noticia
Los países del norte de Europa están a tope con la eólica offshore. Así que han empezado a robarse el viento entre ellos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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Los países del norte de Europa están a tope con la eólica offshore. Así que han empezado a robarse el viento entre ellos
Cada arogenerador produce un efecto estela que se siente a decenas y hasta cientos de kilómetros tras él
Es lo que lleva a Bélgica, Alemania o Países Bajos a acusarse de ser "ladrones" de viento
Países que están robando el viento de los vecinos.
Efecto estela. Cuando el viento golpea las palas de los aerogeneradores, éstos giran, generando energía cinética y electricidad. El viento sigue su camino, pero tras atravesar un aerogenerador, lo hace con menos fuerza. Multiplica eso por campos llenos de estos molinos y tenemos lo que se conoce como el ‘wake effect’ o ‘efecto estela’.
Este aire que ya ha atravesado una estación de aerogeneradores lo hace con una velocidad menor y una mayor turbulencia. Y si esto es importante es porque el viento tarda en recuperarse: las estelas pueden extenderse más de 100 kilómetros tras atravesar un campo de molinos.
Ladrones de viento. Estas instalaciones suelen estar alejadas unas de otras para aprovechar mejor las corrientes, pero si bajo ciertas circunstancias se extienden decenas de kilómetros, y hasta el mencionado centenar, imagina las consecuencias para los aerogeneradores que queden detrás de esa instalación que recibe el primer “golpe” de viento.
No es una suposición: hay mediciones por satélite SAR que confirman que, si un parque eólico se construye a barlovento de otro, la velocidad del viento que recibe es un 9% menor, provocando que tenga una reducción de entre el 10% y el 20% respecto a esa primera instalación. A esto es a lo que se conoce como “robo de viento”, un término coloquial para algo que es fácil de entender, pero no tan fácil de solucionar.
Este GIF de The Telegraph lo ilustra a la perfección:
Princess Elisabeth. Como leemos en BBC, el abogado Eirik Finseras, especializado en energía eólica marina, “es un término un poco engañoso porque no se puede robar algo que no se puede poseer. Nadie es dueño del viento” -del Sol, sí, una gallega-. Pero claro, que nadie sea dueño del viento no exime a ese parque en barlovento de sufrir los efectos del construido a sotavento. En el Mar del Norte, esto ya se está convirtiendo en un problema, pues cuanto más denso y grande sea el parque eólico, más intenso será el efecto de la estela.
Bélgica está construyendo Princess Elisabeth, un enorme parque que añadirá la friolera de 3,5 GW de capacidad eólica marina a las cuentas del país. Se trata de una instalación offshore realmente enorme, pero aunque permitirá añadir esos 3,5 GW, también afectará a los parques belgas existentes debido a una estela que se extenderá 55 kilómetros más allá de la instalación. Según las cuentas de la Universidad de Lovaina, las instalaciones belgas más antiguas situadas al este experimentarán:
Una reducción del 8,5% en la producción anual de electricidad.
Pérdidas de hasta el 15% en días muy ventosos.
Impacto. Eso en los parques belgas, pero claro, también es un problema internacional porque el viento no entiende de fronteras. De cara a 2030 se estima que se triplicara la capacidad actual de la energía eólica marina en el Mar del Norte. Esto implica que se levantarán miles de turbinas en un tiempo muy corto con Bélgica, Alemania, Dinamarca y Países Bajos dispuestos a conseguir, en total, 65 GW de energía eólica offshore.
El problema es saber qué pasará con esas estelas, ya que se estima que la instalación de 1.400 MW en la zona holandesa de Borsseleprovocará una reducción de un 2,7% de media en algunos parques eólicos belgas. Es un caso muy claro de cómo Países Bajos está “robando” el viento a Bélgica.
Es lógico entender el interés por la eólica offshore
Palas más grandes. En un reportaje de BBC, Pablo Ouro, investigador en ingeniería civil de la Universidad de Manchester, apunta que llevan años viendo efectos de estela, pero que “el problema es que, para alcanzar la neutralidad en emisiones, necesitaremos triplicar la capacidad eólica marina y algunas de estas turbinas nuevas operarán muy cerca de las que ya están en funcionamiento. Cada vez habrá más aglomeraciones y los efectos estela tendrán mayor impacto”.
Y ya no es cuestión de número de molinos, sino de sus dimensiones. En el Mar del Norte estamos viendo esfuerzos por alcanzar tanto alturas mayores para los propios molinos (para aprovechar otras corrientes que ahora mismo no se están aprovechando, como palas más grandes que reciban aún más fuerza del viento. Son megaconstrucciones imponentes que también afectarán a este efecto estela, agravando el problema.
¿Soluciones? Diferentes países están haciendo cálculos. Por ejemplo, en Estados Unidos, se estima que los parques eólicos marinos planificados producirán un efecto estela devastador: pérdidas en la producción anual de electricidad de otros parques en hasta 48,5 TWh al año. Y ya hay acusaciones: Países Bajos dice que Bélgica se aprovecha de su viento, Alemania dice que Países Bajos les está perjudicando… y parques offshore de Reino Unido robándose viento unos a otros.
¿La solución? Nada sencilla, sobre todo cuando muchos de estos parques o ya se han construido o están en vías de construcción, pero aun así, se están realizando investigaciones para optimizar las instalaciones. Por ejemplo, ajustando ángulos de turbinas y optimizando el espacio entre ellos, fabricando turbinas de mayor potencia para producir más con menos o creando zonas de amortiguación entre parques
Y, quizá, lo más difícil: que los países cooperen para realizar estudios conjuntos para colocar sus instalaciones de la forma más eficiente para todos.