Hace dos años, Pedro Sánchez se puso el casco y mono azul para ladrillo a ladrillo -sumando socio a socio- levantar lo que llamó un «dique», un «muro» contra la ultraderecha, y también la derecha. Desde entonces, exhibe España como una excepción a la corriente conservadora que recorre el mundo. Y él se presenta como el líder que evita ese «error histórico» que sería un gobierno de PP y Vox.
Pero la tendencia demoscópica y, sobre todo, los resultados electorales de Extremadura -hecatombre socialista y gran crecimiento de Vox- dejan en entredicho que los socialistas sean ese «dique de contención» que siguen proclamando, para que «los ciudadanos de Extremadura, de Valencia, de Andalucía, pueden ver protegidos sus derechos». En el propósito de ondear esa bandera, Sánchez se rodea de fieles para resistir la adversidad, aupando a una leal como Milagros Tolón, rival de Emiliano García-Page, a ministra de Educación y Deporte. Nombra, además, a una socialista de pura cepa como Elma Saiz como nueva portavoz.
Ese aura que predicaba Sánchez está en tela de juicio. Vox crece en todas las encuestas y en el primer sitio en que se han puesto las urnas, Extremadura, ha experimentado un crecimiento de 8,7 puntos respecto a 2023. Las derechas copan el 60% de los votos, creciendo desde el 47%. «El ambiente de crispación que hay lo que hace es dar alas a la ultraderecha», admiten fuentes socialistas conocedoras de la campaña extremeña.
El mensaje del miedo a un Gobierno de la derecha y la ultraderecha es un comodín que Sánchez emplea en momentos de apuro y debilidad, confiado en que sea el pegamento que selle el bloque que lo sostiene. Pero esa argucia y el que se presente como estandarte de «muro» contra Vox están impregnados de incredulidad. Sus propios socios le despojan de ese aura. «Lo de que viene la ultraderecha ya no cuela: cuando la gente no tiene futuro vota pasado (aunque sea inventado)», censura Gabriel Rufián, portavoz de ERC. Desde Sumar alertan al PSOE de que ante al auge de Vox no sirve apelar al miedo a que viene la ultraderecha ni resistir, dado que a Vox se le vence con una «ofensiva cultural y política».
Para Podemos, la «inacción» social e «incapacidad» del Gobierno para dar respuestas a los problemas de la gente convierten al Ejecutivo «en una fábrica para la derecha y la ultraderecha».
«Los escándalos nuestros -presunta corrupción y acoso sexual de cargos- y lo que ha pasado con María Guardiola -cesó a su conductor tras destaparse que tenía una condena por «coacciones» a su ex mujer- generan un ambiente tóxico en la opinión pública que provoca resultados como los que hemos tenido en Extremadura, con un Vox al alza. Y se genera una sensación en la ciudadanía de que la política no está sirviendo, que sólo sirve para que unos pocos se lucren de ella o alimenten sus vicios», desgranan fuentes socialistas.
La ola que ha supuesto Extremadura deja grietas muy grandes en ese «muro» socialista y son ya sus propios aliados los que se arrogan el papel que pretenden los socialistas. «Están muertos», dicen en Podemos del PSOE. Desde EH Bildu se ofrecen directamente ellos «como herramienta para frenar el avance de ultraderecha, la reacción y el autoritarismo».
Esas dudas sobre el rol del PSOE toman vuelo tras una hecatombe que hace imposible sentirse ajeno al Gobierno. Y ante un ciclo electoral adverso (Aragón, Castilla y Léon, Andalucía...), que desembocará en las generales -Sánchez insiste que en 2027-, el presidente del Gobierno se rodea de sus más devotos para aguantar. Se parapeta con sus más leales. A su guardia de corps -María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente, Óscar López- suma ahora a Milagros Tolón como ministra de Educación y Deporte en sustitución de Pilar Alegría, candidata socialista en Aragón. La hasta ahora delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha es la gran valedora suya en una federación crítica como la que dirige Page, con el que mantiene importantes discrepancias.
La nueva voz del Gobierno será Elma Saiz, ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Sánchez quería una mujer que estuviera en el gabinete y que no tuviera compromisos electorales. Su designación denota la intención del jefe del Ejecutivo de poner el acento en la faceta económica en el tramo final de la legislatura. Saiz pertenece a la federación navarra, ahora en el foco por los presuntos amaños de Santos Cerdán. Fue llamada a declarar a la comisión del Senado que investiga el caso Koldo.