Un estudio sueco encuentra una asociación estadística significativa entre el consumo queso graso y un menor riesgo de demencia, algo que también se vio con la nata. Las personas que comieron estos lácteos con frecuencia durante 25 años tenían menor riesgo de demencia, hallazgo que coincide con otras observaciones previas.
Las personas que comían cada día más de 50 gramos de queso con alto contenido en grasa como cheddar, brie o gouda en la década de 1990 tenían un riesgo más bajo de padecer demencia 25 años más tarde que las que consumían menos queso, según concluye un estudio publicado en la revista Neurology.
La investigación también muestra que quienes consumían nata con alto contenido en grasa a diario presentaban menos de riesgo de padecer demencia en comparación con quienes no la ingerían.
Los investigadores tenían como objetivo examinar si había una asociación entre el consumo de lácteos con alto y bajo contenido en grasas y el riesgo de demencia por todas las causas, enfermedad de Alzhéimer y demencia vascular (DV) utilizando una importante base de datos sueca, la cohorte Malmö Diet and Cancer (MDC). Los investigadores analizaron los datos de más de 27.000 personas en Suecia con una edad media de 58 años, en los que también examinaron el estado del alelo APOE 4, una variante del gen de la apolipoproteína E que aumenta significativamente el riesgo de Alzhéimer.
"Descubrimos que un mayor consumo de queso y nata con alto contenido en grasas se asociaba con un menor riesgo de demencia por todas las causas, independientemente de los factores relacionados con el estilo de vida, otros productos lácteos y la calidad de la dieta", señalan los investigadores coordinados por Yufeng Du, del departamento de Eidemiología y Estadísticas de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Lanzhou, en Gansu, China, y del Departamento de Nutrición epidemiológica de la Clínica Malmö, en la Universidad de Lund, en Suecia.
El consumo de queso con alto contenido en grasas se asoció con un menor riesgo de EA entre los no portadores del gen APOE 4, mientras que el consumo de otros productos lácteos no se asoció con el riesgo de demencia por todas las causas.
Los autores concluyen que un mayor consumo de queso y nata con alto contenido en grasa, pero no de otros productos lácteos, se asociaba con un menor riesgo de demencia por todas las causas, y el consumo de queso con alto contenido en grasa se asociaba con un menor riesgo de Alzhéimer en personas no portadoras del gen APOE 4, y sugieren confirmar estos hallazgos en otras poblaciones distintas a la sueca.
Queso parmesanoDREAMSTIMEEXPANSIÓN
Los hallazgos concuerdan con los de otros estudios, uno finés que mostró un menor riesgo de demencia con un mayor consumo de queso y otro de Reino Unido, que vinculó menor riesgo a más consumo y otros cuatro estudios transversales en Japón, Países Bajos y Reino Unido que respaldaron de manera consistente que un mayor consumo de queso se asociaba con una mejor función cognitiva en los adultos mayores.
"Nuestro estudio refuerza y amplía las pruebas anteriores con el período de seguimiento más largo hasta la fecha y un gran número de casos de demencia, lo que sugiere que la asociación inversa observada se debía principalmente al queso con mayor contenido de grasa. En la relación dosis-respuesta, se observó un menor riesgo de demencia por todas las causas cuando el consumo diario de queso con alto contenido en grasa superaba los 50 gramos diarios, una cantidad que no es difícil de alcanzar", apuntan.
El queso se clasifica como un alimento poco saludable que debe limitarse, principalmente debido a la preocupación por su alto contenido en grasas saturadas. Sin embargo, otros estudios apuntan que el queso graso no provocaba cambios adversos en los perfiles lipídicos y de hecho, era el que más beneficios metabólicos aportaba en animales en en comparación con el queso y la mantequilla bajos en grasa, así como cambios beneficiosos en la microbiota intestinal. Los autores también apuntan que se ha asociado causalmente con un menor riesgo de diabetes e hipertensión, ambos factores de riesgo de demencia. "Las diferencias en el contenido de grasa, otros nutrientes (por ejemplo, la vitamina K2) y la pauta alimentaria entre el queso alto en grasa y el queso bajo en grasa podrían explicar esta asociación protectora", señalan. También es posible que un mayor consumo de queso con alto contenido en grasa sea marcador de una dieta y un estilo de vida más saludable.
"Dada la falta de tratamientos eficaces para la demencia, es fundamental identificar enfoques preventivos mediante la modificación de los factores de riesgo". En este sentido, "los productos lácteos, un componente importante de las dietas tradicionales occidentales, han sido ampliamente estudiados por su relación con diversos resultados de salud, aunque su relación con la demencia sigue es controvertida".
Apuntan que el consumo total de lácteos ha demostrado una relación protectora con la demencia en las poblaciones asiáticas, pero no en las europeas, y es importante examinar por separado cada producto lácteo específico en relación con el riesgo de demencia. "El queso parece tener el mayor potencial para proteger contra el deterioro cognitivo. La relación entre la demencia y el consumo de nata sigue sin estar suficientemente estudiada, mientras que las pruebas limitadas sobre la leche y el yogur sugieren que no existe relación alguna.
EXPANSIÓNAunque los estudios anteriores proporcionan información valiosa, tienen limitaciones, unas de las cuales explica Tara Spires-Jones, directora del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo, jefa de división del Instituto de Investigación sobre la Demencia del Reino Unido y expresidenta de la Asociación Británica de Neurociencia. "El consumo de queso se registró a partir de un diario alimenticio y una entrevista realizada en un momento concreto, 25 años antes del análisis del diagnóstico de demencia. Es muy probable que la dieta y otros factores relacionados con el estilo de vida hayan cambiado en esos 25 años", señala en SMC Reino Unido.
Por otra parte, "existen pruebas sólidas en todo el campo que indican que una dieta saludable, el ejercicio y las actividades que estimulan la cognición (educación, trabajos y aficiones estimulantes, etcétera) pueden aumentar la resistencia del cerebro a las enfermedades que causan demencia. No hay pruebas sólidas de que ningún alimento concreto proteja a las personas de la demencia".
Naveed Sattar, catedrático de Medicina Cardiometabólica y médico consultor honorario de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), coincide en destacar que "las personas que consumían más queso y nata con alto contenido en grasas tenían, en promedio, un mayor nivel educativo, lo que plantea la posibilidad de que exista una confusión residual, por la que otras características 'saludables' asociadas a un mayor nivel educativo, y no el queso o la nata en sí, puedan explicar las menores tasas de demencia observadas.
Ya conocemos varios factores bien establecidos y probados que reducen el riesgo de demencia, como mantener una presión arterial saludable, controlar el peso y prevenir enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares. Estas intervenciones deben seguir siendo la prioridad, dada su sólida base empírica, en lugar de centrarse en asociaciones dietéticas no probadas".
Neurology https://www.neurology.org/doi/10.1212/WNL.0000000000214343
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