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Política

Guardiola chocó con Génova en la campaña por su deseo de ser una "marca autónoma"

Guardiola chocó con Génova en la campaña por su deseo de ser una "marca autónoma"
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La dirección del PP y la baronesa extremeña nunca han terminado de encajar: ella no ocultó en privado su malestar y la cúpula le afea errores no forzados Leer

El miércoles 16 de febrero de 2022 fue un día clave en la historia reciente del PP. Al mediodía, Teodoro García Egea citó en la sede de Génova a José Antonio Monago, ex presidente de Extremadura, para comunicarle que dejaría de ser el presidente del PP en su comunidad. Y le dijo que como sustituta había pensado en María Guardiola, una concejal de Cáceres que venía recomendada por los diputados extremeños Alberto Casero y Víctor Píriz. Monago lo asumió con naturalidad -lo daba por descontado-, pero pidió ver a Pablo Casado para hablar de su futuro. No es lo mismo recolocar a un candidato fallido que a un ex barón que había gobernado con nada menos que el 46% de apoyos en un territorio de clara querencia socialista. Aceptaba irse, pero con galones.

Lo que ocurrió fue que, mientras Monago esperaba a subir a la séptima planta, EL MUNDO y El Confidencial publicaron que un cargo del Ayuntamiento de Madrid recurrió a un detective para investigar a Isabel Díaz Ayuso. Semejante noticia bomba, que acabó desembocando en la dimisión de Casado, abortó la reunión: «Pablo no va a ver a nadie ya». «Y al día siguiente, Pablo ya era un cadáver, así que hasta ahí llegó la operación Guardiola», relata uno de los implicados.

De manera que la elección de la nueva candidata se dejó en el alero, a la espera de que Alberto Núñez Feijóo tomara la decisión definitiva. Así lo hizo su lugarteniente Miguel Tellado, que se decantó por Guardiola frente al alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, del que no tenía tan buenas referencias.

Y, sin embargo, «ella nunca ha sido de los suyos», resumen gráficamente en el PP de Extremadura. Y se nota: todo lo que ha sucedido después de que Feijóo la bendijera ha venido marcado por el difícil encaje de sus estrategias con las de la dirección de su partido. De manera fundamental, en lo relativo a la conllevanza con Vox, pero no sólo. También en la reciente campaña electoral, a la que ella le quería imprimir un carácter aún más regional y personalista. Fuentes del equipo de la presidenta extremeña en funciones aseguran que ella no ha llevado bien «la presión de Madrid» y se ha quejado en privado de la excesiva «nacionalización» de la campaña, a pesar de que Feijóo ni siquiera acudió al acto de cierre de campaña «porque ella así lo quiso».

La propia Guardiola transmitió a la cúpula que se arrepentía incluso de haber dado entrevistas de 10 minutos a medios de comunicación nacionales, según ha sabido este diario. Cree que tendría que haberse ceñido a los medios extremeños.

Ya hay cierto malestar soterrado en algunos miembros de la cúpula nacional de los populares. No entienden por qué Guardiola se empeñó en decirles que ella era «marca autónoma»... pero después desapareció durante tres días de campaña. Y le afean que «sobreactuara» con el robo de una caja fuerte de una sucursal de Correos que contenía 124 votos. Aunque entienden que a esa hora la preocupación era «natural», por la desconfianza que les genera ya cualquier ente público en el que haya un ex dirigente cercano a Sánchez.

Los desencuentros tácticos entre Guardiola y Feijóo vienen de lejos. Tras las elecciones de 2023, ella apostó por repetir las elecciones con tal de no depender de un Santiago Abascal que ahora la llama «la Irene Montero de Extremadura» y al que ella califica de vuelta como «machista» y «señoro».

Hace dos años, Feijóo le obligó a romper su palabra y ceder ante Vox, y la relación ya nunca se reencauzó del todo. Eso ha resentido la mecánica interna de esta campaña, según ha sabido EL MUNDO de fuentes conocedoras de las tiranteces de las últimas semanas.

Hay algunas preguntas que, a toro pasado, se vuelven aún más legítimas: ¿Qué pasó en los tres días de la campaña en los que la candidata no tuvo actos de partido? ¿Cortocircuitó por tensiones internas? ¿Dónde estaba, durante la última semana, la Guardiola aguerrida que transmitía convicción y vocación de liderazgo? ¿Por qué no hizo caso a quienes le insistían en que debía ir al debate electoral y «rematar la faena» frente a tres candidatos de menor perfil político? ¿Habría llegado «a 30 o 31 diputados y la cosa sería distinta», como sostienen ahora barones populares? ¿Guardiola echaba humo por la cabeza contra los suyos? ¿Había enojo con «Madrid», como sostienen algunos en su equipo?

La mejor respuesta a todas estas dudas es otra pregunta. Se la hace uno de los dirigentes del PP extremeño más cercanos a Guardiola: «¿Cuántas veces fue Pablo Casado a Galicia? Ella ya no podía más, el discurso nacional la opacaba». Es una manera de recordar que, cuando era presidente de la Xunta, Feijóo diseñaba campañas muy personalistas en las que apenas aparecía la marca del PP. Menos aún sus dirigentes. Eso es lo que quería Guardiola, que en privado no ocultaba su malestar por el foco nacional de la campaña.

En Génova insisten en que se hizo «la campaña que quiso ella». O sea, «a demanda». El líder del PP «nunca planeó ir al cierre de campaña, porque el foco» estaba «sólo en Extremadura». «Guardiola tiene su propio foco y estamos cómodos», decían en el equipo de Feijóo durante los últimos compases hacia las urnas.

El presidente del PP avala en público y en privado a su baronesa, como no puede ser de otra manera. Sobre todo, después de haber obtenido un 43% de los votos y haber logrado hundir al PSOE. Pero hay miembros de la cúpula de Génova que no ocultan cierto hartazgo con el afán de «verso libre» que cultiva la presidenta en funciones de Extremadura. No es que quieran controlarla, es que quieren coordinarse mejor.

O, dicho de otra manera: ésta no es una discrepancia mayor, pero sí es una china en el zapato en la relación de ida y vuelta que mantienen la dirección nacional del partido y la dirección regional. En Génova -sobre todo en el área de Organización- tienen muy buena sintonía con el número dos de Guardiola, Abel Bautista, y por ese flanco también comienzan a surgir los recelos internos.

Sobre la mayor dependencia que tendrá ahora el PP respecto de Vox, Feijóo da manos libres a la dirigente cacereña para negociar, aunque aleja la posibilidad de un acuerdo con el PSOE, a no ser que sea a cambio de nada. «Feijóo defendió la abstención de Casado cuando ganó Sánchez. Llevar la derecha al 60% requiere de una reflexión severa por parte del PSOE», apuntan en el equipo del presidente, donde son conscientes de que la opción principal es llegar a una entente con Vox sin ceder demasiado. Ese 60% habla por sí mismo.

LA GÉNESIS DE UNA RELACIÓN CON ALTIBAJOS

Pablo Casado tuvo que dimitir justo cuando iba a designar a María Guardiola presidenta del PP de Extremadura, de manera que el nombramiento se dejó en el alero, a la espera de que Alberto Núñez Feijóo tomara la decisión definitiva. Así lo hizo su lugarteniente Miguel Tellado -los tres aparecen en esta foto del lunes-, que se decantó por ella frente al alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro.

Fuente original: Leer en El Mundo - España
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